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El agua, ¿“pa” cuándo?

Ismael Parras y Elena Arenas

Almagro Sí Puede —

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El otro día mis hijos jugaban con sus primos y primas, y como suele ocurrir en estos casos, a alguien se le ocurrió que coger una manguera y regar a todo el mundo podía ser buena idea. Al rato ya estaba yo soltándoles la típica charla, que si el agua es un bien escaso, que si no se puede desperdiciar, que si cuando tenía vuestros años el agua nos llegaba en cisternas, que llenábamos la bañera con cubos o que sencillamente nos bañábamos en un barreño... bla bla bla. Sus caras de asombro ante la regañina me hicieron pensar en la cantidad de años que llevábamos sin resolver “el problema del agua” en Almagro, Bolaños y demás pueblos del Campo de Calatrava.

Porque, aunque ahora no tenemos cortes de suministro y el abastecimiento parece estar garantizado, la verdad es que llevamos lustros bebiendo agua embotellada y acostumbrados a que en ocasiones de los grifos salga un líquido al que, por su color y olor, cuesta trabajo llamar agua. Hemos aceptado como lo más normal del mundo que, si no queremos padecer trastornos intestinales, debemos dedicar una parte de nuestro presupuesto a comprar agua. Pero esto es una aberración.

El acceso al agua potable es un derecho humano que debe estar garantizado por las autoridades, que además están obligadas a velar por su calidad y bajo precio. Y esto es así porque el agua no es una mercancía, por más que así lo crean las empresas embotelladoras y los ayuntamientos que en las últimas décadas han externalizado la gestión del abastecimiento. El agua es, como la comida, un bien necesario para la continuidad de la vida: como no se puede decidir beber o no beber, las autoridades están obligadas a garantizar que el suministro sea universal, barato y de la máxima calidad. Cuando esto no se cumple, se somete a la población a tener que decidir si comprar o no agua para beber, es decir, a tener que decidir si enferman o no ellos y sus hijos. Y esto es una inmoralidad y una injusticia.

Además, en Almagro tenemos un problema añadido, ya que toda esa agua embotellada, consumida por locales y turistas, genera una enorme cantidad de plásticos que terminan en su mayoría, como hemos denunciado en numerosas ocasiones enterrados en el vertedero.

La cuestión de la calidad del agua

El Grupo municipal Almagro Sí Puede planteó la cuestión de la calidad del agua en el pleno del Ayuntamiento de Almagro del pasado 26 de julio, aprovechando que en el orden del día había un punto relacionado con el Consorcio para el Abastecimiento de agua del Campo de Calatrava. A nuestro grupo le llegó el acta de la reunión que el pasado 28 de mayo de 2018 el Consorcio celebró para disolverse a sí mismo y convertirse en la Mancomunidad Aguas del Campo de Calatrava.

Más allá de la aprobación de los estatutos para esta conversión, que es un trámite meramente administrativo, en el acta se recogen otros puntos bastante más preocupantes. Uno de esos puntos el espeluznante informe presentado por el representante de la empresa concesionaria, en ese informe comprobamos cómo una vez más tanto los ayuntamientos como la empresa no han realizado ningún trabajo e mantenimiento y ahora intentan que el coste del desastre sea asumido por las Administraciones central y autonómica.

En resumen: la planta potabilizadora del Pantano de la Vega del Jabalón se encuentra en unas condiciones lamentables, que explican la“calidad ”del agua que llega a nuestras casas (equipos obsoletos, tuberías desgastadas, caudalímetros de gas inservibles, detector de fugas de ozono descalibrado, filtros que no se sustituyen, planta de ósmosis inversa -valorada en millones de euros- sin estrenar y abandonada). La planta potabilizadora no funciona tal y como fue planteada, con lo que el agua que llega a los pueblos necesita mucho tratamiento químico y ni así alcanza unos niveles satisfactorios, hay que tener en cuenta que estamos convirtiendo el barro en agua y eso es casi un milagro. Recordamos que cuantos más químicos se utilicen en el tratamiento del agua más problemas de salud se pueden generar. 

Mientras a fecha de hoy “no existe alternativa al agua del Embalse” según asume el equipo gestor del Consorcio, se suceden las declaraciones y promesas respecto a la Tubería Manchega, como aquellas  que nos hicieron respecto a la potabilizadora y la planta de ósmosis que se suponía iba a proporcionar al  Campo de Calatrava agua de “primerísima calidad” o aquellas otras que no dan risa sino vergüenza, de que para 2011 no beberíamos más agua embotellada.

