Impasible el ademán

Pedro Vicente

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A medida que avanzan las fechas se desvanece la posibilidad de unas elecciones autonómicas anticipadas al rebufo de la resonante victoria de Isabel Díaz Ayuso en las celebradas en Madrid. La hipótesis de un triple adelanto electoral en Andalucía, Castilla y León y Murcia ha estado sobre la mesa en Génova, donde un eventual triunfo electoral en esas comunidades reforzaría su mantra del imparable cambio de ciclo político que conducirá a Pablo Casado a La Moncloa.

Juan Manuel Moreno Bonilla ha sopesado seriamente ese adelanto electoral, lo mismo, por más que lo niegue, que Alfonso Fernández Mañueco, al que unos comicios anticipados le reportarían evidentes y múltiples ventajas. Sin embargo, a fecha de hoy el calendario situaría unas elecciones anticipadas, como pronto, el domingo 11 de julio, en plena desbanda veraniega, lo que induce a pensar que la posibilidad se ha descartado. Ello no quiere decir que esa bala de plata no se cargue en el tambor del revólver más adelante, por ejemplo en otoño, cuando el avance de la vacunación habrá desmontado la contraindicación de adelantar elecciones en plena pandemia.

Entretanto, sorprende la pasividad de Fernández Mañueco, impasible tras la pérdida de una mayoría absoluta que ya le ha ocasionado algún revés y que amenaza seriamente la estabilidad de su gobierno. Salvo que el PP esté manteniendo contactos paralelos con Vox, de lo que no se tiene noticia, sorprende que haya sido el PP quien ha paralizado la negociación emprendida con el Partido por Ávila (XAV) a fin de restablecer la mayoría absoluta perdida en las Cortes por el bloque PP-Ciudadanos. El próximo contratiempo va a ser la constitución de la comisión de investigación que se ocupará de esclarecer los letales efectos de la pandemia en las residencias de ancianos, donde el Covid se ha cobrado 4.062 vidas (buena parte de ellas de residentes que a los que se les privó del derecho de recibir asistencia hospitalaria).

A no ser que se mantenga vigente el compromiso asumido en su día con Inés Arrimadas de desalojar de la Junta al “trío de la bencina” (Igea-Casado-Amigo) no se comprende la pachorra del presidente de la Junta, que en estas precarias circunstancias tendrá que afrontar en la segunda quincena de junio un Debate sobre el Estado de la Comunidad que, tras la fallida moción de censura socialista, se presenta a cara de perro.

Es cierto que Mañueco está imponiendo a pasos agigantados su postura favorable a relajar las restricciones anti Covid y que el cierre del interior de bares y restaurantes en municipios con más de 150 casos tiene los días contados. Pero al mismo tiempo sigue siendo incapaz de moderar los impulsos pendencieros del vicepresidente de la Junta, que la semana pasada arremetía contra el Procurador del Común, Tomás Quintana, quien ha tenido la osadía de certificar negro sobre blanco la negligente -yo diría que temeraria, si es que no directamente dolosa- actuación de la Junta respecto a las residencias de ancianos.

¿Acaso piensa Mañueco que los continuos ex abruptos de Igea no tienen ningún coste político para el presidente que los consiente y no los desautoriza? ¿Piensa que para los alcaldes, hosteleros y demás damnificados por las veleidosas restricciones de la Junta -el caso de Aranda de Duero clama al cielo- no comportan ninguna responsabilidad del presidente de la Junta? A juzgar por su actitud, se diría que sí.

Pero las preguntas van más allá. ¿Cree el presidente que con haber complacido a las grandes fortunas familiares de la comunidad con la práctica eliminación del Impuesto de Sucesiones y Donaciones ha cumplido ya todos sus objetivos de gobierno? ¿Cree que puede mantener tal cual su actual gobierno de coalición con un partido zombi en vías de extinción?

Sí así lo cree y sigue sin reaccionar, lo más probable es que en marzo de 2022 se encuentre con una nueva moción de censura del PSOE. Y si ello se produce, puede que Luis Tudanca no tenga tan difícil encontrar los apoyos que no pudo sumar en la ocasión anterior.

