El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Ni el papa ni el PP
El Partido Popular lo ha vuelto a hacer, como era de prever. Estiró al máximo el espejismo de que negociaba con el Gobierno la única fórmula posible para la distribución de menores migrantes (reforma de la Ley de Extranjería) pero, en el último suspiro, regresó al punto de partida, el que le indican sus barones y sus baronesas: no queremos negros y moros pobres en nuestras regiones.
Lo reconocen sin recato: todo se truncó cuando alguien (seguramente ese portento de la moderación de apellido Tellado) filtró a El Mundo que el criterio de distribución de menores iba a ser la población de cada comunidad autónoma. Teniendo en cuenta que Madrid tiene más de 6,6 millones de habitantes, Andalucía, 8,4 o la Comunidad Valenciana, casi 5, frente a los 7,5 de Catalunya, los 2 de Castilla La Mancha. o el millón de Asturias, la rebelión estaba servida.
Eso, unido a la insistencia de las encuestas (las ajenas y las que maneja el PP) en situar la inmigración como la principal preocupación de los españoles (dependiendo de cómo se mire) y la conveniencia de no alejarse demasiado de los simpatizantes de Vox, ha conducido a los sabiondos del tacticismo político de la calle Génova a rechazar cualquier acuerdo que pueda aparentar humanidad o respeto por los derechos humanos, por no hablar de la Constitución Española y otras zarandajas bolivarianas que a la derecha cada vez se las trae más al pairo.
O sea, justo lo contrario a lo que el papa de Roma anda diciendo urbi et orbi y que repetirá en Canarias si finalmente acepta la invitación de Fernando Clavijo a dejarse caer por aquí: rechazar a las personas migrantes “es un pecado grave”, o esto otro todavía más contundente: “Hermanos y hermanas, en una cosa podremos estar todos de acuerdo: en esos mares y desiertos mortíferos, los migrantes de hoy no deberían estar. Pero no es mediante leyes más restrictivas, no es mediante la militarización de las fronteras, no es mediante rechazos como lo conseguiremos”.
No es eso tan piadoso precisamente lo que se lee en el acuerdo “para afrontar la crisis migratoria” que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se trajo el 10 de septiembre a Canarias después de tumbar por primera vez la reforma de la Ley de Extranjería. Acuerdo tan rimbombante como inútil que firmó con un noqueado Fernando Clavijo en calidad de secretario general de Coalición Canaria o de presidente del Gobierno, no se sabe muy bien, aunque el acto solemne de la firma se celebrara en la sede oficial de Presidencia del Gobierno. Dice tal pacto, entre otras cosas, que esto solo se soluciona, atención:
- declarando la emergencia migratoria nacional “para llamar la atención de la Unión Europea”
- creando un Plan de Acción contra el Descontrol Migratorio (sic) con más control policial en las fronteras
- desplegando las fuerzas de seguridad en los países de origen y tránsito “y el despliegue de Frontex y la Agencia Europea de Asilo”.
Un mes después de aquel acontecimiento, Feijóo, Clavijo y el presidente del PP de Canarias, Manuel Domínguez, a su vez vicepresidente del Gobierno, se presentan de nuevo ante la ciudadanía sin hacer los deberes y poniendo todos los impedimentos para solucionar la crisis humanitaria.
La nueva excusa es que, antes de las comunidades autónomas del PP, debe ser la Unión Europea la que actúe, la que reciba a parte de los menores inmigrantes acogidos en Canarias. Una extravagancia intolerable que se torna alarmante por proceder de quienes se consideran fervientes admiradores de la política de deportaciones de Meloni, en Italia, que envía a los migrantes hacia campos de refugiados en Albania en razón de 36.000 al año.
Ante este nuevo desplante de su socio de Gobierno, Fernando Clavijo ha preferido guardar silencio todo el sábado y todo el domingo. Es de esperar que este lunes se sume de alguna manera a las críticas del PP al Gobierno de Pedro Sánchez, lo cual lo volverá a colocar en una posición muy comprometida porque las razones esgrimidas para la ruptura ni las comparte en absoluto ni constituyen una novedad dentro de la negociación.
La situación empieza a ser límite en Canarias y el presidente regional lo sabe. Los centros de acogida están al límite, y no solamente por el número de menores que están acogiendo sino también porque la nefasta gestión de la Consejería de Bienestar Social, que está colocando a las fundaciones y ONG que los llevan al borde de su cierre por impago.
Independientemente de que el Estado está obligado a inyectar cuanto antes el dinero necesario para hacer frente a esta eventualidad, no es menos cierto que el de Canarias tiene dinero de sobra gracias a está teniendo un incremento notable de recaudación vía IGIC (sí, el impuesto que el pacto PP-CC iba a rebajar del 7% al 5%) que, según las previsiones, podría estar por encima de los 200 millones respecto al excedente del año pasado, que fue de 700. Por lo tanto, recursos económicos hay, otra cosa es que se esté gestionando mal, como es norma.
En su línea de hacer mucho ruido a la espera de que su socio se avenga a razones, Clavijo continúa con su turné internacional, sabedor de que las competencias en la materia (relaciones internacionales) no le corresponden y que lo más que va a conseguir es una metopa de recuerdo de cada viaje que realice. Este martes va a ir a Marruecos con la muy encomiable intención de frenar los flujos migratorios de ese país hacia España. Hace semanas que se están descojonando (muy diplomáticamente, eso sí) en la cancillería vecina.
A ver si viene el papa y lo resuelve todo.
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