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El balance de José Luis Gil: “Hemos vivido los años más injustos de la democracia”

José Luis Gil en la celebración de los 40 años CCOO Castilla-La Mancha

Francisca Bravo Miranda

En abril, CCOO Castilla-La Mancha celebrará su XI Congreso. En él, su secretario general José Luis Gil abandonará su cargo después de 12 años al frente del sindicato. Más de una década, tres mandatos (lo que se permite en la organización), en el que cierra un ciclo que se inicia en su afiliación nada más empezar su actividad laboral. Ante el inminente fin de ciclo, el sindicalista se extiende en su visión acerca de la actualidad, el valor de una organización como Comisiones Obreras y el papel de las fuerzas civiles en la sociedad actual.

Gil comenzó a tener más implicación en el sindicato alrededor del año 1983, con responsabilidad ya en secciones sindicales. Desde ahí, pasó a ser secretario provincial de Administración Pública de Ciudad Real en 1986, y luego fue elegido secretario general de la Unión Provincial con sólo 29 años. “Un chiquillo. Fue una barbaridad por parte de los que me eligieron y por la mía por aceptar”, rememora. Eran tiempos de “mucha pasión”, de “mucha necesidad por dar el paso”, asegura.

“La democracia era muy joven e inestable, todavía la estábamos construyendo desde los años 60'”, recuerda. En este sentido, quiere destacar el papel “relevante y no siempre reconocido” que jugaron los militantes tanto de Comisiones como del Partido Comunista para “trasladar a este país la democracia”. “Es verdad que el dictador murió en la cama, pero la democracia se conquistó en la calle. Que nadie lo olvide”, explica.

Gil fue elegido como secretario general en 2004, en un congreso que califica como “muy duro” debido a la “confrontación” que hubo entre las candidaturas. “La verdad es que llegamos con un sindicato fracturado, partido prácticamente al 50%. Tuvimos que soldar esos desencuentros y buscar alianzas para que el sindicato responda de manera contundente ante los elementos externos”, afirma. En este contexto, reivindica que es el “compromiso” de CCOO lo que llevó a que el sindicato pudiese seguir trabajando. “Esto nos permitió soldar con más rapidez las diferencias”, afirma.

Su experiencia como secretario general del sindicato la resume como un “honor irrepetible” pero también afirma que ha sido una experiencia desgastadora. “No siempre ves el resultado de lo que haces. Ha habido momentos muy difíciles que hemos podido sortear, pero también puedes ver que lo que haces todos los días da resultados”, explica, a la par que añade: “la gente es consciente de que las cosas pasan porque alguien las mueve”. Como ejemplo expone la aprobación de la Iniciativa Legislativa Popular relacionada con la Renta Mínima que se aprobó en congreso, y señala que el sindicato fue una de las organización que se encargó de recoger las más de 700.000 firmas recogidas.

Son este tipo de iniciativas, asegura, las que “nos hacen más humanos, más modernos. Es modernidad pura que la gente no se quede tirada. Es lo justo”. Y es que, recoge, España ha pasado por tiempos durísimos en los últimos años. “Hemos vivido los años más complicados y más injustos de la democracia. Todavía hay trabas que se siguen poniendo a los más endebles”, afirma. Y así recuerda los años del Gobierno del PP con María Dolores de Cospedal a la cabeza.“Totalmente insensible con miles de personas. No fuimos capaces de que entendiera que las personas son lo primero”, y lamenta la falta de respuesta a quienes “peor lo estaban pasando”.

Fue la “soberbia” de ese Ejecutivo la que impidió “cualquier acercamiento”. “Ante eso teníamos dos planteamientos: decidir que era irreversible o defender con claridad las alternativas. Y no íbamos a escondernos”, afirma. Y así lo hicieron, explica, aunque fue “muy duro” pero con la ayuda de muchos ciudadanos se logró “suavizar” la parte más negativa. Por eso, insta a la respuesta social, porque “la gente tiene que pensar qué pasa si no hay contestación en la calle, de manera permanente y razonada contra esas políticas”. Y eso, a pesar de los ataques “sistemáticos y planificados”.

Actualmente, asegura, la situación es distinta, ya que considera que hay más “sensibilidad” por parte de la Junta, ya que se permite el acercamiento, aunque a veces “no se comparte ni se entiende”. “Este es el papel del sindicato: actuamos en la empresa, pero también influimos en las políticas de la gente y hay muchos ejemplos”, asegura. Entre estos ejemplos, recalca el Plan regional de Empleo, que ha servido para que “finalmente” hubiese una oportunidad para la gente que se encontraba en una situación “de emergencia” sin prestaciones.

Crisis del sindicalismo, transparencia y Ley Mordaza

CCOO no ha sido ajeno a las críticas duras que ha recibido el sindicalismo. De hecho, ha sido foco de las mismas. Pero Gil asegura que esto se debe a que el “poder” tiene claro a quien debe atacar, a quienes hacen “frente a las políticas más injustas”. Estas críticas han ido pasando factura a la organización, reconoce, pero la respuesta del sindicato ha sido mostrarse transparente. “Es un elemento vital”, asegura y por eso en Castilla-La Mancha se han fiscalizado las cuentas. “Tenemos muchísimo interés en que la gente sepa qué hacemos con nuestros recursos”, explica, y, por eso, también exigen lo mismo de las administraciones.

En cuanto a la “persecución” que han sufrido los activistas sindicales que se han movilizado en las calles, asegura que esto también tiene que ver contra la “campaña contra los sindicatos. ”La Ley Mordaza ha operado con un artículo que no se usaba desde la dictadura, para procesar con penas disparatadas“, como fue el caso de 'Los ocho de Airbus'. Concluye que en Castilla-La Mancha ha habido un ”empeño“ en ese tipo de sanciones para replegar a la sociedad y que no se usase el derecho a manifestarse. ”Son artimañas, argucias que utiliza el poder para intentar callar a la gente. No lo han conseguido. Seguirán reivindicando lo que es propio“.

En cuanto al futuro de la organización, señala que se debe mantener el compromiso con los trabajadores y las trabajadoras. Con quienes están en empresas y con quienes están en paro, el camino es “escuchar e interpretar lo que necesita la gente” pero “sin ser complaciente, siempre críticos y exigentes con los demás”. Por eso, insta a un seguir siendo rebeldes para conseguir una influencia que crezca en la próxima década. “La gente es consciente de que sola no pueden hacer nada, que tienen que trabajar con un sindicato”, concluye.

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