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Lavanda y lavandín: los cultivos 'estrella' de Instagram, en riesgo por los bajos precios

Campo de lavanda de Caleruega, en Burgos.

Javier Ayuso Santamaría

Valladolid —

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Plantar más, 'levantar' o mantener la extensión de cultivo. Los agricultores de lavanda y lavandín se encuentran en una encrucijada por la caída del precio del aceite esencial. Lo idílico de los campos violetas que se ven en publicaciones en redes sociales dista bastante de la realidad que pasa el sector.

España tiene 9.184 hectáreas en 2023 dedicadas al cultivo de lavanda y lavandín, una superficie que ha crecido desde 2020 un 62%. Entonces había plantadas 5.671 hectáreas, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Castilla-La Mancha es la comunidad con mayor superficie con 4.730 hectáreas, seguida de Castilla y León con 1.869 y la Región de Murcia con 1.499.

La provincia con más extensión dedicada a este cultivo es Guadalajara, con 2.910 hectáreas. El agricultor Rodrigo Carrillo, conocido en X como Tractorista de Castilla -@AgricultorCast-, asegura que van a arrancar la mayor parte del lavandín, salvando unas “30 o 35 hectáreas” de las cerca de 150 hectáreas que tienen por si acaso “el mercado se quiere recuperar el día de mañana”. “Para no segarlas y para dejarlas ahí muertas de risa durante todo el año, lo que estamos haciendo es arrancarlas”, explica a este diario

Su explotación comenzó hace 15 años llamados por la rentabilidad ya que el kilo de esencia se pagaba por encima de los “20 euros” llegando a ponerse el lavandín “más allá de 40 euros el kilo del aceite esencial ya destilado”. Ahora, como asegura, el kilo ronda los 8 o 10 euros, algo que es “tirar el dinero” e ir a “pérdidas”.

Su transición al cultivo lavandín radicó en buscar una alternativa al cereal ya que está “siempre muy pendiente del mercado y pendiente de la climatología y de todo”. “Por aquel entonces nos era un cultivo muy atractivo y nos metimos de lleno”, señala.

Tanto es así que nos metimos con una destilería, con maquinaria específica para la recolección. Hasta la pandemia fue bien, hasta el año dos mil veinte. “En ese momento, al no salir la gente a la calle decayó el uso de productos de limpieza, de cosmética y de higiene personal”, relata. Además, explica, que la aromaterapia en Estados Unidos también cayó en picado al dejarse de lado esa terapia y caer el consumo de aceite esencial. Otro factor, es el “sobrecultivo” con un incremento mundial que además de en España, se ha visto en países europeos como Rumanía. Desde el sector también apuntan a la existencia de “aceites sintéticos” que la industria está empezando a utilizar aceites sintéticos.

Con la situación de la lavanda y el lavandín, Carrillo va a volver a plantar cereal. En Guadalajara, Brihuega, y Albacete —segunda provincia con más extensión del cultivo con 945 hectáreas— se están empezando a arrancar las plantas con el reemplazo a otros cultivos más rentables.

El interés turístico por la lavanda crece en Tiedra

Ni el turismo ni el interés por conocer estos campos salva a este cultivo. En Tiedra, en los Montes Torozos (Valladolid), han apostado fuerte por ser un atractivo turístico además de tratar de tener un cultivo rentable. Antonio Fonseca, gerente de la empresa Aromáticas del Duero, fue junto con su familia pionero en la plantación. Comenzaron en 2005 y han puesto a una localidad de menos de 300 habitantes como un destino recomendable gracias también al primer centro de interpretación de lavanda que hay en España.

Con 632 hectáreas Valladolid es la tercera provincia con mayor extensión de cultivo de lavanda y lavandín. De todas esa extensión, Aromáticas del Duero gestiona cerca de 450 hectáreas. Esta superficie ha derivado en la creación del centro de interpretación 'Tiedra de lavanda'. De la misma forma que los vecinos de Guadalajara, en Valladolid también comenzaron a notar el declive del rendimiento agrícola desde 2020.

