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Una difuminada réplica del 20A contrasta con la fuerza de sus motivos y la sensación de impotencia rabiosa

Protesta contra el modelo turístico convocada este domingo en el sur de Tenerife

Álvaro Morales

Adeje —

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El 20O nunca se concibió como una segunda manifestación masiva contra el modelo socioeconómico y de turismo de Canarias. Se quería como un recordatorio, un nuevo grito de repulsa de una importante porción de la sociedad canaria no solo por oponerse a que no hay vida más allá del turismo, sino que las consecuencias del modelo aplicado en gran parte de las Islas, especialmente en las comarcas Sur, les lleva demasiado tiempo perjudicando, así como a la conservación territorial y sostenible de un archipiélago conocido en su día como “afortunado”.

Si lo que buscaron algunos este mediodía en Adeje, en el Sur de Tenerife, era una réplica a la altura de las más de 100.000 personas movilizadas hace medio año, está claro que se equivocaron en cuanto al poder de convocatoria. Si lo que se pretendía era un pellizco importante en el corazón turístico de la Isla, es evidente que sí lo lograron porque la fuerza de los argumentos sigue intacta y, ahora, encima reforzada con una clara sensación de frustración e impotencia rabiosa porque parece que da igual lo que hagan, que poco cambiará en el sentido que anhelan. En definitiva, que los gobiernos seguirán sordos y a lo suyo.

Una de las pancartas de este soleado mediodía sureño parecía resumir precisamente eso y advertía del siguiente posible paso: “Lo pedimos hoy por favor por última vez”. Como que el cansancio pesa y las formas de las protestas pueden cambiar desde ahora. 

Aunque la concentración, convertida luego en marcha hacia las playas de Adeje, se convocó a las 12:00 horas junto al centro Metrópolis, no comenzó a caminar hasta 45 minutos después. Durante gran parte de este tiempo, los participantes apenas ocuparon unos 200 metros lineales (como mucho) del paseo que lleva a las calas adejeras, si bien luego se fueron sumando más manifestantes. A falta de cifras mucho más concretas, si bien en este caso los organizadores no pondrán el acento tanto en esto, sino en la fuerza de los motivos, la cantidad de 5.000 personas se manejaba entre algunos participantes experimentados en estas luchas antes de comenzar a caminar. No obstante, su experiencia contrastaba también con la masiva presencia de gente joven, el pulmón de este movimiento, al menos ahora.

Eso sí, más allá de las cifras, la fuerza de las consignas, la clarividencia de muchas pancartas y algunas frases lapidarias coreadas a medida que la marcha avanzaba sí estuvo a la altura del histórico precedente del 20A. Allí estaban de nuevo los “muñecos” de Fernando Clavijo y Jorge Marichal (Ashotel); algunos “disfraces” meritorios, como el de una pala que recogía a un cetáceo (emulando imágenes reales) con su conductor dentro con un tocado repleto de billetes de muchos euros“, y muchas banderas independentistas. También hubo alguna autonómica, de Palestina, de partidos minoritarios (como el Comunista del Pueblo Canario) y movimientos anticapitalistas, pero lo importante era la coincidencia en que el modelo turístico se ha desmadrado, que los beneficios no se reparten como se debería y las consecuencias en el presente y el futuro son simplemente insostenibles e inaceptables.

Cartelería y consignas ya escuchadas

Si un participante o testigo se quedaba en un mismo sitio viendo pasar la protesta, tardaba unos 20 minutos en ver la cabecera, al son de tambores y chácaras, y la cola. Por el medio, consignas de toda la vida y algunas reforzadas desde abril para estas ocasiones, como “que Coalición Canaria es una inmobiliaria”, “tu negocio es mi miseria”, “Canarias no se vende, se ama y se defiende”, “no hay pan pa’ tanto chorizo”, “menos turismo y más fundamento” o “gobierne quien gobierne, Canarias se defiende”. Incluso, algunos subieron el tono contra el presidente regional y se atrevieron con un “Clavijo, c…, te veremos en prisión”.

La cartelería también mostró imaginación y perspectiva humanista, como una que aclaraba que “la invasión no viene en patera o cayuco”. Además, hubo varias denunciando el “genocidio canario”, otras que reivindicaban “más aguacates y menos ladrillos” (lema en diversas camisas), algunas que recordaban la emergencia hídrica en contraste con los campos de golf, otras que recalcaban que, en realidad, “es el turismo el que vive de nosotros” y que, en el fondo, es fruto del más implacable capitalismo enemigo de todo lo que huela un poco a sostenibilidad.

Al poco de alejarse del punto de partida, los turistas que antes fotografiaban a los manifestantes hacían “vida normal turística” con el azul Atlántico como fondo, los surferos aprovechando algún pico, paseantes hacia Los Cristianos (Arona) como si nada fuera con ellos y La Gomera siluetada en el horizonte. Era el claro contraste de un domingo de pleno verano en octubre en un paraíso con muchas interpretaciones radicalmente opuestas, como bien evidenciaba ayer esta protesta y el día a día del “motor económico” isleño.

Mientras, la marcha llegaba al litoral más turístico de Playa de Las Américas, con muchos visitantes sacando fotos al “espectáculo”, algunos, incluso, interesándose por sus causas y exigencias, pero otros muchos absolutamente en un mundo paralelo. 

Los momentos más intensos se vivieron en algunas de las playas de Adeje, como en la de Troya. Los manifestantes pasaron a la arena, junto a los bañistas, e hicieron coros en torno a algunos turistas que, en algunos casos impertérritos, aguantaron las consignas y el momento en unas imágenes que muchos buscaron y que otros usarán como ejemplo de hostigamiento al subsector clave. 

El movimiento del 20A mantiene su fuerza por su razón de ser, pero réplicas como la de hoy, por mucho mérito que tengan los participantes un domingo por la mañana en el Sur más turístico, que lo tienen, quizás alivian a los que enseguida usan el verbo “pinchar” sin reparar en que, hace nada, dijeron escuchar el hondo rechazo de buena parte de la sociedad canaria a este modo depredador de concebir y seguir intensificando la gallina de ciertos huevos de oro… Para unos más que para muchos, por supuesto.

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