La desigualdad de género está presente en todos los sectores y ámbitos de la vida pública y privada, pero en el ámbito rural se encuentra más acentuada. “La mujer históricamente en el mundo rural está invisibilizada”, explica María Antonia Santamaría, educadora ambiental.
Santamaría, además, es una de las integrantes de la ONG DescubreASÓN, formada por un grupo de personas que viven en el medio rural de la parte oriental de Cantabria y cuyos proyectos de vida y profesionales “van de la mano y guiados por criterios ambientalmente sostenibles y socialmente justos”.
En los últimos días han celebrado una jornada de debate en el Ayuntamiento de Rasines titulada 'Mujer Rural y Suelo', aprovechando la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Rural y la celebración del Día Mundial del Suelo. La charla se encuentra enmarcada dentro del proyecto ConmemorASÓN que lleva a cabo esta ONG cántabra.
“Son dos temas importantes, puesto que a la mujer rural la consideramos el sustento de la fertilidad de la tierra históricamente y la gestión del suelo actualmente nos parece fundamental para la supervivencia no solo del planeta sino del ser humano”, expone Santamaría.
Señala que la Ley 35/2011 sobre titularidad compartida de las explotaciones agrarias les impulsó a celebrar el Día Internacional de la Mujer Rural. Esta ley advertía de la presencia mayoritaria de hombres en el medio rural, señalando como causa la doble jornada que realizan las mujeres asumiendo las responsabilidades domésticas no compartidas, a la vez que buena parte de las tareas agrarias.
Por su parte, “la titularidad de las explotaciones suele recaer solamente en la población masculina, invisibilizando el trabajo realizado por ellas y dificultando enormemente su participación”, explica la cofundadora de la ONG. Por esta razón, Santamaría coincide en que las políticas de conciliación que se están poniendo en marcha dejan de lado a las mujeres que trabajan en el espacio rural.
“Este es el paisaje social que nos encontramos y que consideramos imprescindible abordar dada la vulnerabilidad específica que conlleva la feminidad en este medio rural”, subraya. Asegura que, en este ámbito, la mujer “está discriminada” y por tanto, “es fundamental atajar este asunto escuchando a las propias mujeres que se encuentran en esta situación y que muchas veces no son conscientes de que están invisibilizadas”.
Asimismo, hace hincapié en que la sociedad, en términos generales, tampoco es consciente de esta situación de desigualdad que padecen las mujeres en el mundo rural. “Los colectivos ecofeministas somos los que intentamos paliar este problema social que consideramos importante”, apunta.
Por otro lado, denuncia que la mujer “no tiene vacaciones ni días libres en el campo y mucho menos la que se dedica de forma específica a tareas agroganaderas”. Es por ello que surgen colectivos que se han organizado para “conseguir el empoderamiento de la mujer rural”. Este es el caso de la Asociación de Mujeres Rurales Hitzez, colectivo guipuzcoano que participó en la charla como una ponente.
Despoblación del mundo rural
“Me da pena decirlo, pero el mundo rural se está muriendo”. Santamaría habla desde su experiencia tras haber trabajado muchos años en la ciudad y haber decidido trasladarse a vivir al campo hace diez años. “Desde que vine veo como el medio rural se va muriendo, cada año muere un trocito del espacio que yo habito; y se muere porque lo estamos matando entre todos”, lamenta.
Denuncia que los Planes de Desarrollo Rural se están gestando en oficinas en Santander, en Madrid y en Bruselas, pero “no se le toma el pulso real al medio rural, es decir, no se cuenta con él para saber los problemas que realmente existen”. Subraya que uno de los principales es “la despoblación a la que se está viendo sometido el campo”.
“Yo veo en la aldea en la que vivo como se van cerrando casas, como se van muriendo las personas mayores y como con cuentagotas llegamos nosotros, que alguien nos llama 'neorurales', que poco a poco las vamos habitando ,pero con poca ayuda, con poco esfuerzo por parte de la administración. Veo como la gente joven que habita en el medio rural sale a estudiar, se forma, vuelven formados, pero no tienen apoyos para quedarse aquí, para arraigarse en el medio rural y poder recuperarlo”, explica.
Santamaría recalca que es necesario “contemplar criterios de sostenibilidad que tienen que ser apoyados por las administraciones”, puesto que si las explotaciones agrarias y ganaderas no pasan a ser ecológicas “estaremos esquilmando los recursos naturales”.
“El mundo rural es fundamental para la supervivencia del mundo urbano; es la despensa de la ciudad, es la tierra que nos alimenta, es el aire que respiramos y es el agua que bebemos y eso lo estamos matando”, sentencia.
Es por ello que, puesto que no va a haber relevo generacional, “hay que apoyar a la gente joven que viene formada para que pueda arraigarse en la zona y reproducir un nuevo modelo productivo del medio rural hacia lo ecológico”.
Santamaría pone el ejemplo de una compañera suya que está trabajando en el proyecto, un empleo temporal que cuando termine “se irá al paro”. “A ella le gustaría poder ejercer su profesión de bióloga aquí, en la tierra en la que nació, pero no sabe si lo va a conseguir”, relata. “Somos mujeres, estamos formadas, vivimos en el medio rural y queremos quedarnos”, concluye.