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La visita de los patios toledanos durante el Corpus, una tradición amenazada por los pisos turísticos

Patio toledano particular, de Andrés León

Francisca Bravo Miranda

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Hace más de 20 años que un grupo de vecinos y vecinas de Toledo decidió seguir los pasos de otras ciudades y organizarse para mostrar un patrimonio íntimo, pero lleno de historia: sus patios. La Asociación Amigos de los Patios de Toledo se presentó de forma oficial en el 2001 y lleva desde entonces trabajando en mantener estos espacios vecinales como una parte viva de la ciudad que cobra especial importancia durante la celebración de la fiesta del Corpus Christi.

Vecinos de la ciudad y visitantes pueden conocer cada año por estas fechas decenas de estos patios, que son el símbolo de los valores mediterráneos en la vivienda. Fueron declarados Bien de Interés Patrimonial en el año 2015, precisamente por haber ayudado a documentar distintas formas de vida a lo largo de su historia. Durante generaciones, desde romanos a andalusíes, las distintas culturas que han pasado por la ciudad han enriquecido estos lugares de convivencia familiar y vecinal. Son, además, un climatizador ambiental natural, especialmente socorrido durante los cálidos meses de verano.

Las casa-patio toledanas tienen características singulares, ya que están condicionadas por las calles estrechas y las manzanas irregulares que conforman el Casco Histórico elevado sobre el resto de la ciudad patrimonio de la Humanidad.

El patio se abre dentro de la vivienda como un lugar privado en el que se puede disfrutar de luz y ventilación, heredado de las casas romanas y que en Toledo ha bebido también las de las influencias andalusíes. La vida giraba en torno al patio, que se encuentra muchas veces, pero no todas, en el centro de la vivienda, con un número variable de estancias y de formas.

Andrés León, presidente y socio fundador de la asociación, fue uno de esos niños que se crio jugando en un patio toledano, en el que su madre y las otras mujeres de la comunidad se reunían para compartir sus quehaceres domésticos. Eran otros tiempos. Hace más de 20 años decidió acudir a Córdoba para conocer cómo funcionaban allí los patios en el corazón de aquella ciudad andaluza.

“Siempre me ha gustado la actividad en los patios”, reflexiona León, que advierte de que todo lo que se organiza alrededor de estos típicos lugares, llenos de vegetación y frescor, se hace en Toledo de forma exclusiva gracias a la asociación, ya que el Ayuntamiento se ha limitado a dar algunas ayudas. “Nos dan una subvención que se ha ido mejorando, pero hemos estado muchos años con muy poco y, al principio, nada”, resalta. Toda la actividad que se genera alrededor de los patios ha sido gracias a esta asociación de vecinos y vecinas de la capital.

Su idea nació de la convocatoria de un concurso promovido por 'Tertulia Zocodover', en 1995. Fue una iniciativa que no tuvo continuidad y en la que solo se consiguió la inscripción de ocho patios para mostrar a toledanos y visitantes. Cinco años más tarde, gracias a un programa europeo, se convocó el primer concurso de patios ligado a la celebración de las fiestas del Corpus Christi. Aquel evento atrajo a 23 participantes y tuvo dos ediciones, aunque casi sin dotación económica, “solo cien mil pesetas”, unos 600 euros de ahora.

Fue entonces cuando Andrés León y otros vecinos decidieron tomar el relevo, adaptando los estatutos de la organización cordobesa a la realidad toledana. Y así, hasta hoy. “Esto lo viví de pequeño, y continúo de mayor”. De los 150 patios que tiene documentada la asociación, este año abrirán solo 40, particulares o de instituciones públicas, como el de la Empresa Municipal de Vivienda o el Centro Cultural San Clemente. Durante la fiesta del Corpus de este año, también se podrán visitar algunos de los patios conventuales, como el de Santa Clara. Es una mejoría respecto a otros años, pero no la mejor cifra de participación que ha visto la asociación.

Los patios tienen una apretada agenda durante toda la celebración del Corpus Christi, con visitas organizadas, conciertos, exposiciones o danza. Están abiertos desde este lunes 27 de mayo hasta el viernes 31 de mayo, de 18:00 a 22:00 horas. El día sábado 1 de junio, el último día de visita, abrirán también durante la mañana, de 12:00 a 14:00 horas.

