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Es una calle larga y silenciosa. / Ando en tinieblas y tropiezo y caigo / y me levanto y piso con pies ciegos / las piedras mudas y las hojas secas / y alguien detrás de mí también las pisa: / si me detengo, se detiene; / si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie. / Todo está obscuro y sin salida, / y doy vueltas y vueltas en esquinas / que dan siempre a la calle/ donde nadie me espera ni me sigue, / donde yo sigo a un hombre que tropieza / y se levanta y dice al verme: nadie“.
(La calle. Octavio Paz).
Adoptando, sin ningún esfuerzo, el lenguaje de la calle, que se ha revelado notablemente exacto y científico, diría que en España no hay cárceles suficientes para tanto “chorizo” de la casta político-financiera.
Si, he dicho “casta” (que tanto irrita a Felipe González), que es la palabra que el análisis de los hechos mediante el método científico (inductivo) sugiere a la mayoría sin necesidad de haber pasado por la Universidad, leído el “Novum organum” de Bacon, ni ser forofo de los términos “zootécnicos”.
Solamente la fría observación “desapasionada” basta para aceptar este vocablo claro y preciso. Beber de botijo a la vieja usanza y abrir los ojos como un niño o un poeta.
De ahí que vayamos viendo y confirmando (aunque no seamos radicales salvo en la poesía y el amor) que todo está preparado y previsto para que no ingresen entre rejas (ellos). Los de la casta.
Obviamente, no es la cuestión del espacio lo mas importante (aunque si que estarían un poco apretadas sus señorías), sino reforzar el lenguaje y la creencia del común, de manera que nadie albergue, siendo pueblo, las mas mínima duda de que “habelas hailas”. Las clases. La casta y sus privilegios.
Unos directivos de las Cajas de expolios, cogidos con las manos en la masa sin necesidad de disfrazarse como “el solitario” (ya estaban dentro), no ingresarán en prisión merced a un acuerdo y devolviendo la pasta. Ni multa.
¿Existe la “dación en pago” en nuestro país?
Adivinen la respuesta, pero ya les advierto que es una pregunta con múltiples respuestas.
Y todo depende de que el afectado tenga o no carnet de la “casta”. Ya saben, no es lo mismo las gallinas del Lute o los pañales de Emilia, que el “jaguar” veloz de Sepúlveda, ex alcalde y ex senador del PP (échale un galgo).
O dicho de otro modo: estos “listos” han corrido una aventura con muy pocos riesgos. O ganaban (si no les pillan y se llevan un pastón) o en el peor de los casos no perdían (pillados “in flagranti” y devolviendo la pasta). Presentando el carnet del club.
Que todos entienden que es lo que normalmente nos ocurre al común de los mortales y plebeyos ciudadanos, caso de tener hambre y sustraer gallinas.
¿Qué significa “barones”? ¿Qué significa “aforados”?
No se. Debe ser algo que existió durante el feudalismo.
Para mí que el lenguaje de la “elite” postmoderna es pelín arcaica y retro.
Y ahora cambiando de tema sin salirnos del mismo:
En un homenaje reciente a Octavio Paz en el que participó Felipe González (que no se pierde ningún cónclave neoliberal ni seminario poético), recordó nuestro oráculo de Delfos, ensalzándolas, las palabras del poeta mexicano con motivo de la caída del muro de Berlín: “Que las respuestas hayan fracasado, no significa que las preguntas no sigan vigentes”.
¡Quien adivinaría esa duda metódica (la mejor vacuna contra los totalitarismos) tras su recia y firme trayectoria en favor de la idea única!
Es una calle larga y silenciosa. / Ando en tinieblas y tropiezo y caigo / y me levanto y piso con pies ciegos / las piedras mudas y las hojas secas / y alguien detrás de mí también las pisa: / si me detengo, se detiene; / si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie. / Todo está obscuro y sin salida, / y doy vueltas y vueltas en esquinas / que dan siempre a la calle/ donde nadie me espera ni me sigue, / donde yo sigo a un hombre que tropieza / y se levanta y dice al verme: nadie“.
(La calle. Octavio Paz).