En unas Islas que cada vez votan menos, la ciudad canaria con mayor participación electoral desvela su fórmula secreta
A Francisco Melián, de 87 años, no le caen bien los periodistas. “Hay que tenerles miedo. Ellos te registran todo, por dentro y por fuera”, dice este jubilado nada más comenzar una conversación en la plaza de Santiago, en pleno centro del municipio de Gáldar, en el norte de Gran Canaria.
Es martes por la mañana y esta localidad, la primera capital de la isla y donde residieron los reyes aborígenes hasta la Conquista de Canarias (1483), anda repleta de carteles electorales y eslóganes de los representantes políticos locales. Camina por sus calles el candidato del PSOE al Cabildo insular, Augusto Hidalgo. También el de Unidas Sí Podemos, Antonio Pérez. A Francisco no se le escapa que este domingo se celebran elecciones municipales, insulares y autonómicas. Y recuerda, como hace la mayoría de la gente de por aquí, que hay que votar.
“Hay que saber quién es el alcalde, quién te gobierna a ti. ¿Que cada vez votan menos personas? Pues no me parece bien”, exclama.
Eso que no le parece bien a Francisco es una realidad cada vez más extendida en Canarias. En 2003, la tasa de participación en los diferentes comicios regionales celebrados en las Islas presentó valores de entre el 63 y el 64%. En 2019, casi tres lustros más tarde, esos porcentajes cayeron a los más bajos de este siglo en las elecciones insulares (57,69%), municipales (56,82%) y autonómicas (52,6%), que de hecho registró la cifra más baja desde que se instauró la democracia.
La cultura abstencionista del Archipiélago es histórica, casi crónica, argumenta José Adrián García Rojas, profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad de La Laguna (ULL). Pero Gáldar representa una especie de bastión ante eso. Esta ciudad de apenas 25.000 vecinos lideró la participación electoral en la última llamada a las urnas entre los municipios canarios de más de 10.000 habitantes y siempre ha contabilizado porcentajes por encima del 73%.
Aquí, lo normal es que tres de cada cuatro personas voten. Y eso a Francisco le sorprende, como a prácticamente todos los entrevistados.
“No estaba yo bien enterao (sic) de eso. Ya veo que está todo controlado”, y ríe a carcajadas. A la pregunta de si conoce por qué la tasa es tan elevada, Francisco niega con la cabeza. “Serán manías que hay, no sé. No tengo ni idea”.
En Gáldar confluyen varias circunstancias que explican esta particularidad. Por un lado, es el segundo territorio de toda Canarias con más residentes que nacieron y continúan viviendo en la misma región: siete de cada diez pobladores de este lugar son galdenses, de acuerdo con los datos del Instituto Canario de Estadística (ISTAC). Y algo así solo ayuda a fortalecer el arraigo y la cultura política, según el cronista oficial de la localidad y también actual director insular de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, Juan Sebastián López García.
La segunda cuestión tiene que ver exclusivamente con la actualidad política. En esta localidad gobierna desde hace 16 años Teodoro Sosa Monzón, líder del partido Bloque Nacionalista Rural (BNR) que, en coalición con Nueva Canarias (NC), ha arrasado en los últimos tres comicios (2011, 2015 y 2019). Hace cuatro años, Sosa acumuló el 73,89% de los votos y 17 de los 21 concejales. Preguntar por él en estas calles suele traer consigo respuestas positivas.
“Para mí, [la alta tasa de participación] es por el alcalde, que lo está haciendo estupendamente”, opina Carmen, de 67 años. “Como el ayuntamiento hace mucho por el pueblo, la gente demuestra su gratitud con el apoyo”, agrega Alejandro, de 40 años. “En este tiempo que lleva gobernando Teodoro, hemos visto que Gáldar ha experimentado un cambio radical en todos los sentidos. Ha vestido mucho a esta comarca y ha hecho muchas obras para nosotros”, añade Adrián, de 30 años.
Otras voces, eso sí, aseguran lo contrario. “Aquí se motiva el voto bajo falsas promesas de contratación. Y yo intuyo que lo que hay es un poquito de ‘ayúdame, y luego entras’. En Gáldar no se ha creado empleo y lo que se ha hecho es externalizar los servicios públicos. Sosa está muy endiosado, pero a través de la publicidad. No tenemos un buen alcalde, sino un director de marketing”, afirma un hombre que prefiere reservar su identidad.
