Los ganaderos de la Sierra Norte de Guadalajara denuncian la muerte y desaparición de decenas de reses por los ataques de lobos
Los ganaderos de la Sierra Norte de Guadalajara se han mostrado desesperados y muy enfurecidos ante el incremento de los ataques del lobo a su ganado, con daños “importantes” no solo en el número de reses muertas de ovino, caprino y vacuno sino por “el elevado número de desaparecidas”, ya que por éstas no reciben ni siquiera ayudas del Gobierno regional, tal y como denuncia el presidente de los ganaderos en la comarca, Francisco García Peinado.
Peinado ha asegurado que de los sesenta ganaderos que hay en la comarca, “no hay uno que se libre”, ya que casi todos han perdido reses de ganado, caprino y ovino fundamentalmente.
Pero para Peinado el gran problema es el de las que han desaparecido y que no se encuentran ya que es probable que hayan sido pasto también del lobo pero al no localizarlas, no se puede justificar el daño y no se cobran. “Es un problema muy serio y grave”, afirma tras incidir en que, al menos, las que quedan en el suelo cerca, “aunque se pagan tarde, mal y nunca, se cobran”.
Peinado ha puesto como ejemplo el caso de un ganadero joven de El Ordial a quien “en cosa de quince días le han faltado treinta”. “¿Así, cómo se puede arrancar?”, se pregunta.
“El campo no puede tirar hacia adelante así”, ha apuntado recordando que muchas de las que se pierden no se puede saber casi qué pasa con ellas porque si han sido atacadas y se meten al monte, donde los buitres se echan encima rápidamente.
Y a estos problemas, desde la asociación de ganaderos siguen denunciando los bajos precios que se pagan por el poco ganado que pueden sacar al mercado, especialmente en estos tiempos de pandemia.
“Ataque tras ataque”
Juan Carlos Márquez es ganadero en la zona y ha perdido más de una decena de ovejas en varias semanas, tiene algunas heridas y también echa en falta varias más, que teme que también hayan sido el objetivo del lobo.
Una situación que, según ha asegurado, también sufren muchos ganaderos de la zona de Galve de Sorbe, Condemios, Cantalojas o Campillo o Campisábalos, entre otros, quienes han perdido vacas, terneros y también les han desaparecido algunas reses.
Aunque Márquez ya se ha acogido en alguna ocasión a las ayudas que hay para el lobo por parte del Gobierno regional, ha lamentado que tarden tanto en pagarse.
Según ha indicado, él ha pedido tanto para la adquisición de mastines como para un pastor eléctrico que ya ha instalado pero han pasado varios años y aún no le han llegado.
Este ganadero vive temeroso por su futuro. “Es un problema grave porque no descansas ante el temor y los trastornos de cabeza que nos genera el lobo. Tiene que haber varias manadas asentadas porque es ataque tras ataque”, ha concluido Márquez.
UPA pide una “política lógica e inteligente”
Precisamente, hace unos días, los responsables de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) mostraban su “estupor y alarma” ante las pretensiones del Gobierno de la nación para la gestión del lobo ibérico a través de un plan del Ministerio de Teresa Ribera para incluir “al mayor depredador” de la Península Ibérica como especie silvestre en régimen de protección especial.
“El lobo no está en peligro de extinción y lo constatan los ataques al ganado, que no hacen sino crecer año tras año”, ha recordado UPA que ha trasladado al Gobierno de la nación la “desesperación” de los ganaderos que desarrollan su labor en las zonas de expansión de este “depredador”.
Los responsables desde UPA remitieron una carta al secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, para solicitar una reunión urgente para abordar el tema y pedir al Ejecutivo una “política lógica e inteligente” que no ignore los problemas que causa el lobo en el medio rural.
Entre las acciones concretas que propone UPA destaca la necesidad de realizar un censo exhaustivo y fiable de las poblaciones de lobo que permita conocer la situación concreta de la especie y controlarla allí donde sea necesario; apoyar a los ganaderos para implantar medidas preventivas de toda índole para evitar los ataques y establecer unas indemnizaciones justas y suficientes “que contemplen no sólo el daño producido sino los efectos colaterales que los ataques de lobo provocan en el ganado”.
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