Cantabria estudia levantar el confinamiento municipal y limitar las restricciones a la movilidad a las zonas con mayor incidencia de la COVID
El Gobierno de Cantabria baraja seriamente la posibilidad de levantar el confinamiento de todos los municipios, que se impuso el pasado 4 de noviembre ante el incremento de casos de coronavirus y tras alcanzar la comunidad autónoma el nivel de alerta 4 por riesgo grave. De tomarse esta decisión, se concretará una vez que finalice la última prórroga que establece esta restricción hasta el próximo 2 de diciembre. También está sobre la mesa la opción de alargar el cierre municipal hasta después del puente de la Constitución, que es lo más probable, pero en el Ejecutivo autonómico reconocen en privado que esta medida ha tenido poca repercusión en la evolución de la pandemia y consideran que pueden ser más efectivas otro tipo de actuaciones más específicas para controlar la movilidad a través de cordones sanitarios en aquellas localidades con mayor incidencia de la COVID-19.
A la espera de la estrategia global que saldrá del debate que se produzca esta semana en la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud entre las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad, en el que se espera que se alcance algún tipo de acuerdo para coordinar las medidas de cara a los días festivos del puente y las posteriores fechas navideñas, en el Gobierno de Cantabria admiten que la actual situación no es sostenible durante mucho tiempo más, ya que son conscientes de que el cumplimiento de la norma que impide salir del término municipal de residencia salvo por motivos justificados se está aplicando de manera muy laxa. Los controles policiales en algunos puntos neurálgicos de la comunidad no son suficientes para evitar la movilidad de los ciudadanos y consideran que podría ser más sencillo de aplicar si se actúa de una manera más “quirúrgica”, es decir, aplicando cordones sanitarios sobre aquellas localidades con brotes activos y permitiendo el tránsito en el resto.
En este sentido, desde el bipartito PRC-PSOE defienden que las experiencias que se llevaron a cabo durante el verano, cuando el coronavirus dio una pequeña tregua y las cifras de contagio estaban más o menos controladas, fueron exitosas y permitieron un rápido descenso de la curva epidemiológica tras el confinamiento del municipio de Santoña o el cierre perimetral de las calles más afectadas por la COVID en el barrio de La Inmobiliaria, en Torrelavega, tras sendos brotes descontrolados. Esta sería la estrategia a seguir a partir de ahora si se concreta la posibilidad de levantar de forma inminente la restricción actual.
Desde que se impuso el confinamiento municipal en Cantabria han muerto por causa del coronavirus un total de 41 personas. En este tiempo, además, se han producido más de 4.000 contagios y el número de casos activos ha crecido de manera alarmante a lo largo de estas últimas tres semanas, pasando de poco más de 2.500 hasta los más de 4.300 que hay en estos momentos, una cifra que supone un récord desde que comenzó la pandemia en marzo. Tampoco ha mejorado la situación en el sistema sanitario público y la presión hospitalaria sigue siendo muy alta. Si el 4 de noviembre había 149 personas hospitalizadas a causa de la COVID, con 17 pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ahora hay 177 ingresados, 35 de ellos en la UCI.
Según los datos ofrecidos por el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, en la rueda de prensa en la que anunció el confinamiento municipal, la tasa de positivos se situaba entonces en 428 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, una incidencia acumulada que tras el descenso que se ha vivido esta semana se fija en 467 casos por cada 100.000 habitantes. Otros baremos, como la tasa de ocupación de camas en los hospitales o en la UCI por pacientes con coronavirus o el grado de positividad de las pruebas de detección que se realizan son ostensiblemente peores en la actualidad que cuando se limitó la movilidad entre municipios.
Restricciones navideñas
En cualquier caso, lo que no está en discusión de momento es el cierre perimetral de la comunidad, que impide entrar o salir de Cantabria sin justificación -una medida que aplican de una u otra forma el resto de autonomías- o el toque de queda, que tras el último cambio impuesto quedó fijado entre las 22.00 y las 06.00 horas. Tampoco la batería de medidas sanitarias que afectan a la hostelería, el comercio y al resto de espacios públicos o el número de seis personas como máximo para las reuniones sociales.
La patata caliente que deben resolver ahora las autoridades sanitarias, tanto de Cantabria como del resto de España, es cómo afrontar el próximo periodo navideño. El Gobierno de España ya ha dado a conocer de manera informal el borrador sobre el que trabaja, que limita las cenas a un máximo de seis personas y recomienda evitar los viajes salvo aquellos que sean estrictamente necesarios. También se ha planteado la posibilidad de aliviar el toque de queda hasta la una de la madrugada en Nochebuena y Nochevieja, aunque advirtiendo de los riesgos que existen si no se cumplen todas las recomendaciones básicas contra el virus: mascarilla, distancia social, higiene de manos o ventilación, entre otros aspectos.
Existe una gran preocupación entre los expertos con la crudeza que puede adquirir una tercera ola en el mes de enero si se levanta la mano con las restricciones en estas fechas, a la puerta de una campaña de vacunación masiva, coincidiendo con la llegada de la gripe y tras un intenso trabajo para frenar al virus durante los últimos meses, que tiene al personal sanitario al límite de sus capacidades y con los recursos justos en sus plantillas.
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