‘Ya voy’
A Guna Tobal, siempre, desde que era pequeña, le había gustado escribir y, muchas veces, lo hacía de cabeza. Tarareaba para sí misma historias de brujas, burras y luces misteriosas.
- ¡Guna! Deja de jugar y ayúdame a tender esta ropa— gritaba tía Jacinta.
- Ya voooooy— se resignaba Guna.
Antolín, el librero, era quien había enseñado a leer y a escribir a la pequeña que, una vez, suplicándole que lo hiciera, le contó una historia tan buena, tan buena, tan buena que el viejo hombre lloró de la emoción y no se pudo resistir a enseñarle todo lo que sabía. Estaba convencido de que Guna Tobal algún día sería conocida como La gran escritora.
La muchacha escribía cuando podía porque tenía que cuidar de siete hermanos. Hacía uso de servilletas manchadas de grasa, cartones de huevos o el papel de las facturas caducadas que cogía de la ventita de su madre.
- Guna, déjate de garabatear y atiende a la señora Luisa. Corta 100 gramos de jamón ahora mismo.
- Ya voooooy.
Siempre parecía estar a punto de encontrar una buena historia cuando la vida la interrumpía. «Quizá el conde podría ser una condesa disfrazada que llegó por…».
- ¡Guna! ¡Más carne!— interrumpía desde la mesa de la cocina su hermano pequeño.
- Ya vooooy— gritaba Guna cogiendo el caldero de carne con papas.
A media tarde, todos sus hermanos estaban fuera; correteando por las calles, pegándose con otros niños o cazando lagartijas. Guna, por supuesto, aprovechaba para escribir.
- ¡Guna! ¡Guna! ¡Ven, corre! — se escuchaba gritar a uno de sus hermanos que aparecía por la casa, llorando, con una rodilla ensangrentada. Guna resoplaba.
- Ya vooooooy.
La madre llegaba siempre pasadas las diez de la noche, de lunes a domingo, borracha como una cuba.
- ¡Una más, Guna! ¡Una más! ¡Bebe conmigo! ¿Ya tienes edad de beber?— decía entre risas.
Cuando caía, solo cuando su madre caía al suelo, Guna se levantaba malhumorada dejando el papel en blanco. «Ya voooooy», decía para sí misma con lágrimas de frustración en los ojos dispuesta, como cada noche, a cargar a su madre hasta la cama.
Aun así, a medida que la vida de Guna Tobal avanzaba, sus ganas de escribir también lo hacían, a pesar de todo. Quiso escribir cuando conoció al amor de su vida, Paco, pero nunca logró hacerlo.
« ¿Podrías ayudarme con esto?», pedía Paco. «Ya voy», decía Guna. « ¿Podrías acompañarme a ir a ver a mi madre?»; « ¿Podrías cuidar de mi hermana esta tarde?»; « ¿Podrías ir a recogerme este papel?». «Ya voy». «Ya voy». «Ya voy». Así que Guna Tobal, ni de Paco ni de amor escribió porque no tuvo tiempo aunque sí pensó hacerlo cuando parió a Carmen y Paco (hijo) pero tampoco lo hizo.
« ¡Guna! El niño está llorando». «Ya voy». «¡Guna! Necesitamos pañales». «Ya voy». «Guna, hay que llevar a esta niña al médico». «Ya voy». « ¡Mamá! ¡Mamá! No sé dónde están mis zapatos». «Ya voy». « ¡Mamá! Llegamos tarde al cole ». «Ya voy». « ¡Mamá! Tenemos que ir a recoger el traje del festival». «Ya voy». «Guna hay que lavar esta ropa». «Ya voy». « ¡Mamá! Tenemos que ir a recoger a Pablo a su casa». «Ya voy». «Guna, ¿Podrías ayudarme con esta costura?», preguntó la vecina. «Ya voy». « Mamá, acuérdate de que me tienes que firmar las notas antes de salir». «Ya voy». « Mamá, ¿me compraste compresas?». «Ya vooooy». « Guna, el banco cierra a las tres». «Ya voy». « Mamá, ¿me puedes ayudar con esta tarea? ». «Ya voy». « Cariño, ¿Dónde estás? Te estoy esperando». «Ya voy». « Guna, hay que ingresar a mamá en otro centro de desintoxicación». «Ya voy». « ¡Guna! Tenemos que hablar, ¿vienes?». «Ya vooooy». «Guna, ehh…». «Ya voy, ya voy, ya voy». « Mamá tenemos hoy una exposición en la facultad». «Ya voy». « ¡Guna! Tienes que firmar ya los papeles del divorcio; no espero más». «Ya voy». « Mamá, ¿todavía en la cama? Llegamos tarde a la graduación de Paco (hijo)». «Ya voy». « Mamá, tienes que animarte. Te necesito». «Ya voy». « Mamá es el día de mi boda, ¡Te estamos esperando para salir! ». «Ya voy». « Mamá; Javi y yo tenemos que darte una noticia; ¿Puedes venir a casa?». «Ya voy». « ¡Abuela! ¡Abuela! No sé dónde están mis zapatos».
[…] […]
« ¿Aaa… abuela? ».
Y así, Guna Tobal, como un sinfín de mujeres, nunca tuvo tiempo de ser… quien en realidad era.
** 8 DE MARZO: Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Dedicado a todas esas mujeres que SIEMPRE FUERON pero que la desigualdad, materializándose en una sobrecarga familiar y emocional se llevó sus vidas, y sus sueños, por delante.
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