Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
Diez capítulos después vuelvo a escribir sobre ‘Fariña’, ya que la serie creada por Bambú Producción y Atresmedia, ha quedado incluida para siempre en el imaginario televisivo/seriéfilo de España tras poner un fantástico broche final a la adaptación del libro homónimo prohibido de Nacho Carretero.
La historia de Sito Miñanco, Laureano Oubiña, Manuel Charlín, Terito, Colombio y sus respectivos clanes ha causado furor en la televisión y, no lo digo yo, es que todo el mundo con el que me relaciono en mi vida cotidiana me ha mencionado, durante su emisión, alguna vez ‘Fariña’. Muchos se han quedado sorprendido por la historia -algunos la desconocían-, otros la comparan con ‘Narcos’ -“¡ya tenemos nuestros propio Pablo Escobar!”, me dicen algunos. Sea como fuera la serie ha funcionado como un tiro tanto a nivel técnico, nivel textual y a nivel actoral: una pieza fantástica de nuestra televisión.
“La cara es el espejo del alma”, y la ficción televisiva, es el espejo -en muchos casos- del sentir social. ‘Fariña’ en este caso, como lo fue ‘Crematorio’ hace unos años, solo hace reflejar mucha de las prácticas corruptas y mafiosas que llegan hasta las mismísimas entrañas de este 2018. “Somos lo que comemos” o, más bien, somos lo que heredamos. La serie que relata la evolución desde el ascenso, cúspide y declive de estos narcos gallegos es una reflexión muy acertada y ácida de lo que se ha considerado como algo normal en España: la corrupción y todo lo que ello conlleva.
Políticos y empresarios que han aglutinado mucho dinero, pero, sobre todo un increíble poder que muchos ejercen a día de hoy. Este proporcionado y acordado por el pueblo en las urnas cada cuatro años. Razón tenía el personaje de Frank Underwood (‘House of Cards’) en esta frase: “Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a caerse a pedazos después de 10 años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste durante siglos”.
Los negocios turbulentos de los clanes gallegos, a los que se incluye Sito Miñanco, desde el Winston de batea hasta la fariña era un “problema” de conveniencia para todos los gallegos. Muchas bocas que alimentar y poco dinero con el que hacerlo. Traía una suculenta riqueza a la zona que paliaba los síntomas de pobreza. Sin embargo, ‘Fariña, sobre todo para aquellos que desconocen la historia, refleja muy bien el refrán:“ Pan para hoy y hambre para mañana”. La fractura y consecuencias sociales se hicieron pronto notar en las cárceles, hospitales y calles: la droga exportada desde Colombia y Panamá inundó primero Galicia y después España.
Una generación de hijos gallegos se perdieron víctimas de sobredosis y enfermedades relacionadas con el uso compartido de jeringas. Las madres, encarnadas en la figura de Carmen Avendaño, interpretada por Iolanda Muíños, formaron la asociación ‘Madres contra la droga’ para dar visibilidad a un problema que políticos se encargaban de ocultar. Es lo que tiene tener los bolsillos de dinero.
Sito Miñanco (Javier Rey), erigido en forma de Rey, mito y leyenda, llega triunfal con su Winston de Batea aprovechando la multitudinaria procesión naval del Carmen. Un hecho muy simbólico de lo que llegaría a ser para el pueblo este capo. Un modesto pescador que su ambición le llevó a convertirse en el héroe del populacho; claras similitudes a Pablo Escobar. Sin embargo, su hito mayor no fue proclamarse presidente del Juventud de Cambados, sino en lograr ser una persona “imprescindible” para su pueblo. Costeó entierros, pago operaciones sanitarias, pago deudas y ayudó a abrir negocios, entre otras acciones. Era muy querido y, por eso, muchos miraron a otro lado cuando el problema de las drogas empezó a contaminar las calles. Se podría decir que era un narco con gran mano izquierda, como se define popularmente a los entrenadores de fútbol.
Sin embargo, tras esa mano izquierda, Sito Miñanco esconde ambición, codicia y fuerza. Porque básicamente el mundo del narcotráfico es violento y ambicioso per se; y, si, además, incluyes a los cárteles de Colombia y Panamá todavía más. Con ellos llegaron los sicarios, los ajustes de cuentas y un miedo que aterrorizó a los clanes gallegos. En muchos casos debido a que la avaricia rompe el saco.
La valentía de ‘Fariña’ viene por ese “impertinente” dedo acusador hacia autoridades políticas citadas con nombres propios durante la serie. Políticos, jueces y policías que fueron amantes y cómplices de los narcos gallegos. Gracias a ellos los Sito, Oubiña y Charlín campaban a sus anchas por todo Galicia mientras ellos ejecutaban su poder en todas las esferas públicas. Se pagan campañas, obras públicas, amañaban elecciones para perpetuar el poder de cierto partido político. Los narcos movían los hilos y los políticos disponían. Hay que entender el pasado para comprender mucho mejor el presente.
Esta historia de codicia, violencia y ambición no se podría llegar a entender sin el papel de la mujer en ‘Fariña’. Ellas son de importancia capital para comprender la intrahistoria del patriarca narco gallego y lo que significaron para su posterior apoyo y desarrollo. Aquí son claves dos figuras: Pilar Charlín, interpretada excelentemente por Isabel Naveira, hija de Manuel Charlín; y, Esther Lago, interpretada por Eva Fernández, mujer de Laureano Oubiña. Ambas y todas las mujeres que rodearon a los clanes hicieron un trabajo silencioso para perpetuar la ambición y codicia.
Si algo es clave en el éxito de ‘Fariña’ a parte del grandísimo nivel formal y textual de la historia es el extraordinario enfrentamiento entre protagonista y antagonista; entre dos actores: Javier Rey y Tristán Ulloa; entre Sito Miñanco y Darío Castro; entre el gato y el ratón. Su duelo actoral y de personajes se recordará durante mucho tiempo en la televisión. Dos personajes que son dos caramelitos para dos actores que han sacado el máximo jugo a su alter ego en la serie. Han puesto toda la carne en el asador para que sea un auténtico disfrute verlos en la pequeña pantalla.
No puedo permitirme escribir esta reseña sin nombrar a otros actores: Carlos Blanco, Antonio Durán Morris, Manuel Lourenzo, Miquel Fernández, Monti Castiñeiras, Jana Pérez o Xose Antonio Touriñan, entre otros.
Diez capítulos como diez soles han deslumbrado en dirección Carlos Sedes y Jorge Torregrosa. ‘Fariña’ también se ha hecho un trabajo perfecto de fotografía, ambientación y atmósfera dando la comparsa perfecta a una historia oscura que contiene violencia, ambición, sangre y codicia. Solo los reflejos de las luces deslumbrantes en la pantalla rompían ese clima. Lo interesante es que la dirección sabe imprimir la tensión y el ritmo necesarios en una narración in crescendo que rompe con un clímax final brutal.
La banda sonora de ‘Fariña’ es otra de las joyas de esta serie. El magnífico intro de Iván Ferreiro abre una catarata de grupos y canciones que riegan toda la serie de una manera extraordinaria. En Spotify o en YouTube se encuentra completa, merece mucho la pena.
En conclusión, ‘Fariña’ ha sido una experiencia enriquecedora a todos los niveles. Una serie fantástica de principio a fin y una demostración de que es posible pasar de lo local a lo universal en España. Yo me he sentido gallego. Si todavía no has visto ‘Fariña’, no dudes en hacerlo.
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