Una “obra faraónica” sin terminar

Recordemos que esta gran obra hidráulica para conectar mediante 1.000 kilómetros de conducciones la cabecera del Tajo con el Guadiana y de aquí distribuir el agua a 59 municipios de Albacete, Cuenca y Ciudad Real, fue adjudicada en 2005 a la empresa OHL del Marqués de Villar Mir (del que podemos hablar otro día) por 128 millones de euros, y la previsión es que fuera terminada en 2011. La realidad es que a día de hoy se han gastado más de 500 millones de euros en esta faraónica obra, que no parece que vaya a terminarse ¿hasta 2024?, y los niveles del caudal de los embalses de Entrepeñas y Buendía (debido a los efectos del cambio climático y a la presión del trasvase Tajo-Segura), no parece que vayan a estar lo suficientemente altos como para enviar agua a la llanura manchega, incluso aunque la construcción de la gran Tubería finalice alguna vez , en definitiva se trata de un proyecto faraónico, demasiado costoso y de dudosa utilidad en un futuro marcado por la más que segura escasez de agua.

Por todo lo dicho, es absurdo que el alcalde de Almagro, ante la intervención del Grupo Municipal Almagro Sí Puede en el pleno del pasado 26 de julio, contestara que la solución inmediata al problema del agua en nuestra localidad iba a ser la Tubería de la Llanura Manchega. Tal afirmación no tiene fundamento alguno (ni la obra está terminada, ni hay agua en la cabecera del Tajo para trasvasar al sur); es un brindis al sol que lo único que esconde una incompetencia generalizada para solucionar el grave problema del abastecimiento de agua potable a nuestro pueblo.

En fin, ya va siendo hora de plantear alternativas viables para el problema del agua en un futuro que pinta bastante negro. Desde nuestro punto de vista, se pueden hacer varias cosas. Por un lado, los poderes públicos deberían poner inmediatamente en marcha y de forma integral políticas de ahorro de agua, por ejemplo coordinando una mesa del agua en la que representantes de asociaciones ciudadanas, ecologistas, de vecinos y vecinas, de empresas y talleres, de hostelería, restauración y ocio alcanzaran un compromiso firme para considerar el agua un bien común escaso y obligatoriamente protegido.

Y, por otro lado, sería conveniente garantizar que el origen o fuente del suministro de agua potable de calidad estuviera dentro del propio territorio, ya sea implementando las reformas necesarias para que la infraestructura potabilizadora del pantano funcione correctamente (por ejemplo, poniendo en marcha la planta de ósmosis inversa y dotando económicamente esa puesta en marcha), ya sea estudiando otras posibilidades como la recuperación de  los pozos que tradicionalmente han abastecido a la localidad, solución que por cierto han adoptado todos los pueblos del consorcio, excepto Almagro y Bolaños.

Fiar nuestro futuro a una Tubería que no está claro que se vaya a terminar de construir y a la suposición de que habrá agua en el futuro en la cabecera del Tajo cuando a día de hoy los índices hídricos están bajo mínimos, revela ineptitud e irresponsabilidad.

Así que, parafraseando una de las canciones del momento, nos preguntamos ¿el agua “pa” cuándo?

El otro día mis hijos jugaban con sus primos y primas, y como suele ocurrir en estos casos, a alguien se le ocurrió que coger una manguera y regar a todo el mundo podía ser buena idea. Al rato ya estaba yo soltándoles la típica charla, que si el agua es un bien escaso, que si no se puede desperdiciar, que si cuando tenía vuestros años el agua nos llegaba en cisternas, que llenábamos la bañera con cubos o que sencillamente nos bañábamos en un barreño... bla bla bla. Sus caras de asombro ante la regañina me hicieron pensar en la cantidad de años que llevábamos sin resolver “el problema del agua” en Almagro, Bolaños y demás pueblos del Campo de Calatrava.

Porque, aunque ahora no tenemos cortes de suministro y el abastecimiento parece estar garantizado, la verdad es que llevamos lustros bebiendo agua embotellada y acostumbrados a que en ocasiones de los grifos salga un líquido al que, por su color y olor, cuesta trabajo llamar agua. Hemos aceptado como lo más normal del mundo que, si no queremos padecer trastornos intestinales, debemos dedicar una parte de nuestro presupuesto a comprar agua. Pero esto es una aberración.