Una de las más grandes sorpresas de Menorca es tu potencia como destino de viajes cultural. La gente vuela hasta esta pequeña isla del Archipiélago balear buscando sus impresionantes playas y se topa con un patrimonio histórico que, literalmente, apabulla. Ciudadela y Mahón son dos pequeñas ciudades repletas de huellas de un pasado en el que puede resumirse la historia de esta parte del Mediterráneo con edificios notables y viejos palacios; un catálogo de lugares que también se extiende por toda la pequeña geografía de la isla. Dese tiempos de fenicios y romanos (hay una cuarentena de yacimientos) pasando por las invasiones de musulmanes y cristianos. Viejos castillos y torres construidas para defenderse de piratas; huellas de la ocupación inglesa; baterías de artillería; viejas piedras góticas, barrocas, neoclásicas… La isla es un tesoro. Si viajas para ir a la playa vas a encontrar calas brutales. Pero si quieres intercalar sol y mar con cultura, Menorca es un destino que te va a sorprender. Y si te gusta la arqueología, vas a alucinar.
La cultura talayótica es el elemento diferenciador de la isla como destino de turismo cultural. Estamos ante un fenómeno propio de las islas de Mallorca y Menorca que no pasó hacia las llamadas Islas Pitiusas (Ibiza y Formentera). Algo pasó durante la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro (segundo milenio antes de Cristo) que obligó a los pobladores de la isla a fundar pequeños asentamientos amurallados y a cambiar la estructura social hacia sistemas jerarquizados: se intensifica la agricultura y se destinan grandes recursos a la construcción de grandes estructuras de piedra. Las navetas –los edificios más antiguos- son grandes edificios con forma de mane invertida que, según dicen los arqueólogos, servían como monumentos funerarios. Los talayots son grandes torres de planta circular, ovalada o cuadrangular que servían como fortalezas o torres de vigilancia –algunas de una complejidad que asombra-. Y, por último, las taulas son grandes monumentos megalíticos exclusivos de Menorca –y posteriores a los propios talayots- hechos con grandes losas de piedra (en forma de ‘t’ o mesas elevadas) que, se supone, tenían un significado religioso –estuvieron en uso hasta la llegada de los romanos y aún después-.
Navetas, talayots y taulas son las representaciones estrellas de una cultura que dejó multitud de restos: los más visibles son los grandes monumentos de piedra, los viejos caminos o los muros de sus complicados poblados fortificados. Pero también dejaron atrás un abundante número de pequeños restos que ayudan a entender cómo vivían aquellos hombres y mujeres que habitaron en la isla y sus contactos con las grandes civilizaciones mediterráneas entre los años 1.500 antes de Cristo (aproximadamente) y la llegada de los primeros conquistadores romanos (120 AC). El Museo de Menorca (Pla des Monestir, sn; -Mahón-; Tel: (+34) 971 350 955) es una buena manera de empezar a conocer los detalles de esta cultura fascinante (a parte de una oportunidad de ver por dentro el Monasterio de San Francisco, uno de los monumentos medievales más bonitos de la isla). Allí se custodian buena parte de los materiales arqueológicos de la isla y los que se refieren a la cultura talayótica ocupan un lugar de privilegio.
Por toda la isla hay más de una cuarentena de grandes yacimientos relacionados con esta cultura (en total hay más de 1.000 yacimientos de todas las épocas en toda la isla). Teniendo en cuenta que la superficie menorquina apenas está por encima de los 700 kilómetros cuadrados (de Ciudadela a Mahón, que ocupan los dos extremos hay apenas 43 kilómetros por carretera) ya te puedes imaginar la gran densidad de monumentos que se agolpan, curiosamente, en la mitad sur de la isla. Visitarlos todos, por lo tanto, es posible, ya que entre uno y otro la distancia máxima apenas supera los cinco kilómetros. Una gran parte de los mismos se encuentra a escasos metros de la carretera Me-1 (Mahón – Ciudadela) lo que pone de manifiesto su vinculación directa a los principales caminos que, desde época prehistórica, comunican los distintos puntos de la isla. Es muy difícil hacer una clasificación, aunque hay yacimientos paradigmáticos que, por su importancia o singularidad, merecen ser destacados. En el mapa te mostramos todos los yacimientos que se pueden visitar y en el texto te damos las claves (organizados en un viaje entre Ciudadela –Mahón) para organizar una ruta por los puntos más importantes de este patrimonio único en el mundo.
NAVETA DES TUDONS .- Es una de los yacimientos emblemáticos de la isla ya que se trata de la naveta mejor conservada y más ‘bonita’. Presenta una forma perfecta de nave invertida (con una longitud de 14,5 metros; una anchura de 6,6 y una altura que supera los cuatro metros y medio) y su grado de conservación es asombroso (sólo le falta una piedra y se considera el monumento íntegro más antiguo de Europa). Su datación comprende un periodo que va desde el 1200 al 750 AC y en su interior –un estrecho corredor de poco más de un metro de altura y unos 8 de largo- se encontraron restos humanos de, al menos, cien individuos y multitud de pequeños objetos que, según los arqueólogos, corresponden a ofrendas funerarias –se encuentran incluidas dentro de las colecciones del Museo de Menorca-.
