El agente del Cuerpo General de la Policía Canaria Horus L.C. ha rememorado este lunes ante la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas, presidida por Emilio Moya, cómo su jefe se abalanzó sobre él con las luces apagadas y le arañó el cuello, para posteriormente endosarle la agresión a una persona que había sido detenida durante la final de murgas de los Carnavales de 2013 de la capital grancanaria.
Su superior, por su parte, ha negado los hechos y ha asegurado que el agente se aquejó de una dolencia en el cuello tras la detención, que poco tenía que ver con la que mostró tiempo después de que saliera de su despacho. Asimismo, hizo referencia al ambiente de hostilidad que se vivía en la base después de la aplicación de un cambio de horario en la plantilla.
La Audienca ha comenzado a juzgar este lunes el denominado caso Ladrillo, por el que Horus L.C. no solo figura como denunciante, sino que se sienta en el banquillo de los acusados al reconocer haber firmado un atestado policial falso junto a Francisco de Asis P.G., para los que la Fiscalía pide una pena de cuatro años de prisión, una multa y la inhabilitación para empleo o cargo público por espacio de tres años, por un delito de falsedad.
A su lado han comparecido como acusados el subinspector Carmelo Martín S.D., cuya apariencia ha cambiado notablemente desde la última vez que acudió a un acto público, y el asistente de éste durante la noche en que sucedieron los hechos, Luis Jesús R.M. El Ministerio público solicita para ambos una pena de seis años de cárcel e inhabilitación de nueve años por falsedad documental, atentar contra los derechos individuales y al primero de éstos le añade un delito de lesiones.
A preguntas de la fiscal, Horus L.C. recordó que la madrugada del 10 de febrero de 2013 recibieron la alerta de que una persona estaba traficando con drogas en el Parque de Santa Catalina y que poco después dos compañeros acercaron al presunto vendedor a la zona donde se encontraban estacionados los vehículos del Cuerpo.
Fue cuando descubrieron una bolsa con una sustancia que posteriormente se descubrió que no era droga, cuando el detenido comenzó a desobedecer las instrucciones que le daban los agentes y a hacer aspavientos. Según su versión, Horus L.C. lo inmovilizó por la espalda y consiguió reducirlo junto a otro agente, cayendo los dos al suelo.
Tras esposarlo, se llevó al presunto traficante al Hospital Doctor Negrín para que se viera si tenía lesiones y para que se le identificara. El agente, sin embargo, no vio necesario acudir al médico, puesto que aseguró que en ningún momento el arrestado trató de agredirle y, por lo tanto, no mostraba heridas.
Por orden del subinspector Carmelo Martín S.D., en aquel entonces máximo responsable del Cuerpo en la isla redonda, llevaron al detenido a la base de la Policía Canaria, donde fue trasladado al calabozo. Posteriormente, continúa, “cuando subo a prestar declaración ocurren cosas extrañas”.
“Le dijo a Luis que apagara las luces”
El agente no tuvo reparos en recordar ante la Audiencia cómo entró en la estancia de Carmelo Martín S.D. y “el subinspector le dijo a Luis que apagara las luces del despacho y, mientras tenía la chaqueta medio descubierta, lo que hizo fue que se abalanzó sobre mí y me empezó a arañar el cuello”.
Desconoce qué utilizó supuestamente para herirle, aunque dijo pensar que se trataba de un bolígrafo. “Me dijo que eso era la Policía, que eso era así”, apostilló. Tras lo ocurrido, acudió acompañado por el también acusado Francisco de Asis P.G. al médico para obtener un parte de lesiones. Cuando regresaron, aseguró, el atestado policial en el que se atribuía la agresión al detenido ya estaba preparado.
Preguntado por los motivos por los que firmó el informe, lo que ha derivado en que se le acuse de falsificación, Horus L.C. – a quien se le ha diagnosticado la incapacidad total de la profesión habitual por trastorno ansioso y depresivo tras denunciar los hechos - reconoció que “yo solo quería salir de allí” y que “en mi mente, sólo pensaba por qué me había pasado este acto atroz, dantesco”.
Una tesis que mantuvo su compañero, Francisco de Asis P.G., quien dijo que no se fijó en el atestado, porque “aquello era un desorden total” y quería “poner fin a esa situación y marcharme”.