Cosas veredes

El arte de trincar dietas

No son solo comisiones de investigación absolutamente prescindibles, como la que marea la perdiz sobre el uso discrecional y arbitrario de la chequera mediática o la que pierde el tiempo sobre la inutilidad de unas ayudas a la minería que nunca volverán. Hay otras triquiñuelas para que los procuradores no “liberados” (sin dedicación exclusiva) engorden sus buchacas con las suculentas dietas de a 220 euros por sesión.

Una de esas modalidades radica en las peticiones de documentación a la Junta sobre este o aquel asunto. Como quiera que el Ejecutivo suele contestar que los procuradores interesados pueden consultar dicha documentación en los correspondientes servicios territoriales, la excusa está servida. Los afectados solicitan a las Cortes autorización para desplazarse a la provincia o provincias que correspondan con derecho a cobrar dietas y gastos de kilometraje, a lo que la Mesa de la Cámara accede sin problema.

Mediante esta triquiñuela hay procuradores que vienen engrosando el marcador del cobro dietas, al sumar las de estos viajes a las que cobran habitualmente por asistir a comisiones y plenos. Y en este capítulo no son los procuradores de Ciudadanos, máximos especialistas en el arte de trincar dietas, los que se llevan la palma. Los más duchos en la práctica se sientan en la bancada socialista.

El regreso de Carnero

Convaleciente aún de las secuelas de la Covid, que le mantuvo hospitalizado casi tres meses, veíamos hace unos días al consejero de Agricultura, Jesús Julio Carnero, visitando al presidente de la Junta en el Colegio de la Asunción. (Lo normal, pienso yo, hubiera sido lo contrario, esto es, que Fernández Mañueco hubiera visitado a su consejero, ahora que este se recupera en su domicilio, pero la cosa fue así y no me pregunten por qué).

Carnero no se ha puesto fecha para ello, pero lo cierto es que su nombre figura en el programa del curso “Prensa y Poder”, cuya novena edición se celebrará entre el 12 y el 16 de julio en el centro de los Hermanos Gabrielistas en La Aguilera (Burgos). Carnero presentará en la segunda de esas fechas la propuesta de Desarrollo Rural que emana de “Tierra de Sabor”, marca que casualmente se ha incorporado este año a la relación de patrocinadores del curso.

Además de “Tierra de Sabor”, la Junta también figura como tal en esa relación, de modo que el patrocinio es doble. Aunque la participación es triple, ya que entre los ponentes aparecen el consejero de Cultura y Turismo, Javier Ortega, y, cómo no, el propio presidente Fernández Mañueco, encargado de abrir un programa que cerrará, al igual que el año pasado, Pablo Casado.

Si se añade que también repite la ex consejera de Agricultura Milagros Marcos, se diría que el elenco queda un pelín escorado hacia el PP. Ah, también está en el programa Albert Rivera, quien para entonces igual ha salido del mismo armario que Toni Cantó…

La compañera Verónica

¿Qué tienen en común, aparte de ser médicos con plaza en el Sacyl, la consejera de Sanidad y su antecesor en el cargo? Pues un pasado izquierdista del que nunca más se supo. El de Antonio Sáez se remonta a sus tiempos jóvenes en Palencia, donde militó en un partido a la izquierda del PCE. Aquel pecado juvenil le fue perdonado, al punto de haber llegado a formar parte de la dirección regional del PP.

La vinculación de Casado al PSOE es más reciente y ha sido mucho más profunda y duradera. Se mantuvo durante muchos años en la órbita socialista, tanto que ocupó un alto cargo, el de subdirectora general de Planificación Sanitaria, durante el último gobierno de Felipe González, con Ángeles Amador, diputada cunera que fue por Segovia, al frente del ministerio.

Si los socialistas de Castilla y León llegaron a pedir la dimisión de Sáez, la actual consejera se ha convertido en su segunda mayor bestia negra, tras su padrino político y primo de Zumosol, sobre todo después de que Casado pusiera en duda su salud mental. Después de su paso por la consejería, de la antigua compañera Verónica no ha quedado ni rastro.