Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Leyendas
Bernard Moitessier pudo haber sido el primer ser humano en dar la vuelta al mundo en solitario y sin escalas a bordo de un barco de vela, pero prefirió su alma. Seguramente ya conocen la historia, pero creo que merece la pena recordarla. A la altura de 1967 ya se habían conquistado los polos y pisado la cumbre del Everest, pero nadie había circunnavegado el globo con la única ayuda del viento, sin compañía y sin tocar más puerto que el de salida y llegada.
El reto lo lanzó el 'Sunday Times', que convocó a navegantes de todo el mundo a una regata de reglas muy sencillas: los participantes podrían partir de cualquier puerto británico en un plazo de tres meses, con el barco que prefiriesen, y volver al punto de partida tras cortar todos los meridianos y doblar los cabos de Buena Esperanza y Hornos. Habría un premio para quien acabará primero el viaje, y otro para quien lo hiciera en menos tiempo, lo que podía no coincidir dado que no todos los participantes tomarían la salida a la vez.
Moitessier era ya por entonces una leyenda entre los aficionados a la vela, aunque jamás había tomado parte en ninguna regata. Con barcos contruidos por él mismo había navegado –y naufragado– en todos los océanos. El francés nacido en Indochina, que había aprendido a navegar y a vivir en los mares del sur, se lanzó a la nueva aventura como había hecho con cualquiera de las anteriores: nunca entendió que participaba en una competición.
Cuando remontaba el Atlántico casi con la meta a la vista e inalcanzable para sus perseguidores, decidió abandonar. “Mi intención es seguir viaje, sin parar, hacia las islas del Pacífico, donde el sol luce radiante y hay más paz que en Europa. Por favor, no piensen que estoy intentando establecer un récord. Récord es una palabra muy estúpida en el mar. Continúo sin parar porque me siento feliz en el mar, y quizá para salvar mi alma”. Echó el ancla en Polinesia tras dar vuelta y media al globo. La victoria en la regata, los premios y la gloria deportiva, fueron para Robert Knox-Johnston. Bernard Moitessier ganó otra cosa.
Cuento todo esto porque no se me ocurre mejor manera de explicar todos los mundos que caben en un barco impulsado por el viento, y que la competición solo es uno más entre ellos. En una de las paredes del CEAR de vela de Santander aparece la relación de medallistas españoles en este deporte. Jan Abascal, recientemente destituido como director del centro, aporta la primera medalla de oro a un listado que en los últimos años ha sumado los nombres de varios regatistas que alcanzaron el éxito tras pasar por las instalaciones de Gamazo. Con ser notable, no creo que este sea el mayor logro de Abascal al frente del CEAR. Acerquénse por allí cualquier fin de semana, en verano o en invierno, y echen un vistazo a los niños y niñas de la escuela de vela, o vean el documental 'De donde viene el viento' y entenderán de qué les hablo.
Lo peor de la destitución de Jan Abascal no es que no se hayan tenido en cuenta los éxitos en la competición, sino que la propia existencia de la escuela –empeñada en sacar la vela de los estrechos márgenes que marcan las élites, deportivas y de las otras– ha sido siempre vista con recelo por los que ahora han tomado la decisión de cesar a quien ha sido su máximo defensor. Es difícil no pensar que una cosa tiene que ver con la otra. Por mi parte, creo que nos podemos permitir un par de medallas menos en los próximos juegos olímpicos, pero que si los chavales dejan de perseguirse con sus barcos, recorriendo los siete mares de la bahía, perderemos algo más preciado que el mar. Me temo que no estamos lejos de eso.
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