La oportunidad del campo

¡Cómo cambian las cosas!

Las manifestaciones de agricultores y ganaderos de las últimas semanas en toda Europa están consiguiendo lo que no fue posible cuando se negoció la reforma de la PAC actual, hace unos años. Ahora parece que todo es posible. Es una muy buena oportunidad para mejorarla.

Las reivindicaciones de los últimos días reflejan el sentir del campo y ponen de manifiesto la sensación de que las políticas que se hacen desde Bruselas no responden en muchas ocasiones a las necesidades del sector.

Es evidente que todas las políticas europeas deben mantener un cierto grado de coherencia entre sí, y por ello es lógico que la PAC sea una herramienta útil para alcanzar los objetivos del Pacto Verde europeo y de la Agenda 2030, de la que la Unión Europea es impulsora en el contexto internacional.

La lucha contra el cambio climático, la agenda verde europea y los 17 objetivos para el desarrollo sostenible global, conocidos como Agenda 2030, son innegociables. Todos los europeos, también los agricultores y ganaderos, ahora, pero, sobre todo, a medio y largo plazo, vamos a beneficiarnos de estos compromisos.      

También es irrenunciable la propia PAC: sus objetivos para aumentar la renta de nuestros agricultores y ganaderos, el fomento de una agricultura sostenible y el desarrollo del medio rural, que forma parte ya del corazón de esta política.

Partiendo de estos dos principios que podemos considerar axiomas, es cierto que debe haber mejoras en las políticas agrarias que afectan a los agricultores.

Una de ellas es la urgente simplificación administrativa. Para ello, en España debe continuarse el proceso ya iniciado de convergencia total de las ayudas y la eliminación de los derechos de producción. Por simplificar, y para que se entienda bien, debemos ir a un modelo, como en el resto de Europa, en el que se cobre una cantidad fija por hectárea cultivada, sin necesidad de acreditar derechos de producción -que, además, incomprensiblemente, ahora están referenciados a lo que se producía hace más de 20 años, y que se compran y se venden para poder cobrar las ayudas- e independientemente de la opción de cultivo que adopte el agricultor. De esta forma se eliminaría la mayor parte de burocracia de esta PAC y se adoptaría una mayor transparencia en las ayudas.

Una PAC muy ambiciosa en la teoría si no tiene respuesta positiva en el campo -si los agricultores consideran que no les compensa hacer los esfuerzos medioambientales porque son difíciles de cumplir o la ayuda no es suficiente- puede ser un fracaso

En segundo lugar, hay que revisar algunos objetivos medioambientales ligados a esta política. El medio ambiente debe ser clave para argumentar las ayudas y alcanzar los objetivos antes mencionados. Esto debe estar fuera de discusión, pero los requisitos ambientales deben ser razonables para obtener el doble objetivo de apoyar a los productores y cumplir con el Pacto Verde. Una PAC muy ambiciosa en la teoría si no tiene respuesta positiva en el campo -si los agricultores consideran que no les compensa hacer los esfuerzos medioambientales porque son difíciles de cumplir o la ayuda no es suficiente- puede ser un fracaso.

Y para acabar, una tercera cuestión encima de la mesa es la de las famosas cláusulas espejo -exigir a los productos provenientes de países terceros el cumplimiento de los mismos requisitos ambientales y sociales que se exige a los de la Unión Europea- es el objetivo mas complejo. Es necesario convencer a un número importante de países del norte de Europa que prefieren la entrada de productos de fuera a precios más bajos, lo que es difícil de compatibilizar con el aumento de las exigencias a las importaciones. Pero es una batalla muy justa que hay que dar permanentemente.

Y para tomar todas las decisiones y que tengan mayor legitimidad, hay que contar con ellos, con los agricultores y ganaderos.