Turismo sanitario: la denuncia de Mar
Mar Defez es una vecina de Albacete que llevaba cerca de cuatro años esperando a ser intervenida para extirparle un juanete. Hace algo más de un mes recibió una llamada desde el Hospital de Albacete donde se le decía que su caso había sido derivado a una clínica privada y que la intervendrían en Madrid. “Me lo vendieron todo muy bien, la clínica sería estupenda, me pagarían el viaje.. ”, explica Mar quien asegura que al final de la conversación la persona que estaba al otro lado del teléfono le aseguró que si no aceptaba operarse en Madrid, bajo las condiciones que le habían explicado, la pondrían la última en la lista de espera. “Accedí porque no quería pasar otros cuatro años esperando a que me operaran”, añade la afectada.
El pre-operatorio se le hizo en la clínica Rosario, también privada, sita en la capital albaceteña. Allí le hicieron las pruebas pertinentes y le informaron de algunas cuestiones de la operación tales como que le aplicarían epidural. Firmó los papeles y esperó a que la llamaran para decirle el día de la operación.
El día de la operación
“Me fui en mi coche en vez de aceptar el viaje en ambulancia porque me advirtieron que salíamos a las 5 de la mañana y que iríamos recogiendo por diversos pueblos de Albacete e incluso de la región a más pacientes que iban, como yo, a ser operados ese mismo día”, cuenta Mar. Pero para ella la “odisea” acababa de empezar. Una vez que llegó a la Clínica San Francisco de Asís de Madrid, donde estuvo esperando cuatro horas hasta entrar en el quirófano. “Cuando me metieron al quirófrano el anestesista me dijo que me iba a poner anestesia local y yo allí le dije que me habían dicho en Albacete que me pondrían la epidural pero él me dijo que no, que me pondrían anestesia local”, señala la afectada.
Mar asegura haber contabilizado hasta 11 pinchazos de anestesia que no le hicieron efecto ya que cuando el traumatólogo empezó la operación ella no tenía el pie dormido. “Yo notaba todo el dolor y al quejarme me dijo: aguántate un poco que ya te hemos puesto la anestesia. Pero a mí me dolía y no hacía más que decirle que yo notaba todo”. Asegura que en ese momento y debido al miedo mezclado con el dolor sufrió un ataque de ansiedad. Le administraron un tranquilizante en vía y volvieron a ponerle anestesia. La operación continuó.
“Después de la operación no hubo post operatorio ni nada,- explica Mar-llamaron a mi marido y el me tuvo que vestir. Me dijeron que no había celadores y que me tenía que vestir mi marido”. Asegura que en ningún momento la hicieron esperar para cerciorarse de que no se mareaba o tenía alguna contra indicación. Es más, el viaje de vuelta fue para ella terrible por el mareo y las ganas de vomitar.
El resultado de la operación
Después de todo lo que le tocó vivir sigue conservando su juanete a lo que ahora hay que sumarle un daño en el nervio que hace que el pie haya empeorado. “Yo estoy mucho peor que antes, yo no puedo andar”, insiste enfadada. En este momento, la historia del pié de Mar está en manos del hospital, en una extensa reclamación que la han obligado a presentar en el servicio de atención al paciente, ante lo que ella considera una negligencia médica en toda regla.