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ENTREVISTA

José Luis Muñoz, periodista: “El trasvase nació de la falacia de que en el Tajo sobra el agua que falta en el Segura”

En la imagen de archivo, conducciones del trasvase Tajo-Segura a su paso por la huerta de la Vega Baja.

Carmen Bachiller

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Este viernes la Comisión de Explotación del trasvase Tajo-Segura se reunía para estudiar una nueva derivación de agua desde la cabecera del río hacia el sureste español.

Es uno más desde que se pusiera en marcha la “obra faraónica más emblemática” del régimen de Franco que “sigue resistiéndose a desaparecer a pesar de su incongruencia, como un ejemplo extraordinario de hasta dónde puede llegar el egoísmo y la insolidaridad de un territorio, imponiendo sus exigencias domésticas a los demás”.

Lo escribe así José Luis Muñoz Ramírez. Este periodista ya jubilado y afincado en Cuenca reconoce que la cuestión del acueducto Tajo-Segura (ATS) siempre le ha incomodado. Como ciudadano y como profesional.

Las innumerables notas que tomó desde que se abriese el grifo del trasvase allá por los años 70 del siglo XX se han convertido en un libro que no aspira a ser otra cosa que una crónica periodística. Puros y simples hechos.

Trasvase Tajo-Segura. Un expolio legalmente consentido (Almud Ediciones, 2024) es el título de esta publicación que, advierte su autor, “no es un estudio socioeconómico ni un tratado de ingeniería hidráulica, ni pretende conclusiones sociológicas, políticas, geográficas o de otro tipo”.

José Luis Muñoz ya lo deja claro en las primera páginas de la publicación. “La justificación para llevar a cabo esa monstruosa instalación es tan simple como falaz: en el Tajo sobra agua y falta en el Segura”. Y es una falacia, añade, desde la propia denominación original de la infraestructura que fue definida como “aprovechamiento conjunto”, pero que en realidad supone que “el cedente es sistemáticamente exprimido en favor del receptor”.  

En una entrevista hablamos de este libro que repasa desde las leyes y discusiones parlamentarias hace más de medio siglo, las protestas (pocas) en Castilla-La Mancha, el primer Ministerio de Medio Ambiente en España (del PP), el fallido plan hidrológico nacional que incluía otro trasvase desde el Ebro, la derivación de agua a Las Tablas de Daimiel, el Mar Menor como “víctima colateral”, los caudales ecológicos del Tajo o la solución de las desaladoras, entre otras muchas cuestiones.

¿Por qué publicar justo ahora un libro sobre el trasvase Tajo-Segura?

El libro se lleva escribiendo 30 años. Tiene un origen estrictamente periodístico. Iba tomando notas, noticia tras noticia. Me di cuenta de que tenía tal cantidad de ellas… ¡Y las sigo incorporando! (risas). El tema del trasvase no está ni mucho menos agotado y eso que dura ya 50 años. Es una cuestión absolutamente actual.

Lo he escrito desde una óptica bi-provinciana. Considero que las dos provincias más afectadas son Guadalajara y Cuenca porque están en la cabecera del Tajo, pero sin obviar la contaminación del río Tajo a su paso por Toledo o los problemas en la zona de Talavera de la Reina.

“Un expolio legalmente consentido” es la expresión que da título a esta crónica periodística en forma de libro en el que se explica cómo el trasvase da de beber a 2,5 millones de personas y recursos hídricos a 80.000 regantes. ¿Cuándo habla de expolio a que se refiere?

Es una frase que ya utilizó un compañero de ‘El País’ cuando se comenzó a trasvasar. En los 70 ya se hablaba de “que se va a cometer un expolio de las aguas del Tajo en beneficio de un único sector”. Y lo es.

La norma que dio origen al trasvase se denomina ‘Ley 21/1971, de 19 de junio, sobre el aprovechamiento conjunto Tajo-Segura’. Todo el mundo puede entender la expresión aprovechamiento conjunto. Viene a decir que hablamos de un beneficio para todos, pero resulta que, con el trasvase, hay una parte que es la cabecera del Tajo que pone el agua, pero los beneficios se los lleva la otra parte. El sureste se limita a recibir agua sin poner nada a cambio.

Pero esos receptores del agua refutan esta cuestión recordando que pagan las correspondientes tarifas…

Claro, pero como usted y yo pagamos el consumo de agua y luz. Es una tarifa mínima, pero La Alcarria [se refiere a las comarcas con este nombre en Cuenca y Guadalajara] no recibe o ningún beneficio o mínimo.

