¿Y si el tesoro que se esconde bajo las islas Canarias no fuera el telurio, sino las esponjas y corales?
El monte submarino Tropic, cuya tutela reclama España, alberga reservas enormes de metales imprescindibles en la alta tecnología y las energías renovables, pero puede que ese no sea su único tesoro, ni el más valioso -según se mire-, sino sus hábitats de esponjas y corales.
Situado a 500 kilómetros (269 millas náuticas) del puerto de La Restinga (El Hierro), el límite meridional de Canarias, Tropic es un antiguo volcán que se levanta en el lecho del Atlántico desde profundidades de 4.200 metros hasta algo menos de 1.000 metros por debajo del océano y cuya existencia se conoce desde hace tiempo.
Sin embargo, su fama mundial es reciente, se remonta a año 2016, a la expedición científica británica que descubrió que las costras de ferromanganeso que recubren sus laderas tienen concentraciones de telurio casi sin precedentes en ningún otro yacimiento del planeta. Y no solo de telurio, también de cobalto y de otros elementos catalogados como estratégicos por la propia Comisión Europea.
El último número de la revista Science le pone cifras: si los cálculos del equipo que exploró Tropic desde el buque James Cook son correctos, en ese monte hay cobalto suficiente para construir 277 millones de coches eléctricos (54 veces la flota mundial actual de esos vehículos) y telurio bastante para fabricar paneles solares que cubrirían por sí solos la mitad del consumo de electricidad del Reino Unido, la séptima potencia económica del planeta.
Pero está por ver que algún día se pueda explotar esa riqueza mineral, no solo por las dificultades técnicas que aún entraña la minería submarina, sino por el embrollo legal que envuelve al monte Tropic. Geológicamente, Tropic es uno más entre decenas de montes en la llamada Provincia submarina de Canarias y Naciones Unidas tiene desde hace cinco años sobre la mesa una petición de España para asumir su titularidad, ampliando la plataforma continental del archipiélago desde las 200 millas actuales hasta las 300.
Sin embargo, la reclamación que hace España de esa zona del Atlántico se superpone en el monte Tropic a la que también podría hacer el Sahara Occidental, administrado por Marruecos.
Más allá del conflicto de intereses políticos y legales, equipos científicos internacionales empiezan a publicar trabajos que advierten de que en Tropic hay algo más que materias primas para una soñada revolución tecnológica verde, hay ecosistemas muy valiosos, relativamente escasos y con un estado de conservación “prístino”.
Es la tesis que defienden en la revista Frontiers in Marine Sciencies catorce investigadores de las Universidades de Edimburgo (Reino Unido), Azores y Oporto (Portugal), Bergen (Noruega), la Sorbona (Francia) y Nova Southeastern (EEUU), además del Centro Nacional de Oceanografía (NOC) del Reino Unido. Y entre ellos figura el director científico de la misión que descubrió el yacimiento de telurio, Bramley Murton, del programa MarineE-Tech del NOC.
Este grupo de científicos, encabezado por Berta Ramiro Sánchez, de la Escuela de Geociencias de Edimburgo, sostiene que ese monte submarino situado aún en aguas internacionales debe ser protegido bajo la figura de Área Ecológica y Biológicamente Significativa, porque alberga “numerosos ecosistemas marinos vulnerables”.
En concreto, detallan que las propias imágenes de vídeo tomadas por los robots de la expedición que descubrió el telurio muestran que Tropic está cubierto por corales de quince especies y esponjas conocidas como hexactinellidas (Poliopogon amadou) también documentadas en algunos fondos marinos de Canarias, de Azores o de Brasil, pero que aquí tienen densidades y características “únicas”
Estas imágenes, añaden, muestran, además, huevos de calamares de aguas profundas, que sugieren que se trata de un área de cría para esa especie, así como jardines de colares comparables a los que se han documentado en otros montes submarinos de Canarias como el Banco de la Concepción (al nordeste de Lanzarote) o El Hierro Ridge.
“Tropic alberga comunidades bentónicas diversas y casi prístinas, incluyendo varios ecosistemas marinos vulnerables” -subrayan- que han crecido gracias a las privilegiadas condiciones de nutrientes que proporcionan el afloramiento de aguas profundas del norte de África y el aporte de minerales de las calimas del Sahara.
Y sobre todo, remarcan, se trata de ecosistemas formados por especies de crecimiento extremadamente lento, muy vulnerables a impactos humanos como la pesca de arrastre o la minería de aguas profundas. Y difícilmente iban a soportar el impacto de que se arranque a ese monte submarino su preciada costra de 20 centímetros para extraer de ella los minerales “high-tech”.
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