Su marido heredó de sus padres el cultivo de las trufas y durante tres décadas ha estado sacándolo adelante con todos sus medios, con una producción cada vez más pequeña debido a la inestabilidad de los ciclos climatológicos y a la falta de agua. Ella le ayuda en estas tareas y también es veterinaria de profesión. Ha sido por tanto testigo durante muchos años de los efectos del cambio climático en las zonas rurales, tanto en la ganadería como en la agricultura. Carolina Herrada, residente del pequeño pueblo conquense de Salvacañete, se convertirá por ello el día 30 de noviembre en una de las siete personas que Greenpeace ha seleccionado para relatar su experiencia real en el marco de la Cumbre Internacional del Clima COP21.
“Me he sentido víctima del cambio climático y por eso envié mi solicitud, porque somos personas que vivimos de los recursos que da la tierra y por lo tanto somos dependientes de las condiciones climatológicas, somos la voz de la tierra”, explica en una entrevista con eldiario.es/clm.
Tanto ella como su marido, como truficultores, han visto cómo la producción mengua año tras año debido a los efectos del cambio climático. Pero además, esas mismas consecuencias las ha apreciado también en su trabajo como veterinaria: han aumentado enfermedades de animales transmitidas por vectores como garrapatas o plagas de moscas que no son habituales en determinadas épocas del año.
“Todo afecta de manera directa a nuestros ingresos y a nuestro modo de vida. Son 30 años de un negocio que estamos viendo que llega a su final, y vemos que no nos quedará más remedio que dejar la agricultura”, comenta Carolina. Resalta que el cultivo de trufas se lleva a cabo en varios terrenos acotados de determinados pueblos y se comercializa mediante mercados minoristas, es decir, en cantidades muy pequeñas a las que hay que “dar salida”.
“No es un problema solo de las zonas rurales”
Su intervención en la Cumbre del Clima se centrará en su caso particular pero asegura que no es un hecho aislado. “Afecta también a todo tipo de agricultores y ganaderos, con transformaciones en los pastos y en la comida, y con falta de agua; por eso quiero hacer ver a los políticos y a la población en general que no es un problema solo de las zonas rurales. Nosotros lo vemos más de cerca pero nos va a llegar a todos, llegará a las grandes ciudades. No es solo un problema ecológico o una utopía, es ya una evidencia”, resalta.
Junto a Carolina intervendrán en la Cumbre del Clima de París otras seis personas, a los que Greepeace considera “héroes y heroínas que representan la voz de la ciudadanía”: Claudia, una estudiante de 14 años de Getafe; Nathalie, una estudiante de 17 años de Barcelona; Azarug, un estudiante de 18 años de Gran Canaria; Jorge, bombero y productor fotovoltaico de Alcobendas; Iñaki, arquitecto sostenible de Madrid; y Carlos, de 74 años, expiloto de avión y viticultor originario de Valencia y residente en Pozuelo del Rey. Está previsto que algunos de ellos viajen a París donde se reunirán con líderes políticos para transmitirles la preocupación de la población por el cambio climático.
A continuación el vídeo que Greenpeace ha realizado sobre el trabajo de Carolina Herrada: