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'Soles' que iluminan la memoria de Fuerteventura

Un grupo de investigadores de la Agrupación Astronómica de Fuerteventura y la prestigiosa arqueóloga María Antonia Perera piden que los dos “Soles” de Tejate sean declarados Bien de Interés Cultural (BIC). Promueven una iniciativa para que todos los grupos del Ayuntamiento de La Oliva respalden su declaración como BIC, una figura de protección que deberá ser validada por el Cabildo de Fuerteventura.

Su singular diseño, con un trazado geométrico tan preciso e ingenioso, es una de las características más notables que distinguen a estas dos construcciones de las demás que se conocen en Canarias y que las hace únicas. Estos vestigios del pasado aborigen de la Isla siguen sorprendiendo y guardando sus secretos. Cada uno de los dos “soles” está formado por un recinto circular de unos 34 metros de diámetro, del que parten una serie de muros rectos, hasta 59, en sentido aproximadamente radial, con una longitud de unos 17 metros cada uno. La separación de ambos “soles” es de unos 252 metros. Estamos ante una de las obras cumbre de la arqueoastronomía en Canarias.

Entre los dos “soles” también puede apreciarse otro recinto circular de igual diámetro que los anteriores, con otros cinco recintos adosados a su alrededor que a los investigadores les recuerda a los pétalos de una flor. Estas estructuras coliformes forman parte destacada de un conjunto arqueológico situado al sur de Lajares, que abarca las zonas contiguas de Tejate y Tisajoire y contiene otras muchas estructuras de piedra pertenecientes a un poblado prehispánico.

Situados sobre suelo privado, en 2017 la Fiscalía de Medio Ambiente investigó a técnicos del Ayuntamiento de La Oliva por la destrucción parcial de uno de ellos, al formar parte de un yacimiento prehispánico incluido en la Carta Arqueológica y registrado en el inventario de Patrimonio del PIOF. Se destruyó aproximadamente una cuarta parte de la estructura de muros radiales, de modo que ahora solo queda un 25 por ciento, ya que la otra mitad de los vestigios había desaparecido ya en épocas anteriores. Su restauración dependerá, en buena parte, de las fotografías disponibles, así como del uso de técnicas arqueológicas avanzadas.

“El que este yacimiento esté en terrenos privados no es el principal problema ya que el suelo tiene una protección integral, dentro de espacios naturales, pero necesita el mayor grado de protección para garantizar mejor la seguridad del mismo”, opina Antonia Perera, arqueóloga y pionera en el estudio del yacimiento. El Grupo de Arqueoastronomía de la Agrupación Astronómica de Fuerteventura intenta verificar la posible función como observatorio astronómico de esta sorprendente construcción. Recientemente, el investigador Carlos Vera presentó los resultados de la primera fase del estudio sobre los “Soles” de Tejate, realizado por este grupo creado al efecto. “Algo que me sorprendió fue ver la perfecta alineación entre sí de estas dos estructuras con la línea este-oeste o línea de los equinoccios”, aprecia Vera.

El estudio se ha centrado en principio sobre el “sol” situado al oeste, dado su mejor estado de conservación, utilizando para ello la copia de un plano topográfico facilitado por la arqueóloga Antonia Perera, que permitió medir con mayor precisión la disposición de los muros y buscar posibles coincidencias entre las direcciones a las que apuntan los pasillos formados por cada par de muros y los puntos del horizonte correspondientes al orto o el ocaso de los astros más destacados y más importantes para la cultura amazigh norteafricana (más conocida como bereber) que eran quienes habitaban las Islas antes de la conquista y colonización española, adonde según recientes investigaciones históricas, habrían sido deportados por el Imperio Romano en torno al siglo I.

Los restos de estas construcciones, en su estado actual, están tan mimetizados con el entorno que, vistos a ras de suelo pasan desapercibidos, parecen muros de rocas volcánicas. Solo desde el aire se puede apreciar claramente el conjunto, así como los detalles de su diseño, estructuras circulares hechas de piedras sobre piedras encajadas. Para Perera, este conjunto excepcional también ofrece connotaciones culturales y religiosas. “Desde que encontramos este yacimiento arqueológico en 1987, siempre nos ha sorprendido el nivel de precisión de su ejecución y la complejidad de su arquitectura tanto a nivel astronómico, arquitectónico, espacial y territorial”, destaca la experta.

