La prohibición se produce después de la denuncia presentada el pasado año por un grupo de vecinos de la zona centro de la capital tinerfeña, que sienten vulnerados sus derechos por el volumen de la música de los quioscos desde la tarde hasta la madrugada durante al menos una semana. La suspensión no es definitiva y el Ayuntamiento negociará con los vecinos el lunes en los juzgados para intentar llegar a un acuerdo.
Los actos previos del carnaval de Santa Cruz de Tenerife comenzaron a finales de enero con la presentación de las candidatas a reina de las fiestas y finalizarán el 25 de febrero. Hasta esa fecha tendrán lugar los concursos de murgas y agrupaciones musicales y también se celebrará la elección de la reina de las fiestas, acto que tendrá lugar el 14 de febrero, a la que seguirá dos días después la cabalgata anunciadora y el resto de celebraciones.
Pero lo que corre peligro son las fiestas que se celebraban en torno a los quioscos instalados por las calles de la zona centro de la capital tinerfeña y en torno a los templetes con actuaciones.
Advertencias de “delito de desobediencia”
Previo a la suspensión comunicada este jueves, el Tribunal Superior de Justicia de Canarias dio a conocer el 31 de enero una sentencia por la cual reconocía que ese ruido viola los derechos de los vecinos y que no debe sobrepasar los 55 decibelios. El abogado de los denunciantes, Felipe Campos, aseguró el 1 de febrero que la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias era clara y que de no cumplirla el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife “caería en un delito de desobediencia”.
Campos consideró “materialmente imposible no sobrepasar los 55 decibelios de ruido”, por lo que opinó que el Ayuntamiento debería trasladar el carnaval del centro de Santa Cruz a otra zona no residencial. Según el abogado, las mediciones realizadas por la Policía Local durante los carnavales de 2006 mostraron que el ruido llegaba a los 115 decibelios.
El carnaval de la capital tinerfeña se remonta al siglo XV, cuando, según la página del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, llegó de la mano de los conquistadores de las Islas, y tres siglos después comenzaron a celebrarse bailes y fiestas a los que las familias pudientes de la isla invitaban a viajeros distinguidos. Según la corporación municipal, la plebe también celebraba los carnavales, aunque las autoridades civiles y eclesiásticas no estaban de acuerdo, por lo que prohibían los bailes y las bromas de las máscaras en las vías públicas.
En 1523 Carlos I prohibió las máscaras y enmascarados, y Felipe II hizo lo mismo, mientras que Felipe IV restauró las máscaras. Ya en el siglo XX, en 1927, la Alcaldía prohibió que los hombres se disfrazasen de mujeres, algo muy frecuente en estas fiestas.
Al comenzar la guerra civil el carnaval se prohibió, algo que se mantuvo hasta la década de los años 60 del siglo pasado. A partir de 1945 se volvió a festejar el carnaval, pero de forma clandestina en las casas, y en 1965 se acordó pedir que las 'fiestas de invierno', como con anterioridad se denominaba a los carnavales, fuesen declaradas de interés turístico.
De este modo, en 1967 el carnaval se convirtió en fiesta de interés turístico nacional, y esta denominación se mantuvo hasta 1976, año en el que adoptó la de carnaval. Esta fiesta alcanzó su mayor reconocimiento el 18 de enero de 1980, cuando fue declarada fiesta de interés turístico internacional.
Así, el carnaval de la capital tinerfeña ha sufrido multitud de avatares y ahora se enfrenta a un nuevo cambio, que le obligará a reducir el volumen o celebrar los bailes en un lugar alejado de zonas habitadas