El asesino de Olot estaba “tranquilo” después de cometer los cuatro crímenes

Los dos hombres a los que también quería matar desconocen el por qué

GIRONA, 13 (EUROPA PRESS)

El asesino múltiple de Olot, Pere Puig, estaba “sereno y tranquilo” después de cometer los cuatro crímenes e incluso fue amable con la clienta de la CAM que entró en la sucursal cuando Puig ya había matado a dos de los empleados, según ha detallado la testigo esta tarde en la Audiencia de Girona.

“Entré para sacar dinero y vi que no estaban ni Rafel Turró ni Anna Pujol y me pareció ver a un hombre con un bastón, entonces pensé en sacar el dinero del cajero y el hombre --Pere Puig-- se me acercó y me dijo al oído que me marchara si no quería que me matara; yo me reí y le dije si estaba gastándome una broma, entonces, me apuntó con el rifle y me dijo, tan tranquilo, que si no me marchaba me mataría”, ha relatado la mujer.

Esta testigo incluso ha reconocido que mientras Puig le decía esto, lo hacía en un tono “amable”.

También ha declarado una chica que se dirigía a un comercio cercano a la CAM y que vio como el procesado, “sin nervios”, bajaba del coche, cogía el rifle y entraba con él en la sucursal bancaria; “justo veo que entra y ya oí el primer disparo”, ha dicho.

En seguida, ha continuado, escuchó el segundo disparo y desde fuera pudo ver como Rafel Turró “como desaparecía por debajo de la mesa”, aunque no sabía si estaba herido o intentaba esconderse.

Cruzó la calle, entró en un comercio y le dijo a la dependienta que llamara a la policía porqué “algo raro” estaba pasando en la CAM.

En ese momento, un coche de la Policía Municipal se paraba a multar al coche de Puig, que estaba mal estacionado, y salió a advertirle de los sucedido en la entidad bancaria.

“Déjate de poner multas que pasa algo raro en la CAM”, le dijo la chica al agente; en el instante en que el acusado salía del local y entregaba el arma a la policía.

“No vi si salió con las manos en alto o cómo, me di cuenta de que ya estaba fuera porque se puso a mi lado y entregó el rifle si ofrecer ningún tipo de resistencia”, ha contado.

Por la Audiencia de Girona también han pasado los otros dos empleados de la CAM, el director -que no estaba en la oficina en el momento del crimen-y un tercer trabajador, que se encontraba en el piso de arriba y se escondió debajo de una mesa por miedo a que Puig también le disparara.

Ambos han contado que cada uno de ellos tenía un sitio asignado y que el acusado, la mayoría de las veces, trataba con alguna de las dos víctimas; también han recordado que tenía una tarjeta de crédito y una cuenta abierta en la entidad, así como que a veces se retrasaba con los pagos de la tarjeta.

El director de la CAM de Olot ha recordado que ya conocía a Puig de hacía tiempo, ya que había trabajado en una sucursal de la entidad en Sant Esteve d'en Bas de la que el procesado era cliente.

Como curiosidad, ha señalado que los viernes iba a la oficina y les pedía que le guardaran la tarjeta de crédito hasta el lunes para que no pudiera gastarse el dinero.

El empleado que sí presenció los crímenes ha indicado que cuando el acusado entró dijo “esto es un atraco” y que al acto disparó a Turró, aunque la bala no acertó y mientras la víctima se levantaba, efectuó un segundo disparo.

En ese momento, el empleado se escondió, oyó un segundo disparo y como Puig advertía a una clienta de que si no se marchaba la mataría; tras lo que oyó abrirse y cerrarse la puerta, aunque no salió por miedo hasta que entró otra persona que resultó ser ya un Mosso d'Esquadra de paisano.

PUIG TAMBIÉN QUERÍA MATARLES

En la sesión de esta tarde también han declarado los dos hombres a quienes el procesado dijo que también quería matar, un amigo de los dos constructores muertos y el propietario del bar de la Canya; aunque ninguno de ellos conoce los motivos por lo que Puig querría haberles matado.

El amigo de los Tubert, normalmente desayunaba con ellos pero ese día no acudió al bar porque estaba cazando y se enteró de los hechos por los medios de comunicación.

No fue hasta el día siguiente, en el tanatorio, cuando descubrió en un periódico que también quería matarle a él.

“No puedo saber por qué quería matarme, creo que no le he hecho nada. Quizá sí que miro mal a la gente sin darme cuenta, pero no le he hecho nada”, ha comentado el hombre, que ha sostenido que nunca se rió del procesado.

“Pere Puig ha sido toda la vida alguien muy responsable y buena persona, aunque dejó de serlo el día de los autos”, ha resuelto.

El propietario del bar, que el día de los hechos estaba en el médico, tampoco conoce los motivos que podría tener Puig para matarle y ha insistido en que nunca le miró mal ni se rió de él porque era un cliente.

También ha apuntado que hacía un tiempo que no iba al local porque se discutió con la camarera; ésta fue a pedirle al acusado que quería de postre y él le dijo que a ella, entonces ella respondió que no entraba en el menú y Pere Puig se levantó y se fue, ha contado el dueño de 'La Cuina de l'Anna'.

La abogada de la defensa, Núria Masó, para reforzar la tesis de que Puig sufre un trastorno, ha preguntado a ambos si habían visto al acusado vestido de manera extraña y han dicho que sí, que le gustaba vestirse de sheriff, “con sombrero de baquero y pistola y estrella de mentira”.