Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
Tratamiento 'médico' para bosques: un protocolo pionero busca su resiliencia frente al cambio climático
El cambio climático no deja de traernos cada día, no solo altas temperaturas, sino también los avisos necesarios para que podamos conocer y ser conscientes de nuestra responsabilidad individual y colectiva. Pero al mismo tiempo, desde el ámbito de la investigación, también llegan hasta nosotros nuevos estudios académicos que demuestran que el ser humano sigue trabajando incansablemente para que este fenómeno no nos gane la partida. Un ejemplo de ello es el sistema pionero que han desarrollado durante los dos últimos años FSC España, la ONG que vela por la sostenibilidad de los bosques, con el apoyo técnico de investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH).
Se basa en la utilización de indicadores de adaptación al cambio climático, que han implementado a través de un protocolo de gestión forestal adaptativa en montes certificados FSC que permitirá mejorar su resiliencia. Cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, a través de la Fundación Biodiversidad, dentro del Plan de Impulso al Medio Ambiente para la Adaptación al Cambio Climático en España (PIMA Adapta).
Tres espacios protegidos han sido los laboratorios naturales seleccionados en el último año. Son bosques de pinos, robles, encinas y alcornoques certificados en la Serranía de Cuenca, el Parque Natural de las Fragas del Eume (A Coruña) y el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (Huelva). Los trabajos han dado continuidad a una primera fase centrada en bosques de Valsaí en el Parque Nacional Sierra de Guadarrama (Segovia), Navahondona en el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén) y los montes vecinales en mano común de la parroquia de Barrantes (Pontevedra). Todos ellos fueron elegidos para evaluar los impactos ambientales y la vulnerabilidad que sufren por culpa del cambio climático.
“Es como cuando vamos al médico”
El catedrático, doctor en Ecología, ingeniero de montes e investigador Miguel Ángel de Zavala explica a eldiarioclm.es que el sistema de indicadores sirve para hacer un seguimiento de las amenazas, impactos o daños en los bosques. “Son medidas sencillas que nos informan del estado de un sistema. Por poner una analogía, es como cuando vamos al médico y evalúa nuestra salud mediante la presión arterial o el colesterol”. En el caso de los bosques, esas pruebas pueden basarse en los anillos de crecimiento que indican la respuesta a las sequías, la estructura de edades de la población o el grado de diversidad funcional que se relaciona con la estabilidad tras un impacto.
“Cuando un bosque recibe un impacto severo como el de una sequía extrema, si es diverso es más probable que alguna de las especies pueda recuperarse y así mantener las funciones del bosque, como la protección del suelo de la erosión o seguir fijando carbono en tanto la comunidad se recupera”, subraya. Y también destaca que hay otros indicadores relacionados con aspectos sociales que son claves, como el tipo de propiedad, la implicación de los propietarios en la toma de decisiones o la calidad de los planes de gestión.
El grupo de investigación ha partido del hecho de que el conocimiento de los bosques no garantiza su conservación, y que además, en España “el monte no es una prioridad”. El profesor pone como ejemplo el abandono de las zonas rurales, motivo suficiente para no dejar su conservación solo en manos de las administraciones. Esgrime así el poder que tienen los consumidores: “Mediante sus decisiones pueden orientar la demanda de un determinado producto y por tanto incentivar a las empresas a adoptar prácticas sostenibles”.
En este sentido, son los procesos de certificación los que les permiten identificar productos mediante un sello que indica que han sido obtenidos bajo unas determinadas condiciones ambientales y sociales. Por eso, considera que lograr que las entidades certificadoras incorporen a su sello criterios de adaptación al cambio climático propiciará incentivar la inclusión de prácticas de adaptación y “tener bosques más resilientes”.
Es importante destacar que el sistema en sí no garantiza la resiliencia pero “sí indica en qué dirección deben ir las medidas a adoptar para que el sistema sea menos vulnerable”. El método está diseñado para aplicarse a otras zonas forestales para las que haya una certificación de los servicios que proporcionan los montes.
