La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.
La ropa de plástico no es la solución
La contaminación por plásticos es un problema acuciante. Cada vez más estudios nos hablan del impacto de los microplásticos y las sustancias plastificantes en los ecosistemas y la salud humana. Mientras la industria se empeña en destacar las bondades de los materiales obtenidos a partir de polímeros artificiales, el abuso continuado de plásticos de usar y tirar hace que cada vez tengamos más residuos de este material. Tantos que no somos capaces de gestionarlos adecuadamente. El diagnóstico es claro. El uso mayoritario del plástico en nuestros días es para envases de usar y tirar. Tanto directamente en botellas, como recubrimiento interno de las latas o capa impermeabilizante en briks y otros envases complejos.
Según datos de la propia industria, en Europa cerca del 40% de los plásticos se utilizan cada año para envases. A esta cifra se podrían sumar otras partidas de un solo uso, como plásticos de uso médico o en la agricultura, con lo que estaríamos hablando de que más de la mitad del plástico que se consume se emplea en aplicaciones de usar y tirar. En su informe “La Economía Circular de los Plásticos. Una visión europea” la patronal Plastic Europe también aporta otro dato interesante: el 61% de los residuos de plástico post consumo recogidos son envases.
Así las cosas está claro que tenemos un problema con la cantidad de envases de plástico de usar y tirar que utilizamos. Y el argumento de la economía circular anda muy lejos de ser una solución viable. A escala global la Fundación Ellen MacArthur nos decía que solamente el 2% de todos los envases nuevos se estaban fabricando a partir de envases de plástico reciclado.
¿Coger plásticos abandonados en la naturaleza y convertirlos en ropa molona? Es una tendencia que se ha puesto de moda, tanto desde marcas dirigidas a un público con alto poder adquisitivo como por parte de equipos de fútbol que buscan un lavado de cara para su imagen corporativa. O la de sus accionistas, o a saber qué.
“Alargar la agonía del plástico”
En las prisas por apuntarse al carro de la economía circular, quienes promueven la conversión de residuos de plástico en ropa se olvidan de que esto es únicamente dar un segundo uso al material, que no es un ejemplo de circularidad. Quizá si estuviésemos convirtiendo las botellas en nuevas botellas podríamos empezar a hablar de cerrar ciclos, pero convertir botellas en ropa que acaba en vertederos e incineradoras únicamente es alargar la agonía del plástico.
Eso suponiendo que realmente estemos reciclando las botellas en forros polares. Porque, desgraciadamente, la trazabilidad se pierde en el proceso. Quienes recogen las botellas las entregan a otros que las llevan a alguna parte donde se procesan para llevarlas a otra parte donde se recuperan los plásticos de distintos flujos de residuos. De allí el material viaja a otro lugar donde se convierte en fibras que alguien compra para hacer tejidos y vende para que otros hagan nuevas prendas. Demostrar que las fibras de un abrigo alguna vez fueron botellas de bebidas es una tarea bastante compleja.
Pero, como advierten desde el proyecto MERMAIDS Life+ es, el problema es que esa ropa de plástico genera millones de fibras que acaban en los ecosistemas. Cada vez son más las voces que avisan del impacto de la ropa de plástico. Incluida la moda, que lleva algún tiempo alertando de los peligros del poliéster. Las fibras sintéticas que liberan el desgaste y el roce de las prendas en la lavadora es una fuente preocupante de microplásticos. Y los sistemas de depuración de aguas residuales no son capaces de retener estas fibras que acaban vertidas en ríos, lagos y el mar.
Si el problema que queríamos resolver es la contaminación por plásticos, la solución no pasa por recoger botellas abandonadas y darles un segundo uso como prendas de ropa que aceleran su transformación en microplásticos. Y quizá hay usos en tejidos técnicos imprescindibles para el deportista de élite consagrado a los resultados de la competición más exigente que no tengan sustitutos. Pero salir a pasear con la bicicleta o a trotar un poco por el parque no requiere de un disfraz sintético. Se puede hacer con una camiseta de algodón.
Algodón, lino, lana… tenemos muchas fibras de origen natural con las que hacer ropa que no genere microplásticos. Y que crea otras oportunidades para la sostenibilidad. Ovejas pastando en paisajes rurales, pastores, cría de mastines, esquileo, hilado… son actividades que pueden dar ingresos en el medio, un retorno económico para la España vaciada.
Necesitamos apostar por soluciones reales, no desviar la atención sobre el origen de los problemas. Para frenar la contaminación por plástico hay que favorecer la venta a granel, los envases retornables hechos en materiales reutilizables. Una apuesta decidida por el producto local, de temporada. Por los establecimientos que venden productos de proximidad. Sean frutas, legumbres o jerséis de lana.
Y recordar que no. Que la ropa de plástico no es la solución. Por mucho que una productora de televisión la convierta en objeto de deseo, que un equipo de fútbol trate de ocultar sus miserias con un gesto que ya sabemos que no es sostenible o que nos traten de convencer de que dar un segundo uso a un material es economía circular, cuando lo circular es fomentar ciclos naturales que no requieren de la extracción de recursos fósiles.
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