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Pablo Iglesias Yoko Ono

25 de noviembre de 2020 21:58 h

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Pablo Iglesias tiene secuestrado al Gobierno pero el Gobierno decide sin Pablo Iglesias. Pablo Iglesias controla a Pedro Sánchez pero Pedro Sánchez ningunea a Pablo Iglesias. Pablo Iglesias es totalitario pero Pablo Iglesias no manda nada. Pablo Iglesias no se habla con Pedro Sánchez pero Pedro Sánchez le consulta todo a Pablo Iglesias. Pablo Iglesias es un radical pero Pablo Iglesias es un moderado desde que gobierna. Pablo Iglesias es comunista y socialdemócrata. Pablo Iglesias es el responsable de las muertes en las residencias de Madrid pero Madrid la ha tenido que gestionar Ayuso sola. Podría seguir hasta el infinito y más allá. Pablo Iglesias es un oxímoron, según la oposición y sus medios. Es al mismo tiempo una cosa y la otra, casta y chusma, dios y nadie, Stalin y el Coletas. Es el vicepresidente Schröedinger, lo hace todo y no hace nada.

El caso de Iglesias es cuántico. Iglesias no ha hecho ni mitad de lo que dijo que haría porque no puede o porque no le dejan, pero le critican como si hubiera hecho mucho más de lo que dijo que haría. Le atacan más por lo que no ha hecho que por lo que ha hecho. Nunca un político con tan poco poder real ha sido criticado como si tuviera todo el poder. No ha expropiado, no ha nacionalizado, no ha creado un banco público, no ha conseguido la devolución del rescate bancario, no ha revertido la reforma laboral, no ha derogado aún las leyes mordaza, no ha roto España, no nos ha convertido en Venezuela, de hecho el líder de la oposición venezolana se ha instalado aquí, sin embargo, le combaten como si hubiera hecho todo eso y más. 

Sus votantes tienen muchas más razones para ser críticos con él —por haber templado su audacia original, por su deriva personalista, por haber reducido Podemos, por apartar a los críticos, por sus incoherencias que las tiene como todos—, sin embargo es la derecha la que vierte su bilis contra su persona cada día. La clave no es Iglesias, ni siquiera es Podemos, que está lejos de lo que prometía, es lo que Podemos representa, es el movimiento social que dio lugar al partido y ha roto el bipartidismo y ha cambiado la agenda política y ha traído más pluralidad y ha limitado los privilegios y ha cuestionado a la monarquía y ha obligado a perseguir más la corrupción y ha impuesto más transparencia y más democracia. El sistema le ha convertido en el saco de los golpes porque representa a la gente que puso al sistema contra las cuerdas. 

Le atacan a él para derribar el cambio de este país. Aunque Unidas Podemos no sea el 15M ni las mareas, sigue siendo el partido que ha llevado esa voz hasta el Gobierno y por eso los guardianes del orden, los defensores de la inmovilidad, las fuerzas muertas del conservadurismo, esa España helada que muere pero no quiere morir, que decía Machado, persigue a los morados como si fueran el mal en la Tierra. Desde que UP nació, sufren una campaña de acoso y derribo encaminada a hacerlos desaparecer y enterrar con ellos la pluralidad y plurinacionalidad que han traído. El orden establecido no quiere un nuevo orden. 

No se llegó a estos extremos, pero recuerdo que Zapatero fue también demonizado por sus avances sociales o por el Estatut de Cataluña. Pero ZP era el PSOE, formaba parte del aparato, Iglesias es un advenedizo, un intruso que se atrevió a señalar las vergüenzas de las oligarquías, por eso se lanzaron como tiburones sobre él cuando se compró el chalé, porque podían llamarle casta. Le llaman casta pero no le admiten en ella, otro misterio cuántico. El chalé no es más que el símbolo en el que meten todo el rencor que le guardaban. Como todos los símbolos es poderoso, más aún si la prensa lo machaca. No es tan grande el chaletito pero han conseguido que ahí quepa todo el odio de la gente contra Iglesias.

Tanto es así que desde hace meses, los liberados de Vox, los rentistas que no tienen nada mejor que hacer con sus vidas, rodean la casa y acosan a esa familia. No tiene nada que ver con un escrache porque no hay ninguna medida política que justifique esa persecución. No hay razones reales para el odio, son el resultado de la intoxicación mediática y política. Iglesias no ha hecho nada en su cargo que haya perjudicado el bienestar de quienes le detestan hasta perder las formas. Si les preguntas, dicen Venezuela, ETA, Coletas, Rata, Chepas, Moños y Galapagar. El chalé le aleja de su electorado, pero los que se indignan son otros. La gente de dinero no soporta que la gente de izquierdas tenga una casa con piscina. La gente que no tiene tanto dinero pero le gustaría pertenecer a esa clase superior, tampoco.

La propaganda funciona. Funciona hasta el punto de haber normalizado el insulto, cosa que no había ocurrido antes en nuestra democracia. Es el mismo retroceso que explica por qué en el Congreso ha entrado la ultraderecha. La humillación y animalización del adversario es una estrategia habitual del fanatismo. Es preocupante no sólo por la falta de respeto que todos deberíamos tener a las instituciones y las personas sino porque muestra la degradación democrática a la que hemos llegado. De los creadores de “la culpa de todo la tiene Zapatero” ha nacido “la culpa de todo la tiene Pablo Iglesias”. Es la Yoko Ono de nuestra política. Despierta la misma inquina, machista en el caso de ella, clasista en el caso de él. Pablo Iglesias Yoko Ono rompió los Beatles, mató a Kennedy y corneó a Manolete. Probablemente sea suya también la culpa de la muerte de Maradona.