Pienso en las próximas elecciones autonómicas y municipales y en cómo la gestión del lobo en el territorio será, una vez más, una baza electoral arrojadiza en un territorio como el nuestro, en el que el voto de los sectores ganadero y cinegético es clave para ocupar la sede de Peña Herbosa.
Insistir en que la solución a los ataques de cánidos (es caro y costoso distinguir cuándo son producidos por lobos o por perros asilvestrados) a la ganadería local pasa por la caza del lobo como método de control poblacional, esconde una intencionalidad depredadora a la que debemos temer mucho más, creo yo.
Porque el ser humano es, de momento y hasta que los avances científicos y la investigación biológica demuestren lo contrario, el único depredador con capacidad racional, un superdepredador. A su vez, somos la única especie capaz de poner en jaque nuestra evolución biológica al haber desarrollado otras formas de evolución cultural y tecnológica.
Y el lobo, lejos de ser un problema, puede ser un gran aliado para frenar la pérdida de biodiversidad y regenerar ecosistemas ya degradados, tal y como ya se está demostrando en muchos países con poblaciones de la especie mucho mayores
Del mismo modo, la ganadería, especialmente la extensiva, también debería ser una gran aliada para la producción sostenible y de cercanía, y no debería suponer problema alguno si cuenta con los recursos y las condiciones adecuadas para ser ejercida en consonancia con su entorno.
Recursos y ayudas que, tanto desde el MITECO, como desde la UE, se están proponiendo dentro de la estrategia de gestión para la protección integral del lobo en la misma línea consensuada entre los países firmantes del Convenio de Berna.
Si no fuera por ejemplares que nos reconcilian con nuestra especie, como el gran Félix Rodríguez de la Fuente, el lobo ibérico habría desaparecido por completo del Estado español hace tiempo.
Una especie que juega un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas y que ha estado presente desde tiempos inmemoriales en casi toda la península ibérica, se recupera poco a poco al Norte del Duero, pero ni rastro queda al Sur de él, donde terminó por completo de desaparecer gracias a la caza (sea de los propios lobos, que de los ungulados, sus presas principales), a la progresiva urbanización del entorno, al aumento de la industria ganadera y a un largo etcétera de acciones depredadoras del medio ambiente.
Acciones y políticas racional y deliberadamente especistas, que el capitalismo ha elevado a su enésima potencia al basar el crecimiento económico en el extractivismo y la explotación de todos los recursos naturales del planeta, sean animales, que vegetales, hídricos, minerales y otro largo etcétera.
Gracias a la acción divulgadora de Rodríguez de la Fuente y del movimiento conservacionista, se logró frenar la extinción del lobo al ser catalogado como especie protegida, desmontar oscuros y negativos mitos que (mira tú por donde) surgieron de la mano del creciente interés en la agricultura y ganadería por parte del ser humano.
La inclusión del lobo en el LESPRE en 2021, por parte del Ministerio de Transición Ecológica, que eleva su protección a todo el territorio, es otro gran paso, pero “muy limitado”, según las principales organizaciones ambientales.
El punto de inflexión definitivo vendrá cuando todas abandonemos esta actitud especista y superdepredadora y la rechacemos, especialmente cuando quien la ejerce es la clase política que dirige los hilos de poder e instituciones que nos gobiernan. Por eso, es a esa fauna superdepredadora, en general, y a la cántabra en particular, a quienes debemos temer.
Gracias a la acción divulgadora de Rodríguez de la Fuente y del movimiento conservacionista, se logró frenar la extinción del lobo al ser catalogado como especie protegida, desmontar oscuros y negativos mitos
Esa que, de forma consciente y racional, carga contra los seres más vulnerables (llámense mujeres, minorías diversas, animales…) bajo falacias y argumentos manipulados que solo buscan, básicamente, desviar la atención de las cuestiones que, como especie, sí nos deberían preocupar para asegurar nuestra supervivencia: una crisis climática que es ya emergencia (y que sí está afectando enormemente a la ganadería); políticas económicas neoliberales como la PAC (que lleva décadas lastrando el sector); la degradación imparable del medio natural en pos del desarrollismo económico, sea agroindustrial (ganadería y agricultura intensivas, las macrogranjas y tal), que turístico, energético y otro largo etcétera pues, grosso modo, siguen siendo las mismas causas contra las que tanto luchó “el amigo del lobo”.
La gestión del lobo puede, y debe, pasar por soluciones que promuevan la convivencia entre ganadería y las especies silvestres características de cada hábitat. Si en otros lugares donde su presencia es mayor se ha comprobado que es perfectamente viable, apostando por un enfoque de gestión integral y participativo, con ayudas públicas para su implementación efectiva, está claro que en Cantabria también.
Lo importante, como casi siempre, es tener voluntad de búsqueda del bien común, y no solo referido al de las personas, sino también al bienestar de todas las especies que convivimos en la Tierra. Su explotación y destrucción progresiva nos está llevando a superar los límites biofísicos del planeta, arriesgando nuestra propia extinción.
Llegan tiempos de elecciones y, seguramente, veremos muchos superdepredadores por todo el territorio, machos y machas alfa con piel de cordero que dicen buscar el bien de la manada, cuando en realidad solo buscan mantener y/o aumentar el suyo propio.
A esa fauna es a la que realmente debemos temer.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
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