Desde hace meses, las calles del Paseo de la Estación de Tarancón (Cuenca) se han ido llenando de flores. Un favor altruista. Un agradecimiento volcado en pétalos. Todd Blomerg, vecino de Tarancón desde hace 8 años lleva a cabo un proyecto ciudadano que esconde una motivación y una historia personal. Originario de San Francisco, este hombre de 51 años quiere devolver al pueblo el cariño y la dedicación que sus paisanos conquenses le brindaron al quedar postrado en su cama a raíz del COVID. Nada más conocer su situación, los taranconeros se hicieron eco de la noticia y fueron a la puerta de su casa a ofrecer toda la ayuda necesaria.
Blomerg dio positivo en un test a su regreso de un vuelo a Nueva York por cuestiones laborales. El 11 de marzo de 2020 él fue uno de los primeros casos confirmados de la provincia de Cuenca. Ese día comenzó su odisea. Cuarenta y un días hospitalizado a causa del virus en el hospital Virgen de la Luz de Cuenca. Después, estuvo paralizado en su propia casa. La afección tuvo múltiples consecuencias para él e incluso se vio perjudicada su capacidad para comunicar.
A día de hoy cuenta que aún se recupera de las secuelas que sufrió y todavía presenta problemas de movilidad. “Ahora he empezado a hablar, pero estuve dos años y medio que lo intentaba… Y era fatal”, explica Blomerg. El sanfranciscano desarrolló una polineuropatía de origen desconocido que le provoca problemas motrices en las extremidades, diabetes e hipertensión. “No se sabe si es a raíz del Covid o de los medicamentos que me suministraron para salvar mi vida. Los médicos hicieron todo lo que pudieron y estoy vivo”, señala.
Todd continúa con sus citas médicas, a las que asiste con mucha frecuencia. “Los problemas los tengo todavía. Aún tengo que pasar por intervenciones y hacer rehabilitación todos los días”, detalla. La reacción de sus vecinos le pilló de sorpresa. No esperaba la respuesta que tuvieron ante su situación. Él, en ese momento, vivía al lado de este vecindario, al que normalmente acudía para hacer sus compras.
“El pueblo se ha portado fenomenal conmigo”
“Cuando salí del hospital me mandaban a casa comida, me ayudaban a llegar hasta la esquina… El pueblo se ha portado fenomenal conmigo”. A día de hoy este apoyo no se ha desvanecido y los vecinos le echan una mano cuando lo necesita. La iniciativa de devolver el color y la belleza a esta calle nació como una forma de agradecimiento a Tarancón. Los propios residentes del Paseo de la Estación colaboran en este proyecto de naturaleza ciudadana.
El objetivo es recuperar y renovar la belleza de esta vía pública. “Históricamente era la calle más bonita de todo el pueblo”, expresa. Hasta la fecha han sembrado 400 plantas. “Tenemos básicamente la mitad de la calle cubierta. La intención es llenar el paseo de flores y plantas antes de la llegada de las fiestas locales”. El proyecto florece paso a paso. “Cada día se une un nuevo vecino a echar una mano. Hace poco ha venido un chico de otro barrio a ayudar”, cuenta.
“La belleza de la calle es una cosa, pero la del vecindario, otra. Eso es mucho más importante”
El Ayuntamiento también se ha sumado a esta aventura. Pasadas dos semanas del arranque de esta propuesta encabezada por Todd, lo llamó Ana Belén Rubiato desde el departamento de Medio Rural para ofrecer su participación con la donación de plantas y con la incorporación a la iniciativa de Andrés, un trabajador en el consistorio, que lo acompaña en las labores. Cada vecino cuida las plantas. Cada parterre entierra un recuerdo o una razón y teje una intrahistoria en este barrio taranconero. Los residentes, uno a uno, han elegido el dibujo final de los arriates. Un ejemplo es el de Susana, que ha plantado la flor favorita de su padre al lado del banco en el que él solía sentarse a dejar pasar las horas. Otra de las paisanas ha decidido llenar uno de los terrenos con rosales y otra de ellas, con menta. “Muchos tienen un motivo personal. Cada uno contribuye un poco”, explica.
Todd asegura que el proyecto aún no ha finalizado a causa de la ola de calor y que la intención de llevar a cabo esta misma idea en el vecindario de San Isidro. Ahora el objetivo más próximo es lograr un sistema de riego por goteo para que los vecinos, encargados de esta tarea, puedan descansar.
Esta nueva experiencia no solo ha cambiado el exterior del barrio. Ha sacudido, también a sus entrañas; a su gente. Todd asegura que es testigo de un cambio de mentalidad en los vecinos. “Salen a la calle. Hablan unos con otros, riegan y siembran plantas”, señala. El silencio habitual se ha roto y ha regresado la vida social al barrio. “Si antes uno de ellos no hablaba con nadie, ahora se comunica con todos”, especifica. Todo ello ha nacido “de corazón”. “La belleza de la calle es una cosa, pero la del vecindario, otra. Eso es mucho más importante”.