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Perfil de persona sin hogar: hombre, mayor de 30 años, sin vínculos cercanos y con adicciones

Persona sin hogar durmiendo en un cajero.

Rubén Alonso

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El perfil de una persona sin hogar en Cantabria es el siguiente: varón, con una edad media por encima de los 30 años, sin vínculos cercanos y con una o varias adicciones. Así lo refleja el informe 'Diagnóstico de la situación de las personas sin hogar en Cantabria' elaborado por el Gobierno autonómico para abordar este fenómeno “mayoritariamente creciente”.

El documento detalla que un tercio de las personas sin hogar en la comunidad autónoma son españolas. De los dos tercios restantes, la mayoría procede de África (63%), Europa (20%) y América Latina (14%). La edad media de las personas sin hogar extranjeras (33 años) es inferior a la de las españolas (44 años), y dos tercios están en situación de desempleo y, de entre quienes consiguen trabajo, la gran mayoría lo hace de manera irregular o precaria.

Asimismo, según el informe, siete de cada diez personas sin hogar carecen de ingresos regulares, siendo la principal fuente de ingresos la mendicidad, las prestaciones públicas o la ayuda de ONG o familiares. Y es que tal y como refleja una encuesta elaborada por la Asociación Nueva Vida y recogida en el documento, la mayoría de las personas sin hogar tiene estudios primarios (40,8%) o secundarios (37,7%), un 8,4% sabe leer y escribir, pero no tiene estudios, un 1,1% tiene estudios universitarios y un 0,5% no sabe leer ni escribir.

Esto repercute en su situación laboral, puesto que, según la misma encuesta, un 64,9% de los cuestionados están en situación de desempleo, mientras que un 18,3% están trabajando y un 7,3% estudian. Un 6,3% tiene algún grado de discapacidad, y las personas jubiladas representan un 1,1%.

Como aspecto a destacar, solo una de cada cuatro personas con trabajo tenía contrato, es decir, que tres cuartas partes tenía un empleo irregular y precario. De las personas desempleadas, un tercio llevaba en esta situación menos de un año, y hasta un 55,4% estaban en paro de larga duración. De todas las personas sin hogar en edad de trabajar encuestadas, aproximadamente dos tercios busca trabajo. De estos, la mayoría (51,3%) busca desde hace menos de un año.

En definitiva, el perfil tipo de la persona sin hogar sería, a grandes rasgos, el de un varón de unos 30 años, de nacionalidad extranjera, con estudios básicos y que alterna el desempleo con trabajos precarios e irregulares, por lo que depende de la ayuda de terceros y de conseguir alguna prestación para obtener ingresos.

Alto riesgo para su salud

Por otra parte, la situación de calle implica un alto riesgo para la seguridad personal: casi un 60% de las personas sin hogar reportan haber sufrido algún tipo de agresión, detalla el documento. Los efectos sobre la salud son también muy nocivos, tanto en el estado de salud percibido como en la capacidad de acceder a tratamientos necesarios con el debido seguimiento. El consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias es común entre las personas sin hogar como forma de evasión de su situación, y la soledad y la falta de vínculos cercanos tienen un efecto singularmente nocivo sobre la salud mental de las personas sin hogar. “La creación de vínculos resulta esencial para el éxito de los itinerarios de inclusión”, apunta el texto.

Y es que el 67% de las personas encuestadas por Nueva Vida consume tabaco. Frente a ello, entre la población general del conjunto de España (mayores de 15 años), el porcentaje agregado de quienes lo consumían habitual u ocasionalmente era del 24,4%. Además, un 42,4% de las personas sin hogar consume alcohol, mientras que entre la población general la prevalencia de bebedores habituales se sitúa en torno a un tercio de los mayores de 15 años. Por último, un 17,3% reconoce consumir drogas. 

“La gravedad del sinhogarismo en Cantabria es reconocida por la mayoría de los servicios sociales de atención primaria”, resalta el informe del Ejecutivo autonómico. La tendencia de este fenómeno es “mayoritariamente calificado como creciente”, y la respuesta que se da desde las instituciones se percibe como “insuficiente y poco efectiva”. “En cuanto a los motivos para destinar medios a la erradicación del sinhogarismo se citan cuestiones de derechos humanos, satisfacción de las necesidades básicas de la ciudadanía y, finalmente, razones éticas”, concluye.

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