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Las monjas de Belorado acusan al arzobispo de Burgos de “apropiarse de los fondos” obtenidos con su trabajo

Las clarisas de Belorado, en su obrador

Antonio Vega

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El caso del cisma de Belorado se encona cada día más casi un mes después de darse a conocer que un grupo de monjas clarisas del monasterio de Belorado (Burgos) dejaban de reconocer a la Iglesia Católica, contra la que proferían importantes acusaciones, y se ponían bajo la batuta de Pablo de Rojas, un prelado excomulgado.

Este jueves una comisión designada por la Iglesia Católica mandada por Mario Iceta, arzobispo de Burgos y comisario pontificio designado por la Santa Sede para resolver este asunto, se personó en el monasterio hacer entrega a las clarisas de varios requerimientos para “establecer alguna línea de diálogo e interlocución con las monjas, de modo particular con las más mayores”. La visita acabó con la presencia de la Guardia Civil en un conflicto que cada día se complica más, dado que en esa visita los representantes eclesiásticos dieron dos días de plazo para entregar el monasterio, aunque sin amenazar con un desahucio.

Las monjas han denunciado en un 'comunicado' emitido a través de Instagram que no reconocen ya a la Iglesia Católica actual y que, por lo tanto, sus manifiesto y declaraciones “deberían haber tenido como consecuencia automática nuestra exclusión del ámbito de aplicación del Derecho Canónico”. Es decir, que no se sienten aludidas por el proceso canónico por el que se les acusa de un delito de cisma por el que podrían ser excomulgadas.

Según las monjas, que arremeten también contra los medios de comunicación, el arzobispo de Burgos ha aprovechado la situación “para usurpar nuestra representación legal accediendo a la administración de las propiedades y al control de las cuentas bancarias, a las que dejamos de tener acceso el día 4 de junio pasado”.

Según su versión en la visita del pasado jueves se produjo una irrupción “no autorizada” en sus instalaciones de la comisión eclesial, en la que exigieron llaves y documentación del monasterio además de acceso “todo ello de viva voz, sin documento alguno que lo avale”. Señalan además que se les ofreció ayuda económica “puesto que han usurpado la titularidad de las cuentas corrientes, dejándonos sin acceso a los fondos obtenidos con nuestro trabajo, y donados por nuestros benefactores”. Y consideran que la comisión sobrepasó “la prohibición de entrar en propiedad privada que figura a la entrada del perímetro del monasterio”.

El grupo de monjas asegura que ante estos hechos “se conminó a los 'visitantes' inesperados a abandonar las dependencias” y que “En el caso del apoderado de D. Mario, fue necesaria la presencia de la Guardia Civil para conseguirlo”. Por ello, explican, “nos resulta difícil calificar todos estos hechos como signos de paciencia y diálogo”.

El cisma de Belorado, el primero protagonizado por unas monjas españolas, se dio a conocer a mediados de mayo al emitir un 'Manifiesto Católico' un grupo de religiosas abandonaban la Iglesia Católica tildando de herejes a todos los Papas posteriores a Pío XII. Las 16 religiosas clarisas de se pusieron bajo los dictados de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un falso obispo excomulgado por la Iglesia que considera al dictador con el que comparte apellido “nuestro invicto caudillo”, y se rige bajo las normas del Opus Dei previo al Concilio.

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