El 15 de noviembre de 1911 fallecieron seis obreros que trabajaban en el barrio de La Isleta después de que unos agentes de la Guardia Civil dispararan contra la multitud que se amontonaba en las puertas del colegio electoral de Molino de Viento en el barrio de Arenales.
En esa semana se celebraban elecciones locales en Las Palmas de Gran Canaria reñidas entre el Partido Liberal de Fernando León y Castillo y el Partido Republicano Federal de José Franchy y Roca. Tres días antes del fatídico acontecimiento, el 12 de noviembre, los candidatos del Partido Liberal, liderado por el alcalde de la ciudad Felipe Massieu y Falcón, habían ganado las elecciones y aspiraban a tener los 25 concejales del Ayuntamiento. Para ello, en el colegio electoral de Molino de Viento, en el barrio de Arenales, un testaferro rompió la urna con el fin de que se anularan las elecciones en esa mesa. Ante esto, al día siguiente la Junta Municipal decidió repetir la elección en la citada mesa.
Tal como recuerda el historiador Sergio Millares, el 14 de noviembre, ante los rumores de pucherazo y de violencia, algunas personas intentaron evitar la elección haciendo gestiones ante Felipe Massieu para que deje la oposición republicana algún puesto en virtud del artículo 29 de la Ley electoral por el que no se realizarían elecciones en caso de presentarse el mismo número de candidatos que de elegibles.
El día de los hechos la jornada electoral comenzó tensa en el citado colegio electoral, con discusiones sobre la validez o no de los votantes. La primera polémica tuvo lugar cuando un notario del Partido Republicano Federal fue expulsado de la sala. Sin embargo, el mayor revuelo ese día fue cuando numerosos obreros acudieron hasta el colegio ante la falsa noticia de que se había detenido a Franchy y Roca. Ante esto, la Guardia Civil se persona para custodiar la entrada del edificio.
Tras el cierre de las urnas, el lanzamiento de una piedra que cayó a los pies de los agentes provocó que estos dispararan varias ráfagas contra los concentrados, muriendo seis trabajadores del barrio de La Isleta: Pedro Montenegro González, Cosme Ruiz Hernández, Juan Torres Luzardo, Vicente Hernández Vera, Juan Pérez Cubas y Juan Vargas Morales. Días después la Benemérita emitió un comunicado justificando este acto porque fueron atacados por una multitud de 3.000 personas que les arrojaron piedras y les dispararon.
El pueblo no se calló y el 19 de noviembre tuvo lugar una manifestación multitudinaria por las calles de la ciudad. Tres días más tarde, el alcalde Felipe Massieu propuso en el Ayuntamiento que se indemnizara a las familias con 2.000 pesetas, lo cual fue acordado por los concejales.
El 25 de abril de 1931, tras la llegada de la II República, el pleno del Ayuntamiento de la capital acordó designar seis calles de La Puntilla, en el barrio de La Isleta, con el nombre de los obreros fallecidos. Estas vías fueron denominadas de esta manera hasta después de la Guerra Civil, cuando fueron cambiadas de nombre.
Ahora, un grupo de vecinos de la capital está recogiendo firmas para que estas calles reflejen, sin cambiar el nombre actual, el anterior con el fin de recordar esta historia. Así, exponen que el hecho de poner en las placas la expresión “antes” seguida del nombre anterior no acarrearía molestias a las personas residentes de las citadas vías públicas.