El líder de un partido canario en el municipio “obsesionado” con la canariedad
Sosa es visto como el regidor que ha desbloqueado el mayor número de demandas históricas de la región, gracias, en parte, por tener a sus socios de NC gobernando en el Cabildo de Gran Canaria (de hecho, él mismo es consejero de Presidencia en la corporación insular).
“En otros municipios se quejan ahora del dinero que puede llegar desde el Cabildo, pero es que el acumulado de despropósitos que llevamos aquí es impresionante. Ahora por fin alguien ha conseguido desbloquear eso”, destaca Raúl Mendoza, director de la Academia de Dibujo y Pintura Josefa Medina.
Pero el líder de BNR también es referido como el candidato que mejor representa la canariedad, algo con lo que los galdenses están “obsesionados”, continúa Mendoza. “Aquí es casi psiquiátrico. Pero porque es parte de nuestra identidad”.
Gáldar fue pionera en 1949 con los yacimientos de El Agujero y La Guancha, de los primeros de carácter arqueológico declarados en Canarias. Y cuenta con la Cueva Pintada, la estación de arte rupestre más importante de todo el Archipiélago.
Durante esta campaña electoral, el líder de Nueva Canarias y actual vicepresidente del Gobierno canario, Román Rodríguez, firmó en este mismo municipio el manifiesto Cueva Pintada Agáldar, con el que se compromete con “la investigación, conservación y difusión de la cultura indígena de las islas”. En la firma de la rúbrica, también estaba Sosa.
“La crónica de Francisco López de Ulloa del siglo XVII dice de Gáldar ‘a donde se quedaron a vivir muchos canarios’, que eso, en las crónicas de después de la conquista, no se dice en Canarias sobre ningún otro lugar”, razona López García, quien al mismo tiempo cree que “el arraigo en la comarca está muy vinculado a un sentimiento, incluso un orgullo de pertenencia”.
“Nos podríamos retrotraer a muchos siglos atrás, cuando la gente vivía en las casas de sus antepasados y para ellos era un blasón de gloria vivir en ellas. Hay un sentimiento de galdaridad. Y la gente que lleva todo este sentimiento trabaja en una misma línea: reforzar la identidad galdense como un bastión en Gran Canaria”, remacha el cronista.
Abstencionismo histórico
Canarias registró en 2019 dos datos electorales de los que poco puede presumir: fue la comunidad autónoma con mayor abstención en las elecciones generales, con un porcentaje del 44,56%; y reportó su menor tasa de participación en los comicios autonómicos, con solo el 52,6%. En los últimos años, la tendencia en ambos casos va a peor. Y el concepto de “cultura política”, que ya era escaso en las Islas, según el politólogo García Rojas, continúa menguando.
Primero, el experto achaca los bajos registros a una cuestión técnica, ya que, según detalla, muchas personas en Canarias no acuden a votar por no estar empadronadas en el municipio de residencia. Y segundo, García Rojas considera que el Archipiélago no ha cultivado la “cultura cívica”, al contrario de lo que ocurre en otros puntos de Europa. “Diría que aquí hay un cierto rechazo a las instituciones”, resalta.
Para el también profesor de la ULL, tampoco ayuda la explosión demográfica de algunos territorios, en especial de Lanzarote y Fuerteventura, que han aumentado en grandes cantidades el número de residentes por la llegada de trabajadores extranjeros, pero pocos de ellos muestran real interés en la gobernanza regional. Curiosamente, en Pájara, en la isla majorera, la tasa de participación electoral en las elecciones municipales de 1979 alcanzó el 85,44%, el valor más alto de toda la comunidad. Cuatro décadas más tarde, ese porcentaje cayó al 52,63%.
“Aquí mucha gente opina que todos los políticos son iguales. Pero porque el canario prototípico de Santa Cruz de Tenerife, por ejemplo, donde ha habido una abstención histórica bastante notable, no tiene cultura cívica, no participa a través de las asociaciones y por lo tanto tiende a votar mucho menos”, concluye García Rojas.
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