A mí me resulta muy incómodo entrar en esta especie de argumentación demagógica, de los buenos y los malos o los ricos y los pobres, que enfrenta a comunidades autónomas. Siempre me ha parecido un argumentario muy pobre.

No se trata de enfadarnos ni de insultarnos los del centro con los del levante, pero podía haber un reparto más justo porque lo que si es cierto es que en el sureste han desarrollado una agricultura potentísima, con urbanizaciones, campos de golf… Crecen en población constantemente…

En cambio, vas a La Alcarria de Cuenca y de Guadalajara y ves campos desiertos y secos. Es el claro ejemplo de la España vaciada. ¡Hombre! Debería haber un reparto más equitativo. Algo de la riqueza debería haber llegado a estas comarcas.

El libro está documentado con numerosas fuentes y datos que ponen de manifiesto ese desequilibrio, pero también se denuncia la pasividad en la provincia de Cuenca respecto al trasvase

¡Claro! Es una de las razones para publicarlo. El trasvase nunca ha sido un gran tema de interés en Cuenca pese a estar siempre latente. La Asociación de Municipios Ribereños sacaba alguna pancarta… pero al día siguiente se olvidaba. Yo creo que en Guadalajara tampoco. En cambio, la provincia de Toledo sí que ha estado siempre más movilizada.

Cuento cómo las primeras movilizaciones se produjeron en Talavera de la Reina. ‘La voz del Tajo’ fue el primer medio de la región en publicar estudios, en agitar el tema. En Cuenca en cambio siempre fue un tema marginal. Interesaban otras cosas.

¿Por qué cree que ha ocurrido? Es de Cuenca y de Guadalajara de donde sale el agua del trasvase…

No lo sé. Es una cuestión quizá más sociológica. El trasvase está ahí, el agua pasa y se ha convertido en parte del paisaje en el que te haces fotos. Ni siquiera ha sido una cuestión de los agricultores. Tampoco han protestado mucho. Quizá los propios pueblos, tan pequeños e incapaces de movilizar gente.

El hecho cierto y contrastable es que en 50 años no ha aparecido en las campañas electorales. No como tema principal.

Lo que habría que hacer es suprimir el trasvase de todas, todas. Eso será difícil de conseguir, pero al menos que se controle para que el Tajo siga existiendo

En el libro cita a dos diputados socialistas por Toledo, Jesús Fuentes y Francisco Ramos. En los años 80 plantearon que el trasvase fuera algo provisional y que parte del dinero obtenido de las tarifas por el agua trasvasada se dedicase a investigar formas alternativas de autoabastecimiento en la zona receptora de agua. Eso nunca se ha hecho hasta ahora, con las desaladoras. ¿Le echamos la culpa a la falta de tecnología en la España?

Cuando nació el trasvase lo hizo para atender necesidades concretas y puntuales que tenía la economía agrícola del sureste español. Y se atendió. Pero se hizo de forma tan positiva y rentable que dijeron: un poco más, y sembramos un poco más. Y que nos manden más agua.

Mire usted, el Tajo se seca. Hemos tenido años catastróficos. Y no podemos quedarnos en las últimas lluvias. Siempre es ampliar cultivos y más agua. Más urbanizaciones y más agua… Y eso sin que se haya hecho lo que ahora parece que se hará que es poner límites.

Lo que habría que hacer es suprimir el trasvase de todas, todas. Eso será difícil de conseguir, pero al menos que se controle para que el Tajo siga existiendo.

Pero es que desde el origen del trasvase siempre se habló del Tajo en términos de “agua excedentaria”

Lo explico en el arranque del libro con una cita del diputado por Toledo Manuel Díaz-Marta que en 1969 dijo que “el agua que fluye por un río no puede ser jamás considerada sobrante o excedentaria, pues cumple unas funciones y un papel importante en el equilibrio de la naturaleza”.

Ningún río, laguna o manantial en el mundo tiene excedentes. Tienen lo que tienen. ¿Cómo se mide eso de que a un río le sobra agua?

Han primado siempre los intereses políticos en la cuestión del agua

Sí, y un argumento que yo considero demagógico pero que es cierto: en el sureste hay votos, en La Alcarria, no. Es muy curiosa la influencia de algunos ministros como Ricardo de la Cierva o Garrigues Walker, diputados por Murcia. Aquí no hemos tenido ministros influyentes en esta cuestión.

