Cantabria ha pasado en unos pocos días de tener controlados los efectos más adversos de la COVID, acumulando cifras récord de recuperados y haciendo descender gradualmente la curva de contagios durante un mes de manera consecutiva, a revivir de nuevo la pesadilla del coronavirus. Y es que en las últimas 24 horas han perdido la vida como consecuencia de la enfermedad otras tres personas, dos varones de 77 y 83 años y una mujer de 89, elevando la lista de fallecimientos desde que comenzó la pandemia hasta las 244 personas, es decir, siete más desde el lunes, cerrando la semana más mortífera de esta segunda ola.
Desde el pasado 17 de septiembre no se habían producido tres fallecimientos en la misma jornada, según los datos del Servicio Cántabro de Salud (SCS). En lo que va de mes de octubre han fallecido en la comunidad autónoma un total de 11 personas.
Además, para incrementar las malas noticias, la Consejería de Sanidad ha notificado otros 155 contagios en la comunidad autónoma a lo largo de la jornada del sábado, superando de nuevo el récord de infectados en un solo día, y los centros hospitalarios cántabros han registrado también un crecimiento en el número de ingresos hasta los 40 pacientes, seis más que el día anterior. De ellos, ocho se encuentran en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por la gravedad de sus síntomas.
En estos momentos, Cantabria tiene 1.006 casos activos, con 966 pacientes en cuarentena domiciliaria y 40 hospitalizados, con 25 enfermos en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, ocho en el Hospital de Sierrallana, seis en el Hospital de Laredo y uno más en el Hospital Tres Mares de Reinosa. Desde el inicio de la pandemia, Cantabria acumula 8.820 casos positivos, de los cuales 7.856 han sido detectados por prueba PCR y 964 con test de anticuerpos. Hasta este momento, 7.570 personas han superado la enfermedad, lo que representa casi un 86% del total.
Este pasado sábado, la Consejería de Sanidad alertó del “gran repunte” de casos en la comunidad ante lo que recomendó a la población realizar “autoconfinamientos voluntarios” en el domicilio, limitar “al máximo” la actividad social y reducir la movilidad salvo casos “estrictamente necesarios”. Pedía que se cancelara o pospusiera cualquier evento familiar o social.