Ahora ya sí, la vendimia

En pleno mes de agosto ya se ha iniciado la vendimia. Hace unas décadas la cosecha de la uva comenzaba a mediados de septiembre e, incluso, las variedades autóctonas, se recogían a principios o mediados del mes de octubre. Las cosas han cambiado mucho en los últimos años, y nos hemos empezado a acostumbrar a hablar de vendimia apenas iniciado el mes de agosto. 

En zonas de Andalucía, donde tradicionalmente se da el pistoletazo de salida a la campaña, Montilla-Moriles, las primeras parcelas de las variedades blancas, principalmente la Chardonnay, comenzaron a cosecharse incluso antes, a mediados de julio.

En la Mancha, la mayor extensión de viñedo del mundo y el lugar donde más vino se elabora, hace unos días empezó la recogida de las variedades blancas más tempranas y estos días finales de la primera quincena del mes, las bodegas reciben ya las primeras uvas tintas procedentes de viñedos de secano. 

Los motivos del adelanto de la vendimia cada año se deben a las temperaturas extremas del verano, con olas de calor en la mayor parte de las zonas vitícolas del país, con temperaturas máximas por encima de los 40 grados y noches también muy calurosas. Estas condiciones provocan una aceleración de la maduración de los frutos, aumentando rápidamente el contenido en azúcares y, en consecuencia, el grado de la uva. 

Las variedades autóctonas -el tempranillo o cencibel en uvas tintas, y la airén en blancas, en la Mancha-, más adaptadas a los calores extremos- se recogen, generalmente, más adelante, para finales de mes y principios de septiembre, dando lugar a lo que conocemos como generalización de la vendimia. 

Esta campaña se presenta muy buena, con unas previsiones de unos 39-40 millones de hectólitros de vino y mosto en toda España, unos 23 millones de ellos en Castila-La Mancha. Se trataría, si la meteorología no se tuerce en los próximos días, de una campaña normal, después de varias campañas con cosechas irregulares y escasas. 

Una vez más el sector vitivinícola tiene ante sí la oportunidad de conquistar los mercados mundiales y hacer rentable esta actividad milenaria. La apuesta por la calidad -menos rendimientos por hectárea y limitaciones en el grado-, más controles, y el cumplimiento estricto de la normativa vigente en cuanto a plazos de pago, contratos y precios, vuelven a ser clave para que los viticultores saquen adelante sus explotaciones.

Como siempre por estas fechas me acuerdo de ellos, de los que hacen posible que disfrutemos de un producto único, en el que, probablemente más que en ningún otro, se recoge nuestra forma de entender la vida en la cuenca mediterránea, en la que cada año por estas fechas se sigue llevando a cabo la vendimia.