¿Fue una quimera intentar modificar el Estatuto de Autonomía para blindar el agua en Castilla-La Mancha?

El agua es un problema nacional que requiere una solución nacional. El río pasa por donde pasa. Aquello era utópico y por eso fracasó.

En el libro afirma que “está pendiente un auténtico Plan Hidrológico Nacional”. ¿En qué sentido?

Me refiero a algo que afecte a todo el territorio nacional y eso es dificilísimo tal y como está el actual ‘Estado de las Autonomías’. Si ya hay dificultades con leyes generales, imagine intentar regular un sector tan concreto o aunar intereses de unos y de otros.

El agua es un problema nacional que requiere una solución nacional. El río pasa por donde pasa. Blindar el agua en el Estatuto de Castilla-La Mancha era utópico y por eso fracasó

Recuerde que se quiso trasvasar del Ebro porque en el sureste necesitaban más agua y lo del Tajo ya era un poco duro. Catalunya dijo que esas aguas no las tocaba nadie.

El PP (y ahora también Vox) reclaman de forma histórica un Plan Hidrológico Nacional

Sí, pero cuando gobiernan ellos tampoco lo hacen. Es muy gracioso. Levantan la voz solo cuando están en la oposición.

¿Castilla-La Mancha ha sido una región acomplejada con el tema del agua?

Durante mucho tiempo sí, pero últimamente hay una acción muy dinámica que no hubo durante mucho tiempo. Eso también tiene que ver con esa apatía o la indiferencia de la que hablábamos al principio. La de los conquenses y quizá la de toda la región. Se daba guerra por otras cuestiones que se consideraban más importantes: la universidad, el AVE, los parques nacionales… El agua no.

El papel de los cuatro presidentes autonómicos - Bono, Barreda, Cospedal y Page- ha sido muy distinto respecto al trasvase

Nunca ha habido una línea de continuidad o de exigencia. En política vale la insistencia. Si hay bandazos las cuestiones se diluyen.

El PP reclama siempre un Plan Hidrológico Nacional pero cuando gobiernan ellos tampoco lo hacen. Es muy gracioso. Levantan la voz solo cuando están en la oposición

El momento actual pasa por cambiar las reglas de explotación del trasvase. El libro abunda en el origen del trasvase y en el intenso enfrentamiento entre la UCD de entonces y el PSOE en el Congreso sobre cómo explotar el acueducto. Ahora parece que hay un punto de inflexión. ¿Qué cree que pasará?

No hay manera de predecir nada. Estamos en un momento de análisis y debate, pero creo que en esa ocasión se podrá avanzar, aunque el proceso sea lento.

¿La solución está en las desaladoras?

Sí, ha estado siempre ahí. Su rendimiento es muy interesante aunque es cierto que son más caras que abrir el grifo del trasvase.

La marcha de la ministra para la Transición Ecológica Teresa Ribera al Parlamento Europeo a partir de junio, ¿eso puede cambiar el juego de equilibrios respecto al acueducto?

Eso puede influir sí. El cambio de persona al frente, aunque se mantenga el partido político puede ser un problema. Se ha implicado, ha sacado adelante ciertas cuestiones contra viento y marea. Es una lotería, según quien venga.

Califica de “polémico” el trasvase desde el Tajo a la cuenca del Guadiana y en particular a Las Tablas de Daimiel. ¿Por qué?

Pues porque si se está discutiendo el trasvase del Tajo al sureste y derivas agua a las Tablas… Si, tienen un problema profundo importante, pero es que es hacer lo mismo. Es derivar agua de la cuenca de un río a la de otro.

Hay una contradicción, aunque pueda ser positivo y aunque se mande agua dentro de la misma comunidad autónoma.

¿Qué futuro le augura al trasvase con el agua tan escasa y cotizada?

Lo que yo desearía es que cada vez se redujeran más los límites de agua a trasvasar y que se llegue a la eliminación del trasvase. Nació en un momento concreto, por necesidades concretas y con un sistema político concreto. Ahora la situación es radicalmente distinta y tenemos la posibilidad de las desaladoras. ¿Qué prefieren el agua del río? ¡Claro! Pero para regar campos el agua de la desaladora es tan útil como cualquier otra.

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