“El mayor problema del cambio climático es la velocidad a la que puede tener lugar”
Miguel Ángel de Zavala recuerda asimismo que todos los modelos predicen cambios en la composición de los ecosistemas pero no pueden predecir si estos van a ocurrir de forma gradual o mediante episodios drásticos como por ejemplo grandes incendios. “El mayor problema del cambio climático es la velocidad a la que puede tener lugar y qué impacto puede tener ese ajuste para nuestra sociedad en términos de bienestar e incluso de salud”, precisa. Lo que sí propicia ese seguimiento es identificar qué localidades y qué acciones pueden ser prioritarias para minimizar el riesgo.
Pone otro ejemplo en el caso del fuego, tan virulento en verano durante los últimos años. “Muchos de los incendios actuales tiene que ver con el colapso de los modelos tradicionales como la ganadería ovina, el aprovechamiento de leñas y la diversificación de usos a nivel de paisaje. Este colapso ha favorecido la formación de masas forestales continuas y homogéneas muy vulnerables a los incendios”.
Considera finalmente que con el conocimiento científico no es suficiente, y que es necesario establecer mecanismos de gobernanza y consenso entre todos los actores implicados -administraciones, ganaderos, agricultores, cazadores, industrias, turistas, propietarios, conservacionistas- que permita alcanzar “un pacto social sobre la gestión del territorio”. “La escasez de agua, la contaminación del aire, de los ríos, de los acuíferos, las enfermedades de origen ambiental y el colapso de la diversidad biológica, entre otros, son los nuevos emblemas. Las sociedades que degradan de forma irreversible su territorio están abocadas a la pobreza y a la emigración, evitar eso es el reto de la adaptación”.
Como parte de este proyecto, el pasado 16 de mayo se celebró en Madrid un taller científico-técnico al que acudieron tanto expertos, como gestores forestales y periodistas especializados. Esta reunión sirvió para avanzar las principales conclusiones de este proyecto, pero también para recopilar información valiosa que ayude a mejorar los indicadores de gestión definidos. En él participaron responsables del proyecto, tanto por la parte de FSC como por la de la Universidad de Alcalá, además de la Fundación Biodiversidad y la Oficina Española de Cambio Climático.
El Grupo de Investigación de Ecología y Restauración Forestal de la UAH cuenta con una amplia experiencia en el estudio de los principales ecosistemas forestales ibéricos, desde pastizales a bosques mediterráneos. Sus estudios abarcan diferentes escalas espaciales y temporales, e incluyen campos desde la Ecofisiología hasta la Biogeografía y desde la Biología Evolutiva hasta los efectos recientes del cambio global. Estos estudios se complementan con actividades de transferencia encaminadas a la restauración, conservación y gestión de los ecosistemas forestales en Europa y en Iberoamérica.
El cambio climático no deja de traernos cada día, no solo altas temperaturas, sino también los avisos necesarios para que podamos conocer y ser conscientes de nuestra responsabilidad individual y colectiva. Pero al mismo tiempo, desde el ámbito de la investigación, también llegan hasta nosotros nuevos estudios académicos que demuestran que el ser humano sigue trabajando incansablemente para que este fenómeno no nos gane la partida. Un ejemplo de ello es el sistema pionero que han desarrollado durante los dos últimos años FSC España, la ONG que vela por la sostenibilidad de los bosques, con el apoyo técnico de investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH).
Se basa en la utilización de indicadores de adaptación al cambio climático, que han implementado a través de un protocolo de gestión forestal adaptativa en montes certificados FSC que permitirá mejorar su resiliencia. Cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, a través de la Fundación Biodiversidad, dentro del Plan de Impulso al Medio Ambiente para la Adaptación al Cambio Climático en España (PIMA Adapta).