“Me propuso golpearme contra una columna”
Durante su intervención, Francisco de Asis P.G., que era responsable del equipo que realizó la detención, mantuvo que Horus L.C. no resultó herido durante la intervención y que la reducción fue “limpia”. Al llegar a la base, señaló que el subinspector le propuso convertir la falta en delito “golpeándome contra una columna de metal”.
A lo que el agente, con años de profesión a sus espaldas, se negó. Cuando posteriormente acudió al despacho, relató que vio salir a Horus L.C. con los arañazos en el cuello. “No hacía falta explicaciones”, apostilló.
En lo que tardó en denunciar el caso ante la Justicia, Horus aseguró que se encontraba en un proceso de “bucle” y que recibió un whatsapp del subinspector afirmando que le tenía en gran estima. Sobre los motivos por los que decidió denunciar, mantuvo que “no se puede vivir con la conciencia de que alguien va a pagar por algo que no ha hecho”.
La presencia de Luis Jesús R.M. en el despacho y su supuesta participación apagando la luz de la habitación fue puesta en duda por la defensa, dado que Horus L.C. fue el único que le situó en la estancia en el momento de la supuesta agresión. Por su parte, el asistente, que fue el responsable de escribir el atestado - pese a que no había estado en la zona en el momento de la detención y que era la primera vez que realizaba dicha tarea - dijo que todo lo esbozado en el texto se lo dijeron los agentes y no fue inventado.
“Tenía el cuello rojo”
Carmelo Martín S.D. negó los hechos que le atribuyeron los agentes y contó que acudió a la base esa noche para agilizar trámites –puesto que el resto de funcionarios no tenía los conocimientos necesarios para realizar el atestado – y que llamó a Horus al despacho para interesarse por su estado, puesto que le habían dicho que había sido agredido. Según su versión, una vez quedaron los dos solos, el policía le confirmó que el forcejeo y la reducción le habían producido lesiones. Tras esto, el afectado se abrió la chaqueta e indica que vio que el tono de su cuello era de color rojo, por lo que le envió al médico para elaborar el consiguiente atestado.
Fue tiempo después cuando, dijo, quedó captada la herida y la sangre que corría por su cuello, que en su opinión no pudo haber sido percibida por sus compañeros, puesto que el policía llevaba la chaqueta puesta.
Aunque en un principio habló de “desconocimiento” por parte del agente, Carmelo Martín S.D. aseguró no poder explicar los motivos por los que un policía podía llegar a autoinculparse para revelar una agresión que, según su versión, no ha ocurrido. Sin embargo, a preguntas de su abogado, dijo estar convencido de que las denuncias de varios agentes en primera instancia responden al llamamiento de un sindicato.
La situación de “hostilidad” de parte la base hacia su persona fue preguntada en diversas ocasiones por la defensa del subinspector, quien aseguró que no está en servicio activo desde final del pasado año, porque “no aguantaba más la presión”.
La chaqueta y la grabación
Durante el juicio, los abogados defensores trataron de sonsacar contradicciones entre lo declarado por los agentes en un primer momento ante la Guardia Civil y durante la fase de instrucción. El representante de Sosa, por su parte, llegó a vestir la chaqueta reglamentaria de la Policía Canaria, para demostrar que las heridas no eran visibles con el cuello subido. Sin embargo, Horus L.C. respondió que la vestimenta dejaba ver que el detenido no habría podido hacerle esas heridas, al estar la zona protegida.
Asimismo, expuso una serie de fotografías supuestamente captadas a las 07.00 horas, que no fueron mostradas en público y en las que, según se desprende de las declaraciones de los afectados, aparecían tres de los denunciados y Horus L.C. mostraba la herida en el cuello.
Dichas imágenes fueron captadas, al parecer, por un mando de la Policía Canaria que visionó las cámaras de seguridad junto al subinspector, su asistente y otro agente más. Imágenes que, pese a haber sido reclamadas, han desaparecido.
Entre las preguntas de la Fiscalía que no han podido ser respondidas en profundidad por el subinspector, se encuentran los motivos por los que el parte de incidencias en el que figura la lesión de Horus L.C. no cuenta con fecha ni firma y fue remitido al Juzgado con tres meses de retaso; y los motivos por los que el atestado policial no estuvo terminado y por lo tanto no se leyeron los derechos al detenido hasta las 08.00 horas, a pesar de que el agente fue al Hospital sobre las 05.00.