De lado a lado de la sala se extienden unas cuerdas. Sirven de improvisado tendal. En él no reposan las habituales prendas de vestir sacadas de una lavadora. Los documentos que cuelgan son parte de la memoria de la ciudad. Están colocados meticulosamente, con mimo, separados unos de otros. Han sido víctimas del temporal que asola estos días la comunidad autónoma. También de la desidia.
En la tercera planta del Ayuntamiento de Santander se halla el Archivo Municipal, “la memoria de la institución que lo ha creado y, por su propia naturaleza, la memoria de la ciudad”. Recopila documentos que van desde la Edad Media hasta nuestros días. Muchos de ellos son manuscritos, incunables, que sirven de testimonio de la evolución histórica y los acontecimientos de la ciudad. En este departamento se encuentran desde cartas remitidas por el rey hasta documentos que relatan el gran incendio de 1941. También actas de los plenos, ordenanzas y reglamentos, planos de la ciudad...
En los días lluviosos el agua filtra por el tejado del Consistorio y, esta vez, ha llegado hasta las dependencias del Archivo, empapando parte de este patrimonio documental de la ciudad.
Cuando llueve, un empleado municipal se encarga de colocar y vaciar cubos que sirven para recoger el agua de las goteras. El problema llega el fin de semana, cuando el operario descansa. Durante los sábados y los domingos no hay nadie en el Ayuntamiento que los vacíe, con lo que los recipientes situados en el bajo cubierta comienzan a rebosar y el agua se filtra a la tercera planta. Al Archivo Municipal.