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Los actores de doblaje reivindican su profesión: “Es compatible la convivencia con la versión original”

Alumnos de la escuela de doblaje de Anselmo Herrero en Pronillo. | RUBÉN ALONSO

Rubén Alonso

Podríamos dividir nuestra sociedad entre los acérrimos de las películas, series y documentales en versión original con o sin subtítulos y los defensores de ver esos mismos contenidos doblados al castellano. Si bien es cierto que existe un importante público que escoge la fórmula que más le interesa dependiendo de variables como el idioma o el reparto de la obra, el debate entre partidarios de una vía u otra es una constante en nuestro entorno cotidiano.

Ante este escenario, los actores de doblaje, una profesión para la que todavía no existe una titulación oficial y que en cierta medida está socialmente infravalorada, reivindican su trabajo y aseguran que “es compatible la convivencia del doblaje con la versión original”. Así lo ponen de manifiesto el cántabro Anselmo Herrero, actor de doblaje desde hace 26 años, y cinco de sus alumnos y alumnas de los cursos que imparte desde hace cuatro años en Santander y en Castro Urdiales, su localidad natal.

Amaia, César, Nuria, Tamara y Alejandro interrumpen su clase en la que ensayaban el doblaje de la película 'Cuando el amor no es suficiente', protagonizada por Winona Ryder, para reflexionar sobre la situación de la profesión, qué les motivó a iniciarse en este mundo y qué les aporta las clases a cada uno personalmente más allá de una posible salida laboral.

“Nos llaman dobladores pero somos actores, actores de doblaje, porque interpretamos, improvisamos y creamos al personaje que doblamos”, recalca Herrero. Explica que la complejidad de su trabajo radica en tener que sincronizar el diálogo con la duración del movimiento de la boca del personaje, a la vez que “modulas tu voz” para asemejarla a la del mismo. Y todo ello con “la dificultad añadida de leer el texto que se encuentra en un atril mientras miras la pantalla en la que se proyecta la secuencia de la obra que estás doblando”, apunta. 

“No nos estudiamos los guiones”, señala este actor, “llegamos al estudio de grabación y nos adjudican uno o varios papeles que tenemos que doblar”, incide. Así pues, tanto profesor como alumnos aseguran que el primer paso en las clases es hacerse a esta dinámica. “Al principio notas una gran mejoría, pero luego perfeccionar y pulir es complicado”, reconoce Amaia. 

Los cinco estudiantes relatan que comenzaron el curso por ocio, curiosidad y por completar sus formaciones. “Las clases son divertidas a la par que exigentes”, sostienen, al tiempo que ponen en valor que tienen grupos reducidos de alumnos y que son económicamente accesibles, algo que no es habitual en la mayor parte de academias privadas. Aseguran a este medio que desde que se introdujeron en el mundo del doblaje son capaces de afrontar la lectura de cualquier texto con solvencia y que han ganado confianza para hablar en público. 

“Con el paso del tiempo cada uno hemos ido descubriendo en qué registro o registros nos encontramos más cómodos y, a la vez, estamos aprendiendo a afrontar el doblaje de todo tipo de personajes”, manifiesta César. “Te vas exigiendo a ti mismo cada vez más”, puntualiza Amaia.

Todos coinciden en que compaginan series y películas en versión original con las dobladas al castellano. “Depende de la serie, si me gusta mucho no espero a que salga doblada”, bromea Alejandro. “Es muy interesante ver ambas para comparar”, resalta Nuria, “te fijas si ha entrado bien o no”, detalla, o “si un actor de doblaje pone voz a uno o a varios personajes a la vez”, añade Tamara. 

Argumentan que ambos formatos son compatibles y “ahora más todavía con la tecnología”. “Si quieres verlo en versión original solo tienes que coger el mando y ponerlo”, afirma esta última alumna, quien también pone sobre la mesa la situación de las personas ciegas que no pueden leer subtítulos, por lo que requieren de una versión doblada a su idioma. “Tiene que haber diversidad”, incide.

“Enriquece la obra”

Por otro lado, reconocen que “hay voces y voces”, en referencia a la opinión tan extendida entre la gente de que los doblajes al castellano no son buenos. “Me enfada cuando me lo dicen”, apunta Ricardo. “Darth Vader es Darth Vader con la voz de Constantino Romero”, ejemplifica Amaia. Pero a veces “el doblaje da un plus, hay doblajes que mejoran al personaje”, recalca. “Hay actores cuya dicción, vocalización y entonación no es tan buena”, añade Herrero, otros, en cambio “sí presentan esas cualidades”, prosigue. Como consecuencia de ello, “el doblaje es una opción más que está ahí y que en muchos casos enriquece la obra”, subraya.

Asimismo, señala que en España el doblaje “triunfa por nuestra realidad política y cultural” respecto a otros países. Recuerda que durante el franquismo se promovió esta práctica por el nivel de analfabetismo de la época, algo que contrastaba con sociedades más avanzadas como Francia, Inglaterra y Alemania que tras la Segunda Guerra Mundial estaban ya plenamente integradas en la Unión Europea. “Cuando llevas tantas generaciones educadas de una manera, cambiarla de pronto es difícil”, afirma Herrero para explicar que esté tan extendido el doblaje en España.  

Finalmente, el profesor retoma la clase con el doblaje de una escena de la popular serie de dibujos animados japonesa 'Shin Chan', un género que requiere de este trabajo en todos los casos. Este veterano actor se muestra muy satisfecho con el resultado de los cursos, que cuentan con el apoyo de la Fundación Santander Creativa, y por los que han pasado más de 400 alumnos en los últimos años. Próximamente, a mediados de febrero, comenzará un nuevo ciclo cuatrimestral. “Pueden iniciarse en esta práctica personas de cualquier edad a partir de 16 años y sin necesidad de experiencia previa”, concluye animando a ello. 

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