El Hospital Insular recurre a médicos en formación de especialidades para cubrir la falta de personal en urgencias

Urgencias del Hospital Insular de Gran Canaria. (EFE)

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —
8 de octubre de 2021 20:40 h

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Como ya ocurriera en septiembre de 2020, durante un pico de ingresos por COVID-19, la dirección médica del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil (CHUIMI) de Gran Canaria vuelve a recurrir a los médicos residentes que se están formando en diferentes especialidades para cubrir las carencias de personal en urgencias. En esta ocasión, el “desajuste” no se ha producido por un incremento de la presión asistencial asociada a los casos de coronavirus, sino a la confluencia de un “aumento considerable” de pacientes por otras patologías y a las bajas que se han registrado entre los médicos adjuntos del servicio. 

Así lo expone en un escrito el jefe de estudios en funciones de la Comisión de Docencia del centro hospitalario. La dirección médica ha pedido que médicos residentes de cuarto y quinto año hagan guardias en urgencias al menos durante los próximos quince días, el periodo en el que se estima que podrán incorporarse los profesionales que ya busca la gerencia para tratar de cubrir las bajas. “Agradecemos de antemano la colaboración y el compromiso de los médicos residentes, entendiendo y compartiendo los perjuicios que puede conllevar tal medida”, recoge el documento al que ha tenido acceso este periódico. 

Esta decisión ha provocado el malestar de los tutores de los residentes, que ya han comunicado al jefe de estudios su desacuerdo. Sostienen que esta asignación al servicio de urgencias interrumpe el plan formativo de los MIR, que además dejan de hacer las guardias de sus especialidades en planta y, por lo tanto, resienten otros servicios residependientes. 

Fuentes internas consultadas por este periódico inciden en que se trata de un problema crónico al que no se le ha puesto solución. A los problemas estructurales que arrastra el servicio de urgencias por la falta de espacio, que ha convertido en habituales las imágenes de pacientes hacinados en los pasillos, se le une las carencias de personal. A principios de año se contabilizaban 33 salidas de médicos adjuntos en el último lustro por las condiciones de trabajo en un servicio que sufre jornadas de fuerte presión asistencial. Las mismas fuentes apuntan que recientemente ha habido otra renuncia que se ha sumado a tres bajas médicas. 

Los residentes también se han quejado de este tipo de situaciones, de tener que ser el parche de la dirección para paliar un problema estructural y, además, hacerlo “casi sin supervisión”, debido al reducido número de médicos adjuntos y a la carga laboral que soportan. Este viernes han dirigido un escrito a la dirección médica para reclamar explicaciones sobre la medida adoptada, si se trata de una petición de colaboración puntual o una orden y si deben desempeñar funciones de adjunto sin supervisión.

La dirección del complejo hospitalario ha reconocido que recientemente se ha llegado a sobrepasar “en algunos momentos” la capacidad asistencial en urgencias. Profesionales sanitarios del servicio apuntan que, lejos de mitigarse, los históricos problemas de saturación se están acentuando y que el pasado martes, por ejemplo, la fila de camillas con pacientes llegaba casi a la parte principal del edificio del Insular por falta de camas en planta. 

Además, inciden en que la pandemia de COVID-19 ha añadido una nueva dificultad para gestionar la demanda. Por un lado, ha habido que habilitar un módulo completo, de 16 camas, para personas con sospechas de esta enfermedad. Por otro, a los pacientes que tengan que ser ingresados en planta o a los mayores que deban volver a una residencia se les realiza una prueba diagnóstica PCR antes de abandonar el servicio, lo que ralentiza el proceso. 

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