Pero, ¿es este el nivel habitual de actividad? Andrés León habla con nostalgia. “Más bien han tenido importancia en nuestra vida. Se está perdiendo cada vez más”. No solo en la actividad diaria, sino también en las visitas que promueve la asociación. “Cada vez se pierde más por los apartamentos turísticos. Cada vez son más turistas los que hay y los vecinos van desapareciendo. Entonces, cada año tenemos más problemas para abrirlos”.

Los hijos de quienes vivían en las casas con patio, ya fuese comunitario o particular, han dejado la zona histórica de Toledo. “Los propietarios viven cada vez menos aquí”. Antes de cada diez viviendas, en seis o en siete vivían sus propietarios. Luego se han ido quedando en dos, en una... Y gracias ellos, permanecen. Pero en cuanto desaparecen, el patio ya no abre. Y no va a volver a abrir, porque es difícil“, reconoce.

“Normalmente, lo que ocurre es que [las actividades] molestan al propietario que tiene un piso turístico”. Durante estos días el tránsito es, a ciertas horas, intenso. Eso, reconoce León, puede “molestar” a quienes lo han alquilado.

Marina es una de las vecinas que ha abierto su patio durante años. “Hablando con la gente que nos visita se aprende muchísimo y hay quien ha venido incluso de Pamplona todos los años a vernos”, describe al contar su caso. También habla de público extranjero que repite. “Esto es muy importante para Toledo, y para nosotros también. Los que abrimos los patios, lo hacemos de corazón, porque queremos la ciudad”, resalta la vecina del Casco Histórico toledano.

Ella deja que la gente entre en su patio, incluso fuera de las festividades, simplemente para mostrar su rincón de la vivienda. “Pero a veces, que yo sigo sin concebirlo, la gente viene y entra en tropel, incluso se quieren meter a la casa”, reprocha.

“Los patios han sido la vida de la ciudad. El pulmón, el lugar en el que se respira y también donde se coge agua. Siempre lo ha sido”, resalta Andrés León. Antes, recuerda, las mujeres casi no trabajaban fuera de su residencia y este era su lugar. “Cuidando su casa, sus hijos”, señala. Así también recuerda a su madre el periodista toledano. “Siempre con las vecinas, cosiendo, hablando y nosotros, los muchachos, jugando”, recuerda. Pero todo eso ha ido desapareciendo. “Cada vez nos vamos encerrando más”, asevera. La televisión y los móviles, más allá de la vida en común.

La 'casa del buen amor' y el patrimonio oculto en los patios toledanos

El investigador y colaborador de elDiarioclm.es, Francisco García Martín, también es una de las personas que ha participado de forma activa en la apertura y concurso de patios durante el Corpus. Abre las puertas a este medio para mostrar una vivienda que oculta numerosos secretos y que muestran parte de la historia que se remonta a época visigoda.

La casa 'del buen amor', como se conoce a esta vivienda, es un escaparate de la historia toledana y también de la voluntad de las personas que han decidido trabajar para mantener en buen estado los edificios de la ciudad.

Entre sus paredes y suelos se han podido encontrar, en las sucesivas rehabilitaciones, elementos de origen árabe, mudéjar, renacentistas, o barrocos. Fue en 1936 cuando el edificio pasó a ser nuda propiedad del Arzobispado de Toledo, tras la salida del último propietario, que fue fusilado en julio de ese año.

En el patio se guardan columnas de mármol genovés del siglo XVI, así como la copia de una tinaja de grandes dimensiones que fue encontrada durante las rehabilitaciones del inmueble. Una pieza de grandes dimensiones, de 70 centímetros de altura, con decoraciones que reproduce los nombres de Dios y cuyo original descansa en los almacenes del Museo de Santa Cruz. La familia también ha guardado restos del suelo original de mármol blanco y negro, que luego fueron reemplazados por pizarra.

Son solo algunos de los elementos que hablan en silencio desde los patios de las casas toledanas de la historia de una ciudad que pide a gritos no ser olvidada.

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