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Igea, de vicepresidente del gobierno de Mañueco a sufrir 'bullying político' de sus exsocios

El portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Raúl de la Hoz se dirige a Igea, con el líder del PSOE entre ambos y ante el presidente las Cortes de Castilla y León ante el presidente de la cámara, Carlos Pollán.

Laura Cornejo

15 de mayo de 2024 22:49 h

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Hace unas semanas, el que fuera vicepresidente de la Junta de Castilla y León gracias al pacto de Ciudadanos con el PP, denunciaba públicamente la campaña de acoso al que le somete el que fue socio de gobierno. Francisco Igea no pudo más el pasado 30 de abril, cuando intervenía en el Pleno de Presupuestos sin lograr que los del Partido Popular dijesen una sola palabra sobre las enmiendas que presentaba. Y, después de dos años, se le quebró la voz.

“Es que aunque no lo parezca, a veces, o con frecuencia, lloro”, confiesa. El político incombustible se ha empezado a quemar, después de dos años de bullying político. Se pregunta por qué y ya fuera de un partico que ha quedado reducido a cenizas, el PP le trata con inquina incluso cuando gobierna junto a otro socio. “Es que es algo que me tiene totalmente descolocado, lo reconozco, descolocado, es que no entiendo nada”, reconoce. No está siendo un paseo esta legislatura en la que ha pasado de estar en primera fila a sentarse en el gallinero del hemiciclo. No ha sido fácil pero sí un reto estar en la oposición y con pleno conocimiento de los engranajes del gobierno. Hasta ahora, cuando ya no hay respuestas.

Sin mencionar a Igea, sí que hubo una intervención desde la bancada del Partido Popular que implícitamente le contestaba. La procuradora Paloma Vallejo, en su día jefa de gabinete de Javier León de la Riva, todo un ejemplo de incontinencia verbal, citó a Gandhi para recordar que “el respeto es una calle de dos direcciones” y que por tanto si a ellos no se les respetaba, los demás no podían esperar respeto.

“Fue como ver esa escena de El Padrino, en la que Marlon Brando acariciaba al gato y decía aquello de Bonassera …¿que hecho yo para que me trates con tan poco respeto?” Si hubieras mantenido mi amistad los que maltrataron a tu hija lo habrían pagado con creces. Porque cuando uno de mis amigos se crea enemigos yo los convierto en mis enemigos…y así te temen. Esa es su idea de respeto, el temor“, critica. Otro procurador del PP se acercó a él en la cafetería para comentarle algo de una de sus enmiendas en el Pleno, donde no se le respondió. Igea le despachó con cajas destempladas.

Puede que ese trato del PP tenga que ver con cosas que ocurrieron cuando eran socios de gobierno. Igea no lo oculta: “claro que hubo tensiones, por supuesto. Es que cuando en lo peor de la pandemia proponíamos medidas, Mañueco me enseñaba las encuestas y me decía, esto no, que esto no gusta, mira...Es que en las navidades de 2021, cuando yo anuncié medidas y no las hubo, porque se negaron, claro que hubo bronca. Y después de aquello, con los contagios disparados, se sacaron de la manga el toque de queda desde el atardecer al orto”, rememora. Pero ni siquiera esas tensiones le bastan para explicar la situación actual.

Desde que Mañueco se alió con Vox para seguir en el poder, Igea ha visto cómo el PP volcaba sus esfuerzos en dificultar su vida política. Así, el Grupo mixto al que pertenece, perdió una de las dos portavocías que tenía, dotadas con dedicaciones exclusivas por más de 90.000 euros anuales. No quedó otro remedio que Igea se pusiese de acuerdo con Pablo Fernández (Unidas Podemos) para turnarse la portavocía cada seis meses. Lo siguiente fue intentar restringir su presencia en la Junta de Portavoces incluso impidiendo que diese ruedas de prensa. La situación más delirante se produjo en abril de 2022 cuando, tras una Junta, Igea se disponía a comparecer ante la prensa como el resto de portavoces, y el jefe de prensa de las Cortes (presididas por Vox) se lo impidió. “Pero, ¿usted quién es?”, espetó Igea a quien llegó a bloquearle el paso. Finalmente, la orden se disolvió en la propia polémica e Igea participa con normalidad en los encuentros con la prensa.

La última ofensiva de muchas, esta completada con éxito al menos por el momento, ha sido dejarle sin sueldo. La Mesa de las Cortes en la que PP y Vox tienen mayoría, le ha retirado la dedicación exclusiva, bajo la excusa del “transfuguismo”. La operación ha pasado por ser una iniciativa de Vox que ha salido adelante con el voto de calidad del presidente, Carlos Pollán, ya que el PP se abstuvo. Para Igea, Vox no es más que el recadero del Partido Popular, que ha evitado estar en el charco de lo que Igea considera una decisión “arbitraria” y fruto de una “vendetta personal”.

Recuerda además lo que pudo agriar más la relación, un tuit que puso criticando que no se quisiera poner en marcha políticas de lucha contra la obesidad. Igea lo comentó en la red X acompañando su post de una foto del consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, con sobrepeso evidente. Para el PP fue tan ofensivo, que su portavoz parlamentario, Raúl de la Hoz, respondió también en X con un “se acabó” que acarreó consecuencias. El “se acabó” fue claramente la paralización de una Ley de Derechos y Garantías al final de la vida propuesta por Igea. El PP retiró las enmiendas y el asunto se retiró de la comisión de Sanidad, hasta hoy. Ni las disculpas ni la retirada del post calmaron los ánimos. Al contrario, la guerra se recrudeció.

El culmen de ese “acoso” al que se refiere Igea llegó con la Ley de Presupuestos donde el PP ignoró todas y cada una de las intervenciones de Igea tanto en comisiones como en el Pleno. Todas sus preguntas, apuntes o sugerencias, quedaron sin respuesta. Como si no estuviese. El caso es que difícilmente puede justificarse hacer el vacío a un adversario político en una institución democrática. Tanto es así, que el Partido Popular no ha respondido al requerimiento de elDiario.es para obtener alguna explicación.

Curiosamente, Igea sí que ha recibido el apoyo de algunos procuradores de Vox, en concreto dos de los que no desvela el nombre, que le mandaron whatsapps de ánimo tras ver el mal rato que pasó en el Pleno: “no les des lo que quieren”, le aconsejó uno de ellos. En el PP Igea no tiene quien le escriba. “Son órdenes”, lamenta.

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