Una palmera de hojaldre que viaja por toda la isla Gran Canaria se ha convertido en un ejemplo de éxito empresarial para sobrevivir e incluso crecer en tiempos de coronavirus. El pasado 14 de marzo España se paralizó. La COVID-19 había entrado de lleno y el Gobierno tomó la decisión de confinar a la población para evitar la propagación del virus. La mayoría de negocios tuvieron que detener su actividad y hacer un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) a sus trabajadores, otros tenían que continuar haciendo frente a un virus tan desconocido como aterrador. La Pastelería San Nicolás, en La Aldea de San Nicolás, es un claro ejemplo de subsistencia al virus y Tanausú Hernández es el capitán de un barco que comienza a coger un nuevo rumbo.
Tras la declaración del estado de alarma, Tanausú se vio obligado a cerrar las puertas de su pequeña dulcería en el casco urbano del municipio del oeste de Gran Canaria y hacer un ERTE a sus dos trabajadoras. Tres semanas en casa con cero ingresos le bastaron para encontrar la manera de volver a abrir las puertas a su público, que ya le reclamaba el retorno de sus dulces, especialmente de las palmeras, los bollos y el queque, sus tres productos estrella.
En ese momento surgió la idea de La Palmera Viajera. A través de las redes sociales lanzó un reto que se ha hecho viral. Con sus tradicionales palmeras de chocolate, rellenas de crema o Nutella, se propuso viajar por toda La Aldea a través de imágenes subidas a redes sociales por sus clientes con el dulce en la mano y un paisaje detrás. El desafío consiste en adivinar de qué lugar se trata. La experiencia ha sido tan bien recibida que comenzó a caminar por toda la Isla. Le envían fotografías desde Agaete, Moya, Telde, Las Palmas de Gran Canaria, Mogán o San Bartolomé de Tirajana, entre otros, para hacerse con la mayor cantidad de reacciones en la red social. La pastelería aldeana ha conseguido hasta cambiar la costumbre de que las velas de cumpleaños se soplen sobre una tarta para hacerlo sobre una palmera viajera.
Cuenta que la idea surgió al ver que muchos de sus vecinos la expresaban las ganas que tenían de comerse la famosa palmera de chocolate aldeana. En pleno confinamiento y con la posibilidad de seguir trabajando pensó: “Nosotros vamos a llevar la palmera a las casas directamente”. De este modo comenzó el reparto en La Aldea y a través de un bazar con el que trabaja en Agaete hizo que también llegasen al municipio vecino. “Empezamos a repartir y la gente respondió muy bien”, relata. Cuando se permitió el desplazamiento entre municipios muchos llegaban hasta su pastelería preguntando por ellas. Hasta el cómico Kike Pérez o la cantante Cristina Ramos han disfrutado de estos dulces aldeanos.
Apasionado de la repostería, Tanausú se inició en este mundo con su padre en la Panadería Tasarte, en uno de los barrios más alejados del municipio aldeano de donde proviene su familia y que da nombre al negocio. Desde muy joven tenía claro que quería entrar en el mundo de la pastelería, así, siempre que tenía la oportunidad realizaba cursos de formación hasta que llegó el momento de emprender su camino. La aventura comenzó en 2015 cuando puso en marcha la idea en un local que ya había funcionado como pastelería en La Aldea. Al poco tiempo creció y en el establecimiento contiguo montó una cafetería donde disfrutar de sus productos. Reconoce que tuvo la suerte de conseguir “buenos contactos” y gente que le ayudó “mucho desde el principio”, todo ello acompañado de su esfuerzo y la pasión por su trabajo ha hecho que en estos cinco años los resultados sean muy positivos.
La llegada del coronavirus le supuso un disgusto. No saber qué ocurriría, cuanto tiempo tendría que estar cerrado al público, las consecuencias que eso podría tener en su negocio o el futuro de sus trabajadoras. La incertidumbre de esas semanas le hicieron mella hasta que decidió reactivarse a través de los pedidos a domicilio. Ahora, casi tres meses después de aquel 14 de marzo no puede ocultar su alegría. “A los pocos días de empezar tuve que volver a incorporar a las trabajadoras porque fue un boom de trabajo”, cuenta orgulloso a la vez que agradece el buen recibimiento de los clientes. “Ahora empieza otro trabajador, estoy aumentando la plantilla en plena pandemia porque tengo más trabajo que antes”. No obstante, es cauto y prefiere observar cómo transcurre el negocio para adelantar previsiones de futuro. “No tengo mucho espacio para crecer en el local en el que estoy, pero espero seguir vendiendo a pequeños comercios y ampliar un poco la producción”.
Las redes sociales, sus grandes aliadas
Con una aparente timidez, Tanausú asegura que nunca ha sido una persona muy activa en redes sociales, de hecho en estos momentos no las utiliza en el ámbito personal. Sin embargo, reconoce que para sacar adelante su negocio han sido sus grandes aliadas. A través de Facebook e Instagram da a conocer sus productos y cuenta las últimas novedades en su negocio. “Yo soy anti redes sociales pero a nivel de empresa son un boom y me han ayudado mucho”. Tiene claro que en tiempos de crisis la clave está en la reinvención, en la búsqueda de oportunidades donde abrir nuevos nichos de negocio para expandirse.