Un paseo por Puerto del Rosario: pequeña guía de la capital de Fuerteventura

Piedras centenarias. Vieja portada en Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura.

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No es una capital al uso. Hasta hace menos de cinco décadas, la antigua Puerto Cabras (así se llamó el sitio hasta 1955) era poco más que una hilera de casas aferradas a un cantil y una calle empinada que conectaba el puerto con la iglesia del lugar. Poco más que eso y algunas casas que se concentraban en torno a estos dos ejes: uno paralelo a la costa y el otro perpendicular a ella como arranque del camino que llevaba hasta Tetir, pueblo que ejercía de cabeza del municipio (por aquel entonces la capital estaba en la preciosa Betancuria). Puerto no es una ‘gran ciudad’. Decir lo contrario sería faltar a la realidad o exagerarla. Pero tampoco es un lugar por el que no hay que pasar cuando se visita Fuerteventura. Tiene su aquel. Y sólo por dar un paseo por el lugar que ejerce de centro de la isla merece la pena. Pero es que, además, te vas a llevar varias sorpresas, algunas fotos impactantes y una muy buena idea de la historia reciente de este lugar que existía antes de que los hoteles conquistaran el entorno de algunas de las playas más espectaculares del mundo. ¿Sabías, por ejemplo, que aquí se encuentra una de las colecciones de escultura pública más importantes del mundo? Pues eso.

El puerto y su entorno.- ES el lugar que le da sentido a la población. La vieja Puerto Cabras (era bonito el nombre…) aglutinó sus treinta casas en torno a esta pequeña rada que hoy luce como puerto moderno con su paseo marítimo y muelle deportivo. Pero hasta hace pocas décadas no era más que un embarcadero desde dónde salían toneladas de grano (sí, Fuerteventura, aunque no te lo creas, era uno de los graneros de Canarias) y cal viva. Hoy, los únicos restos de aquella ciudad portuaria primitiva se encuentran concentrados en tres lugares: Las Escuevas, el entorno de la Calle Virgen del Rosario y las manzanas que dan a la calle Doctor Mena y el tramo más bajo de León y Castillo. Hay verdaderas joyas de la arquitectura tradicional (aquí tan sencilla y poco dada al boato que uno tiene cierta sensación de estar en una isla griega). Algunas están muy bien conservadas y forman pequeños conjuntos que se pueden identificar como ‘casco histórico’ en miniatura (sobre todo en el pequeño tranco que forma la calle Eustaquio Escobar). Otras, como la casona que hay en Doctor Mena y León y Castillo, están en muy mal estado y apenas son una fachada y poco más.

Este eje patrimonial corre en paralelo a la costa en lo que hoy es una animada Avenida que hoy es uno de los puntos de interés del Parque Escultórico de Puerto del Rosario. Una de las cosas que sorprende de la capital majorera es la gran cantidad y la calidad de las esculturas que la adornan. Son el fruto de muchos años de trabajo del Simposio Internacional de Escultura, un certamen que cada año trae hasta la isla a reputados escultores para que trabajen y dejen su huella en la ciudad. Caminar junto al mar sirve para ir descubriendo las esculturas y el propio paisaje litoral. Si vas hacia el sur te vas a topar con la Playa Chica, un playazo que para sí quisieran muchas ciudades. Aquí tienes varias cosas que ver: la primera es un curioso esqueleto de ballena que forma parte de la llamada Senda de los Cetáceos que recorre toda la costa de Fuerteventura y la segunda es el Horno de Cal de la Familia Morales, uno de los muchos quemaderos de piedra caliza que recuerdan la importancia que esta industria tuvo en la isla hasta la mitad del siglo XX. Desde aquí parte un paseo marítimo que conduce hasta Playa Blanca (un arenal gigantesco con un pequeño campo de dunas) pasando por los Hornos de El Callao. El tramo de costa que va hacia el norte difiere en fisonomía: aquí domina el marisco y la piedra. No dejes de visitar los Hornos de El Charco. En este lugar se instalará el Centro de Interpretación de los Hornos de cal.

El Puerto tierra adentro.- Desde el puerto, la manera tradicional de subir hacia la ‘ciudad alta’ era la Calle Virgen del Rosario, punto de arranque del camino que iba hacia Tetir y al interior de la isla. Lamentablemente, los edificios históricos han desaparecido del tramo bajo de la calle (sólo hay algunas casas terreras en la Avenida León y Castillo). Las únicas piedras con pedigrí de esta zona son las de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario (Secundino Alonso, 20) y las que forman el antiguo Hotel Fuerteventura (Virgen del Rosario, 11). La iglesia es muy sencilla, sigue los esquemas típicos de los templos rurales canarios y data de principios del siglo XIX. Un poquito más importante es el hotel, ya que fue el escenario de uno de los hitos históricos más importantes de toda la isla: el destierro del Inmortal Miguel de Unamuno. Hoy el inmueble ha sido convertido en el Museo Unamuno, un centro cultural dónde se hace un repaso a la estancia del literato en la isla y sus consecuencias. Pero también es una muy buena oportunidad para ver cómo eran las casas de la capital en aquellos tiempos: casas terreras de techos romos y patios interiores que funcionaban como verdaderas captadoras de lluvia. El museo es una pasada.

Visitar Tetir para ver la ‘antigua’ capital de Puerto Cabras.- A lo tonto, Tetir ejerce de casco histórico de Puerto del Rosario. Y por eso merece mucho la pena hacer una parada en este pequeño pueblo de pasado agrícola dónde puedes ver verdaderas joyitas de la arquitectura tradicional canaria. Como sucede en la vecina Lanzarote, la mayoría de los pueblos de Fuerteventura son un conjunto de casas dispersas que se separan (o unen) a través de grandes huertos. Y Tetir es, justamente, eso. Un puñado de casas y casonas que se arremolinan en torno a la iglesia formando un conjunto abierto en el que domina el huerto. Según nos vamos alejando del templo, las casas se dispersan aún más y los huertos se convierten en grandes campos de cultivo y cadenas de terrazas que escalan por las montañas romas. Una buena manera de verlo todo es subir hasta el Mirador de la Cruz de San Andrés. No te vayas sin visitar la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (Juan Rodríguez, 6), una de las grandes joyas artísticas e históricas de la isla. Es un templo de mediados del siglo XVIII y cuenta con bonitos artesonados mudéjares y un retablo barroco que está entre los más bonitos de la isla.

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