Colau busca contrarrestar el discurso de Valls sobre seguridad vinculándolo a las élites económicas
“Es el candidato de las élites económicas”. Con estas palabras saludó Ada Colau la candidatura de Manuel Valls que le disputará la alcaldía. No fue casual. La intención del gobierno municipal es trabajar para señalar al político francés como el candidato de la burguesía de la ciudad y de la derecha, mientras Barcelona en Comú se reivindica como la formación que prioriza las políticas sociales. Este sería su escenario ideal hasta llegar a las elecciones de mayo de 2019, aunque son conscientes de que Valls puede endurecer debates como el soberanista o el de la inseguridad, que son menos favorables para los comuns.
Que la primera reacción del gobierno de Colau a la irrupción de Valls es la de tratar de marcarle con la etiqueta de “élite” no es ningún secreto. En términos similares a los de la alcaldesa se han expresado los últimos días su número dos, Gerardo Pisarello, o el portavoz de BComú, Enric Bárcena, que remarca que el exprimer ministro galo está “teledirigido” por sectores emopresariales afines a Ciudadanos y otros partidos de derechas. “Es una realidad”, insiste, aludiendo a los empresarios y a personas del entorno del partido naranja que están detrás de su plataforma.
En la tarea de asociar a Valls con la marca de Ciudadanos no estará Colau sola. Otros partidos ya lo han empezado a hacer, como el PSC. Si el impulsor de la plataforma Barcelona Capital Europea se afana en no parecer el candidato de Albert Rivera en la capital catalana, sus rivales saben que esta puede ser una de sus debilidades. La eficacia de esta estrategia dependerá de si la “transversalidad” que tanto ha repetido Valls se consuma con alianzas más allá de Ciudadanos, aunque por ahora PP y PSC le han dicho que 'no'. El partido Lliures, fundado por exconvergentes liberales y contrarios a la independencia, no se ha pronunciado.
En un primer análisis, los comuns ven que todo lo que suma Valls con su “proyección mediática” lo pierde con su falta de “conocimiento del terreno”. Así lo expresa Bárcena, que recuerda que por ahora su equipo no ha aportado ni una medida concreta sobre políticas públicas o para los barrios. Ciertamente, en sus dos primeras apariciones ante la prensa, el que se ha presentado como el “candidato de la moderación” ha querido enfocar su discurso de forma genérica hacia los que cree que son los principales problemas de la ciudad: la vivienda, el orden público o la estimulación de la economía.
Ante un aterrizaje tan inaudito como el de Valls en la política barcelonesa, en el Ayuntamiento se preguntan si será capaz de disputarles el voto en los barrios populares en los que hace cuatro años Colau sacó alrededor del 30% de los sufragios. Un porcentaje parecido es el que alcanzó Inés Arrimadas en los mismos distritos el pasado 21 de diciembre, aunque desde los comuns dudan de que Ciudadanos haya fidelizado un voto tan marcado por el debate nacional. Menos aún cuando ven a un candidato, Valls, lejos de la realidad de esos vecinos.
El eje nacional, por ahora secundario
Uno de los debates más incómodos para BComú es el soberanista. Una campaña muy polarizada sobre la independencia deja a los de Colau en una posición intermedia en la que pueden perder protagonismo y votos por ambos lados. De ahí que prefieran un debate “de ciudad” que confronte su obra de gobierno con las propuestas de la oposición. En este sentido, han recibido con alivio que Valls no haya irrumpido en el escenario electoral envuelto en la rojigualda. Su beligerancia contra el procés, muy manifiesta en sus actos públicos en la ciudad los últimos meses, ha quedado en segundo plano estos días.
Pero esto podría cambiar. Y de hecho ya ha empezado a hacerlo, a juzgar por sus declaraciones de este viernes en Al Rojo Vivo al afirmar que el bilingüismo está en peligro en Catalunya porque “hay jóvenes que no han aprendido castellano”. Esta aseveración le coloca en el espectro de Ciudadanos más contundente contra el modelo de inmersión lingüística.
Con todo, si el eje nacional acaba marcando la campaña electoral no dependerá en exclusiva de Valls. Habrá que esperar a ver cómo se configura el espacio de los partidos independentistas. ERC ya tiene a su alcaldable, Ernest Maragall, mientras que en el PDeCAT apuestan por Neus Munté, a la espera de conocer la voluntad de Carles Puigdemont, del papel que asuma Ferran Mascarell y del tirón que tenga el filósofo Jordi Graupera en su intención de aunar a todo el secesionismo bajo una candidatura elegida por primarias. Por el momento, solo el partido Demòcrates se ha sumado a su propuesta.
Colau, ante el “deterioro” de la ciudad
“Deterioro” es la palabra que más ha repetido Valls para resumir la imagen de lo que considera que es una Barcelona que ha perdido fuelle a nivel económico y que, sobre todo, ha visto proliferar el incivismo y la delincuencia en determinados barrios. El que fuera ministro del Interior en Francia se ve capaz de lucir aquí galones para combatir la “inseguridad” en las calles, en la que incluye desde los pisos ocupados por narcotraficantes hasta la venta ambulante de los manteros.
En el Gobierno municipal se preparan para contrarrestar este discurso, pero no solo por la llegada del político francés, que acaso lo agudizará, sino porque este viene siendo el mayor motivo de discusión política en el consistorio en los últimos meses. La oposición reprobó a la propia alcaldesa con votos de PDeCAT, PSC, ERC y Ciudadanos tras los incidentes de los narcopisos y la agresión a un turista por parte de los manteros, a la que se refiere Valls en todas las entrevistas.
“Nos preocupa el populismo y la demagogia”, sostiene el portavoz de BComú cuando se le pregunta sobre el discurso de la inseguridad y el incivismo. Aun así, desde el consistorio preparan argumentos para esquivar estos ataques. El más recurrente, que han pedido al conseller de Interior más efectivos de los Mossos en los barrios céntricos, a lo que este se negó en la última Junta de Seguridad Local.
Entre las bazas que les quedan a los comuns está la de contraponer su idea de ciudad de acogida a las políticas de Valls de restringir la inmigración en Francia. Tampoco en ello estarán solos, puesto que más partidos de la oposición les respaldan en esta estrategia. Sobre ello, Valls afirmó: “Hay que poder acoger a los refugiados, los que vengan de Irak, Siria y los que sufren guerras y dictaduras. Otra cosa son los que vienen de la inmigración económica, esta se tiene que regular en toda Europa”.