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La transexualidad, en pie de lucha contra la despatologización

Simplificándolo al máximo, el término identidad de género se refiere al sentimiento de sentirse hombre o mujer, o también, identidad no binaria, ya que no se trata de conceptos que pueden limitarse a dos categorías únicas. Son conceptos complejos y fueron también los tratados en la charla que sirvió de apertura a la novena semana de ‘Toledo Entiende’, organizada por la asociación regional Bolo-Bolo en conjunto con la Fundación Daniela.

La Fundación es una joven iniciativa que ha enfocado su trabajo principalmente en la creación de una red de apoyo de profesionales especializados para intervenir y trabajar con personas transexuales y transgénero. Los trabajadores pretenden así permitir un intercambio de información constante que incluya los ámbitos de intervención social, psicológica y educativa, además de la clínica. El psicólogo Leo Mulió y el trabajador social Pau Eloy-García fueron los encargados de la ponencia ‘Identidades Trans* en la Infancia, adolescencia y juventud en España’.

Partiendo de un nivel básico, a través del que poder explicar a los asistentes de manera clara la diferencia entre identidad de género, orientación sexual y sexo, términos que resultan aún más complejos al aplicarse a jóvenes y adolescentes. “Las dificultades para los transexuales se pueden encontrar en todos los niveles, en todos los ámbitos”, explica Mulió, quien señala que se parte de una base en que los derechos del colectivo no están recogidos ni siquiera a nivel legal. “En el tema de los menores, no hay nada”, señala tajante.

“La lucha está en la despatologización”

Mulió continúa y relata que el acceso pleno a la sanidad es muy difícil y se debe, principalmente, a que el colectivo transexual todavía es “muy patologizado”. “Ahora mismo la lucha está en la despatologización. Defendemos que no hace falta hacer una evaluación psiquiátrica a las personas trans para que cambien un DNI, por ejemplo, que es a lo que nos enfrentamos actualmente”, relata el psicólogo. Las personas transexuales, afirma, también deben someterse a dichas valoraciones incluso para poder acceder a un tratamiento hormonal.

“Es una discriminación”, señala el profesional, quien también explica que también necesitan, efectivamente, amparo de leyes “de verdad” pero también una visibilización social suficiente para que las agresiones desaparezcan del todo. “Por muchas leyes que logremos, si te siguen insultando en la calle, tampoco ganamos realmente”, explica. De todos modos, es optimista, y afirma que “poco a poco” se va normalizando cada vez más, si bien en el caso de los menores las dificultades se multiplican. Los niños, por ejemplo, no pueden cambiar su sexo en sus documentos de identidad, incluso contando con la autorización de ambos padres, sino que es necesario tener más de 18 años, llevar más de dos años en tratamiento y haber sido diagnosticados con disforia de género. “Volvemos al tema de la patologización”.

Protocolo de menores transexuales: ¿Qué es lo que tiene que tener?

El Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha anunció en los primeros días de junio que se preparaba un protocolo regional para niños transexuales. Melió explica que en este tipo de documentos de las administraciones públicas, lo principal es que se proteja a los menores ante la violencia. “Si no se respeta la identidad de género de un menor, se debe considerar como un maltrato, y es algo que no se ha tomado en cuenta hasta ahora”, señala. Así, pone de ejemplo la situación posible en la que una familia ignore de forma sistemática la situación de su hijo y que sea posible intervenir en estos casos.

Por otro lado, el psicólogo explica que en el caso de los colegios, los  protocolos deben amparar a los niños transexuales para que puedan tener acceso al baño que se corresponde con su identidad y también que se cambie el nombre en las listas de clase, medidas sencillas para proteger y respetar a los niños. En el ámbito sanitario, abogan por facilitar el acceso a tratamientos como los bloqueadores hormonales que pueden facilitar el cambio de cuerpo que decida el menor. “Escuchar siempre al menor es lo importante, debe ser él o ella el que marque el ritmo”, concluye.