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Vertidos ilegales y degradación ya desde la cabecera: primeras conclusiones del visor ciudadano de la cuenca del Tajo

Vertido al Tajo

Francisca Bravo Miranda

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La herramienta de investigación ciudadana InvesTAJO, lanzada por la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss, ha cumplido su primera etapa de trabajo, arrojando más de 3.400 “presiones” que sufre la cuenca del río Tajo por todo su paso. InvesTAJO es un visor que recoge información gracias a aportaciones ciudadanas para conocer el estado general de conservación de todos los ríos de la cuenca. Se puso en marcha a finales de 2022, en base a otro visor que recogía la problemática de ríos madrileños. El investigador Raúl Urquiaga ha señalado que desde que comenzó el proyecto, se ha recopilado un total de 3.421 presiones gracias a la acción de 45 personas. Presión, en este caso, hace referencia a una incidencia o impacto que pueda llegar a alterar la calidad del río. Las incidencias podían recogerse de manera sencilla, a través de un móvil o tablet.

La cantidad de resultados inventariados es “un poco menor” que las expectativas de la Cátedra del Tajo, pero Urquiaga ha señalado que la gran mayoría ha venido de colectivos ciudadanos y ambientalistas, por lo que su repercusión es mayor. Se ha recorrido un total de 36 ríos de la cuenca del Tajo, con un sesgo madrileño “evidente”, ya que la mayoría de los ríos de los que se ha recogido información son el Jarama, Tajuña, Alberche o el Lozoya, mayormente en su parte madrileña. En cuanto al río Tajo, se han recogido presiones desde su cabecera hasta más abajo de Talavera de la Reina. Nueve ríos acumulan el 92% de las incidencias registradas, principalmente en el Jarama.

Más el 80% de los problemas que se han registrado, se han encontrado en la comunidad de Madrid, debido a la degradación que sufren los ríos madrileños, explicó Urquiaga. Pero en Toledo también hay una gran representación en relación a otros sitios: es en este lugar donde se ha registrado un 14% de los incidentes en el visor ciudadano. En Madrid se han registrado más de 2.000 presiones, mientras que en Toledo hay casi 500 y en Guadalajara, sólo 62.

Vertidos en Toledo

En concreto, las incidencias que más se han recogido son las relacionadas con las actividades que se desarrollan en menos de 100 metros en las orillas del río, que pueden ser explotaciones agrícolas, construcciones o naves de todo tipo. “Esto hace que en los cursos medios y bajos de los ríos no exista el soto de ribera que existía originalmente. Son zonas alteradas por todas estas actividades”, explicaba Urquiaga, investigador de la Cátedra del Tajo. Estas situaciones también alteran la calidad de las aguas.

En general, el visor ha registrado una serie de indicadores que señalan que la degradación de la cuenca del río Tajo se puede establecer ya desde su cabecera, más arriba de Madrid. En concreto, Urquiaga ha hecho referencia a los vertidos, tanto ilegales como autorizados, ya que una de cada cuatro presiones registradas en el visor son de este tipo. “Es algo bastante frecuente, en las partes periurbanas o ligadas a centros urbanos”, explicó el investigador. En concreto, ha destacado la situación en Toledo, donde se ha identificado más de un punto de vertido por kilómetro del río. Urquiaga, ha señalado por ejemplo hay un vertido en la zona del Polígono industrial en la capital autonómica, con un vertido negro que viene desde una gran infraestructura de hormigón. “Nos da la idea de que es uno que no debería producirse”, explicaba el investigador.

También se señalan los azudes, presas o barreras de los ríos como presiones, que de hecho suponen el 13,4% registradas en el visor. De hecho, hay cerca de 200 azudes inventariados, información que “no tienen las administraciones públicas”. La información del InvesTAJO también hace referencia a ocupación del dominio público hidráulico, con construcciones y viviendas, que no son “poco frecuentes”, infraestructuras abandonadas que en su momento se autorizaron pero que ahora suponen un impacto para las riberas de los ríos. Finalmente, también se señalan actividades como la caza que “no deberían realizarse en la orilla de los ríos”, o la desecación de algún tramo debido a canales de presas, como en el caso de Castrejón en Toledo.

“Hay muchísima degradación de los ríos, desde su cabecera”, concluía Urquiaga, y también en una transformación del espacio fluvial. Esta casuística se ve de forma similar en los tramos bajos tanto en el caso de los ríos madrileños, como del Tajo. Desde la Cátedra del Tajo también advierten de que hay zonas que no cuentan con los datos necesarios para completar todas las presiones que recibe el río. “Tenemos que romper con el sesgo de la comunidad de Madrid y poner los esfuerzos para saber qué pasa en los trampos castellanomanchegos de los ríos”, señaló el investigador. Además, muchos de los problemas que se han detectado han servido como alegaciones, por ejemplo, en el caso del Plan de Restauración Nacional de Ríos o el Plan Hidrológico del Tajo. “Esperamos que se use esta información”.

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