Los precios están muy baratos, reconoce Fonseca. De la misma forma que Carrillo, atribuye la situación al aumento de la superficie cultivada de estas plantas y el cambio de costumbres en la población cayendo la demanda. En su caso, llegaron a vender la esencia de lavanda a “35 euros el kilo” y ahora ronda los “10 euros”.

Del negocio, la parte agronómica es la que está “más complicada”, mientras que la turística año a año tiene “más visitante”. El centro de interpretación se conoce cada vez más a nivel nacional con excursiones que van “del norte de España” y también de Portugal. “Nos hemos convertido en un referente a nivel nacional en en los campos de lavanda de España, junto con la zona de Guadalajara también”, apunta Fonseca.

Pero la parte en la que sujeta el negocio sigue siendo el rendimiento del campo. Ya no es rentable y en Tiedra están en un límite que la venta del aceite esencial está a pérdidas y se mantiene gracias al tema turístico y el componente ecológico del cultivo gracias a las ayudas agroambientales que da la Junta de Castilla y León. De momento, en el caso de Aromáticas del Duero aguantarán sin arrancar y sin plantar más, enfocándose en ampliar la parte turística.

Caleruega seguirá plantando por los beneficios al ecosistema

El cultivo de lavanda es beneficioso para el medio ambiente. Según comenta Miguel Cebreros, jefe de cultivos de la Cooperativa del Campo ‘La Burgalesa’ de Caleruega, en Burgos. “Independientemente de los precios y de lo económico”, ellos lo ven “más desde lo ecológico”. La lavanda “ayuda mucho a los demás cultivos, sobre todo con las abejas”.

En el caso de la explotación de Caleruega los girasoles que también tienen plantados polinizan mejor. “Lo tenemos que ver no como un cultivo económicamente mejor que los demás, sino como un cultivo que ayuda”, explica Cebreros. “Eso es muy complicado valorarlo, más que por lo económico me voy por lo ecológico en este cultivo, ya que no necesita a unos minerales, ni herbicidas porque mata la hierba mala”, apunta.

En la provincia de Burgos hay 592 hectáreas dedicadas a la lavanda y el lavandín. Caleruega tiene cerca de 192 hectáreas del total, según datos facilitados por la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Burgos. Los agricultores de la cooperativa seguirán plantando, como indica Cebrecos.

“No sé si nos equivocaremos o no. Hemos puesto este año ocho hectáreas de variedades distintas de aromática a ver por cuál nos decidimos”, afirma Cebreros. En total este año han plantado una hectárea de salvia, otra de orégano, otra de matricaria, otra de romero, y también espliego, Además de otra clases para hacer una investigación en colaboración con el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL).

Económicamente para la cooperativa el rédito es “más o menos” como los cereales, algo que “tampoco es ninguna cosa del otro mundo”. “Más que lo económico, nos guiamos por lo otro, es un cambio hacia lo más natural”, precisa el jefe de cultivos.

En el caso de Caleruega decidieron plantar cuando el precio de la esencia por kilo estaba a unos 36 euros lejos de los precios actuales hace unos cincos años. El cultivo de lavanda representa casi un 20% del total de hectáreas de cultivo de la cooperativa que cuenta con unas 1.200 hectáreas dedicadas a otras plantaciones como el girasol.

En su análisis de causas de la bajada de precios, el burgalés coincide con sus colegas en señalar el aumento de la superficie cultivada aunque matiza que “el mayor problema” es lo sintética más que la importación. De cara un futuro, más que rentabilidad en Caleruega defienden los beneficios para el medio ambiente.

Entre los planes de futuro de la cooperativa prima seguir con el beneficio medioambiental por encima de otra cosa, también por encima del turismo. Tanto en Caleruega, como en Tiedra o Brihuega la lavanda es el eje conductor de varios festivales y actividades, como visitas, que tratan de hacer de este cultivo el eje de otras actividades económicas vinculadas a la planta violeta.

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