NECRÓPOLIS Y POBLADO DE CALA MORELL .- Es otro de los imprescindibles por su carácter singular y hasta monumental –en el sentido más espectacular del término-. Otra de sus particularidades es que se trata de uno de los escasos ejemplos de la cultura talayótica que se encuentran en la costa norte de la isla. Como otras necrópolis de la isla, la de Cala Morell se encuentra en un cantil cercano a la costa y está formada por cámaras artificiales excavadas en la roca. Lo que sorprende de este enclave es la gran cantidad de hipogeos (catorce) y el tratamiento escultórico de algunas de las portadas que ponen de manifiesto el contacto de la cultura local con las grandes civilizaciones mediterráneas (estuvo en uso desde el 1.600 AC hasta el siglo VI AC). A pocos metros se encuentra la propia cala, que si bien no tiene nada de espectacular en comparación con otras playas de la isla, si es un buen lugar para darse un chapuzón y ponerse las gafas y el tubo (es uno de los lugares con mayor concentración de fauna marina del litoral menorquín). En Punta de Llevant puedes visitar un pequeño poblado talayótico con algunas estructuras de piedra y muros defensivos.
SON MERCER DE BAIX .- Es uno de los yacimientos más importantes de la isla y, también, de los más conocidos y mejor estudiados –pese a ser hasta sencillo y poco espectacular en comparación con otros-. Este poblado está constituido por navetas (construcciones de piedra seca que se asemejan a cascos de barco invertidos) muy bien conservadas (la llamada Cueva del Moro conserva aún su cubierta y columnas que la sostienen) y es de los lugares más antiguos de toda la isla. Algunos arqueólogos sostienen que aquí se encuentran los edificios aún en pie más viejos de toda Europa. Como otros poblados prehistóricos de la isla, el de Son Mercer cuenta con muros de protección (casi 800 metros de perímetro). También se localizó una estructura que servía de taller metalúrgico.
TORRE D’EN GALMÉS Y SES ROQUES LISES .- Torre D’en Galmés es uno de los poblados talayóticos más grandes y mejor conservados de toda la isla . En total, ocupa una superficie de más de 66.000 metros cuadrados y presenta tres talayots y un enorme recinto con taulas. Este importante conjunto residencial y ceremonial estuvo habitado más de mil años (desde el 1500 AC hasta la llegada de los romanos) y destaca por el buen grado de conservación de su trama urbanística e infraestructuras hidráulicas (canales de desagüe, cisternas para recoger agua de lluvia, acequias…). Destacan las grandes casas, la espectacularidad de los muros y, sobre todo, las dimensiones del yacimiento en el que se han encontrado, también, restos de época romana y hasta islámica. Muy cerca del poblado se encuentra una zona de hipogeos que servían como necrópolis del que, según algunos expertos, ejerció de ‘capital’ de la isla. Un breve paseo a pie nos sitúa junto a otros dos yacimientos de importancia: el Sepulcro Megalítico de Ses Roques Llises (una antigua tumba de corredor que dataría del 2.000 AC –pretalayótico-) y el Monumento De Na Comerma De Sa Garita (según los arqueólogos una zona de estabulamiento de ganado). Torre d’en Galmés es una de las visitas imprescindibles. Más allá de la espectacularidad de los restos, el yacimiento está muy bien musealizado y cuenta con un completo centro de interpretación.
TORRALBA D’EN SALORT .- La Taula de Torralba, con más de cinco metros de altura, es una de las más grandes de la isla y también una de las más emblemáticas. El poblado no es tan grande como el de Torre d’en Galmés, pero su área ceremonial (justamente donde se encuentra la taula) es de las mejor estudiadas y documentadas de toda Menorca. Otro de los atractivos de esta pequeña ciudad (los arqueólogos aseguran que pudo albergar a casi 500 personas) es que es uno de los yacimientos en los que se puede rastrear los diferentes periodos de ocupación de la isla: hay restos de antiguas navetas; talayots y su recinto de taulas asociadas; restos de la época romana y hasta medieval. Al igual que sucede en Torre d’en Galmés, aún se pueden ver restos de las murallas, la estructura urbana del asentamiento y otras infraestructuras como silos, tumbas, cisternas y canales.
EN LOS ALREDEDORES DE MAHÓN (TALATÍ DE DALT, TORELLÓ Y TREPUCÓ) .- La ruta propuesta culmina en los alrededores de la ciudad de Mahón. Talatí de Dalt es un pequeño poblado que reúne todas las características de este tipo de asentamientos: restos pretalayóticos, los propios talayots, zonas ceremoniales con taulas (de las más fotogénicas de Menorca), grandes casas con columnas aún en pie, una necrópolis de cuevas artificiales… En el lugar se han encontrado restos arqueológicos que llegan hasta la época musulmana. Torelló, por su parte, cuenta con el talayot mejor conservado de toda la isla –aunque el resto del poblado está muy alterado por las fincas vecinas- y las excavaciones de Trepucó están poniendo de manifiesto que era uno de los grandes poblados de la isla (lo catalogan como la ‘capital’ del oriente insular. Hasta nuestros días han llegado dos talayots (incluido el que te comentábamos), el recinto ceremonial con sus taulas, una buena porción de muralla (con restos de torres de planta cuadrada) y casas monumentales con patios interiores. Desde el punto de vista arqueológico este es uno de los poblados más importantes de la isla porque fue destruido durante la II Guerra Púnica, lo que dejó intacto una gran cantidad de material arqueológico. También hay restos del siglo XVIII relacionados con la toma de Menorca, una acción bélica que devolvió la isla a manos españolas tras casi un siglo de dominio británico.
Fotos bajo Licencia CC: Nacho Pintos; Miquel Colomer Planagumà; Paul Stephenson; puffin11k; Luc.T