“Por esta complejidad”, añade Perera, todavía no hay datos “completamente fiables”. “Hay tantos rayos y con tantas orientaciones que es fascinante seguir con su estudio”, comenta. “Por ello, además de observatorio astronómico, y teniendo en cuenta las costumbres de los pueblos de la cultura amazigh, además de centros de observación astronómica podrían ser lugares de reunión social y culto religioso. Lugares como estos, según los cronistas, eran llamados efequenes, y podían ser utilizados por los jefes de los clanes para reunirse y mostrar su poder religioso”, explica Perera.

Magec

Vera, sobre su investigación, destaca que le llamó la atención desde el principio “que los muros radiales no estuvieran bien alineados con el centro del recinto circular, como sería de esperar, sino que todos presentaban cierta desviación”. “Para intentar encontrar alguna explicación, un día decidí prolongar la línea central de cada pasillo hacia dentro del recinto circular, para ver si se formaba algún patrón geométrico con los puntos de cruce de las líneas, que me diera alguna pista”, señala.

Al hacer esto, se produjo el momento “más fascinante” de toda esta investigación: el trazado de los muros se hizo deliberadamente en dirección tangencial a una trayectoria circular que rodea al área central de la construcción, la cual debía de estar reservada para el culto a la divinidad y ocupada por un altar para las ofrendas, como suele ser habitual; no siendo posible, por tanto, utilizar dicho centro como punto de observación.

“Esta disposición tan ingeniosa de los pasillos está hecha de forma que, si avanzamos por ese camino circular que rodea al altar, moviéndonos en el mismo sentido en el que lo hace cada día la diosa Magec (el sol), es decir, avanzando del este hacia el oeste, pasando por el sur (en el sentido de las agujas del reloj, con el altar a nuestra derecha), entonces veremos cómo los pasillos se van abriendo, uno a uno, ante nuestra vista, dejándonos ver el correspondiente sector del horizonte por el que salen o se ocultan los astros”, explica.

“Pero, si avanzamos en sentido contrario, es decir teniendo el altar central a nuestra izquierda, todos los pasillos permanecerán cerrados a nuestra vista, impidiéndonos ver el horizonte durante todo el recorrido (tal vez como una especie de castigo simbólico de la diosa Magec por atrevernos a avanzar en contra de su movimiento natural)”, añade.

Más claves

SOLES. En 2010 Google Earth fotografió estos “soles”, pero son las estrellas las que pueden decir la fecha aproximada de la construcción del edificio. Para ello se han hecho simulaciones con el programa Stellarium, midiendo las posiciones de las 38 estrellas más brillantes y visibles a simple vista desde el año 2000 AC hasta el 1300 de nuestra era “encontrando una distribución más uniforme y con un máximo de coincidencias en torno al año 1000”, precisa Vera. El grupo de trabajo “Soles de Tejate”, formado actualmente por Carlos Vera, Isabel Domínguez, Gianfranco Costa, Salvadora Martel, Salvador González y Mary Nieves Vargas, seguirá analizando datos sobre el “sol” del oeste e intentará extraer alguna información del “sol” del este, a partir de septiembre.

PATRIMONIO. Nadie puede poner en duda el valor de los Soles de Tejate. Las dos estructuras de piedra son piezas fundamentales de un patrimonio que hay que proteger y acondicionar. Por ello a Perera le sorprende cómo todavía no han sido catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC). “Las características tan singulares de estas construcciones, con ese trazado geométrico único en Canarias, además de su interés científico tanto desde el punto de vista arqueoastronómico como etnográfico, las convierte indudablemente en piezas de nuestro patrimonio de extraordinario valor”. De la misma opinión es Vera: “todo lo que se desprende de los estudios realizados justifica sobradamente que se les dedicara una mayor atención por parte de nuestras instituciones, comenzando por una protección más efectiva y un estudio arqueológico serio y en profundidad. Su declaración BIC, junto con un acondicionamiento y reconstrucción parcial de la estructura, lo convertiría sin duda en un importante atractivo cultural y la recuperación de nuestra memoria, la memoria de los majos”.