Un paseo por la Pequeña Venecia de Brie: Crecy La Chapelle, un pueblo medieval a un paso de París y Eurodisney

Molino de Bichat, en el pueblo parisino de Crecy La Chapelle.

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La llaman la Pequeña Venecia de Brie. Crecy La Chapelle es un pequeño pueblo situado a las afueras de París. Apenas 47 kilómetros la separan del centro de la capital de Francia y es fácil llegar en coche de alquiler o transporte público (en tren de cercanías -línea P del Transilien- desde la Gare de’l Est en dirección a Esbly y transbordo hasta Crecy La Chapelle –unos 50 minutos desde la capital francesa y entre 8 y 11 euros-). También es una escapada perfecta para los que están de visita por Eurodisney: desde el gran parque de atracciones del extrarradio parisino hay sólo 14,9 kilómetros y también varias opciones de transporte público para poder dar un pequeño paseo y hacer un descanso medieval entre atracción y atracción. En este lugar de la campiña francesa el Río Grand Morin (un pequeño tributario del Sena que forma parte de la enorme red de brassets que vuelcan sus aguas al río parisino) abraza por completo el pueblo creando un paisaje urbano de gran belleza que fue fuente de inspiración para algunos de los genios impresionistas del XIX: Servin, Toulouse-Lautrec, Jean-Baptiste Corot (que vivió aquí y cuyo estudio puede visitarse – Rue Dam Gilles, 28-)…

Los canales y el Camino de Ronda (un sendero a medias urbano y a medias natural que rodea el pueblo saltando de canal en canal) es el gran atractivo de un lugar que nos regala decenas de rincones pintorescos. Pero para los amantes de la historia y el arte en mayúsculas el eje de la visita es la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción (Edouard de Moustier, 3) una de las grandes joyas de la arquitectura medieval religiosa de la región de Ile-de-France. Estamos hablando de una gran construcción del siglo XII con una gran cantidad de obras de arte en su interior. Una de las muchas joyas medievales que abundan por estos andurriales que resalta por su precioso trasero… Nos explicamos. Aquí puedes ver uno de los mejores ábsides del gótico francés y también una buena colección de estatuaria medieval y barroca. Y después está el agua.

Los canales que rodean la pequeña ciudad son su gran atractivo. Un agua que también marca algunos lugares como el Quay des Tanneries, donde puedes ver algunos edificios que sirvieron de curtidurías de cuero o el Molino Bichat (Rue de Penthièvre) cuya rueda de madera aún resiste pese al paso de los siglos y del agua. Agua que permitía mover las maquinas de una rica industria del cuero y textil que, también por el agua, se llevaba hasta París. Antes de salir a buscar los otros atractivos del lugar no dejes de pasar por su preciosa Librería Café (Pl. du Marché, 1) un lugar fantástico que no sólo sirve para comprar un libro o tomar algo, sino que es una buena oportunidad para poder ver por dentro una de las casas históricas del pueblo. También merece la pena la Iglesia de San Juan Bautista (Pl. de l'Église, 1) y subir hasta su torre campanario para ver el pueblo y la campiña que lo rodea desde las alturas.

A dos pasos de Crecy.- El Molino Amarillo (Sente du Moulin Nicole, 1) es una extravagancia del artista y payaso Slava Polunin que ha aprovechado para convertir un viejo molino de agua en un centro cultural muy activo en el que se mezclan en teatro y las artes plásticas en su fantástico jardín. Mucho más clásico es el Castillo de Crecy La Chapelle (Edouard de Moustier, 2), antigua fortaleza medieval muy modificada a lo largo de los siglos que nos recuerda que este lugar también tuvo sus momentos oscuros: como cuando los vikingos arrasaron la villa en una de sus campañas de verano. También merece la pena andarse hasta la pequeña aldea de Serbonne para ver sus coqueto casco histórico y su molino de agua, otra de las muchas joyas medievales de la zona.

Meaux; la catedral del queso francés.- Crecy La Chapelle está situada en la comarca de Brie, un nombre que a muchos les hará la boca agua. Sí, esta es la tierra de uno de los mejores quesos del mundo y en cada tienda del lugar uno puede llevarse este manjar de dioses directamente desde la fuente. La ciudad de Meaux (a sólo 15 kilómetros de distancia) es famosa por tres cuestiones: la más sabrosa es por ser la capital de esta variedad de queso y por eso es la sede de la Maison del Brie (Pl. Charles de Gaulle, 5) un museo dedicado a esta especialidad local que se consume a lo largo y ancho de todo el mundo. La otra joya de Meaux es su Catedral de Saint Etienne (Rue Saint-Etienne) que junto al Palacio Episcopal (convertido en museo de bellas artes) forma un conjunto arquitectónico que bien merece la pena la visita –esta catedral es otra obra maestra del gótico).

Y la tercera de las grandes señas de identidad de la localidad fue su papel durante la Primera Guerra Mundial. Aquí se estableció uno de los frentes de trinchera más activo de la guerra (Frente del Marne) y por eso aquí se encuentra el Museo de la Gran Guerra (Rue Lazare Ponticelli) que es uno de los grandes museos bélicos de todo el país. Aquí puedes ver una colección de vehículos (aviones, camiones, carros, aquellos primeros tanques), uniformes, armas y documentos impresionante y muy completa. Las recreaciones de las trincheras son soberbias. Según presumen por aquí, este es el museo más grande de Europa dedicado a la Primera Guerra Mundial.

Fotos bajo Licencia CC: Red Nick 1968; Jens-Olaf Walter; Donald Judge

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