La brigada que investiga los incendios forestales: “Llegamos hasta el punto de inicio del fuego y descubrimos cómo se produjo”

Efectivos de la Brigada de Investigación de Incendio Forestales del Cabildo de Gran Canaria trabajan en busca del origen del fuego. (ÁNGEL SARMIENTO)

Carlos Sosa

Las Palmas de Gran Canaria —

Terminaron de ayudar a sus compañeros en las tareas de extinción y al día siguiente, el viernes, se pusieron el uniforme que luce en mayúsculas la leyenda BIIF. Son los agentes de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales del Cabildo de Gran Canaria, que piden tiempo y tranquilidad para encontrar las causas de los últimos siniestros ocurridos en las cumbres de la isla. Hacen un trabajo minucioso que les lleva a ir leyendo las marcas que va dejando el fuego hasta conseguir llegar a su nacimiento, hasta el punto mismo donde se inició todo. Es ahí donde encuentran normalmente las causas, “porque solo conociéndolas podemos prevenir los incendios forestales”, proclama su coordinador, Juan Carlos Santana.

La presión de los medios informativos por conocer dónde, cómo, cuándo y porqué se originó el último gran incendio forestal de Gran Canaria, que arrasó más de 9.000 hectáreas, mordió de manera grave el Parque Natural de Tamadaba, desplazó a 10.000 personas de sus casas, destruyó viviendas, mató animales y dañó gravemente a un riquísimo ecosistema plagado de endemismos, condujo este sábado al cabildo de la isla a organizar una demostración sobre el terreno de cómo trabaja la BIIF.

En el mismo corazón del área devastada, a muy pocos kilómetros donde probablemente se produjo el primer conato, Santana y sus hombres se esforzaban por descartar cualquier tipo de conjetura, cualquier línea de investigación que pudiera conducir a informaciones que luego pudieran tornarse inexactas o falsas. Nada de mal mantenimiento en las redes eléctricas que atraviesan la zona. Es más, preguntado específicamente si Endesa y Red Eléctrica Española habían atendido las reclamaciones formuladas hace años por los expertos sobre riesgos potenciales en su tendido, la respuesta fue que “el noventa y pico por ciento” de los defectos detectados fueron corregidos antes de estos incendios.

Tampoco ni media palabra sobre una posible mano criminal, un incendiario que prendiera el bosque en cualquier punto aún por determinar de entre los barrancos que atraviesan Valleseco. “No comentamos nada sobre casos reales ni sobre investigaciones en las que estamos trabajando”. Santana rotundo, pero con algunas pistas interesantes: “Se puede conocer la motivación sin conocer al autor”.

A pesar de llevar ya diez años operando, los agentes de la BIIF se consideran los grandes desconocidos, quizás porque las reseñas periodísticas sobre los incendios forestales se apagan junto a los últimos rescoldos y el ruido de las últimas pasadas rasantes de los hidroaviones. Pero es bueno saber que solo el Cabildo de Gran Canaria tiene una brigada de investigación y que en las demás islas las investigaciones sobre estos siniestros o las lleva la Guardia Civil o sencillamente nadie las lleva.

Tienen los medios “suficientes” para su tarea, aunque no harían ascos a que se les dotara de muchos más. “Nuestro trabajo no es fácil, lleva mucho tiempo”, repite en varias ocasiones el coordinador de la BIIF de Gran Canaria. Entre tres o cuatro meses por investigación, “y a veces mucho más”, dependiendo de la complejidad del fuego. Corre a cargo de funcionarios cualificados que, además de la formación propia en materia de incendios, han superado cursos de especialización para este tipo de investigaciones. Trabajan coordinados con la Guardia Civil, una colaboración que Santana califica de “muy positiva”.

Las investigaciones se realizan sobre los incendios incluso antes de que se den por sofocados, basta con que estén estabilizados. Este sábado, mientras los agentes de la BIIF explicaban su labor sobre el terreno, un helicóptero del Cabildo de Gran Canaria sobrevolaba las áreas afectadas en busca de posibles episodios de reactivación del fuego, y un hidroavión enfriaba zonas todavía calientes.

Usan detectores de gases inflamables, de metales, de fuentes de calor, y con eso y sus conocimientos empiezan a “reconstruir el fuego” como si de un crimen se tratara. “El fuego es como un ser vivo: nace, crece, se reproduce y muere”, explica el coordinador del equipo de investigadores junto a varios estuches con herramientas propias de policía científica extendidos sobre el suelo que recientemente habitó un incendio voraz.

“Vamos leyendo las marcas que va dejando hasta llegar a su nacimiento, hasta llegar al punto justo donde se inició y en el que determinar el foco de calor, el punto de ignición”, relata con contenida pasión Juan Carlos Santana.

Como cada crimen, como cada ser humano, cada incendio es una historia diferente. Y, como en cada crimen, los investigadores piden que se les deje espacio. “Presionados no podemos trabajar”, concluye el jefe de estos CSI.

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