Los episodios puntuales de lluvias en Catalunya el pasado 5 de enero, coincidiendo con la cabalgata de los Reyes Magos, no han alterado los planes de la Generalitat ante la inminente declaración de emergencia por la sequía en la mayor parte de la comunidad. La portavoz de la Generalitat, Patrícia Plaja, ha explicado que las previsiones que manejan desde el Govern es avanzar hacia el estado de máxima alerta por falta de agua en todo el área metropolitana de Barcelona si no hay “precipitaciones muy abundantes” en los próximos días.
Pese a que las previsiones iniciales del Servei Català de Meteorologia (Meteocat) apuntaban a lluvias generosas a mediados de esta semana, las predicciones han ido rebajando expectativas a medida que avanzaban los días. “Si no se cumplen las previsiones más optimistas, que cada vez lo son menos, y no llegan lluvias que permitan que crezca abundantemente el estado de los embalses, entraremos en emergencia con mucha probabilidad este mismo mes de enero”, ha aclarado Plaja.
La declaración de emergencia, según el Plan de Sequía de la Generalitat, se debe declarar cuando el nivel de los embalses disminuye por debajo del 16% de su capacidad. En la actualidad están al 16,5%. Para evaluar la situación se ha reunido este martes la Comisión Interdepartamental de la Sequía, que comanda el president Pere Aragonès y de la que dependen todos los consellers implicados en la gestión del agua, pero del encuentro no han salido novedades en cuanto a restricciones o inversiones.
Actualmente ya hay una zona de Catalunya que está en emergencia, la que corresponde aproximadamente a la comarca del Alt Empordà (Girona) y que depende del embalse casi vacío de Darnius-Boadella, pero la región que ahora pende de un hilo es la que engloba el área metropolitana de Barcelona y parte de Girona, además de otras comarcas como Solsonès o Anoia. En total, más de 100 municipios en los que habitan cerca de 5 de los 8 millones de catalanes.
El estadio de emergencia, que sucede al actual de excepcionalidad que afecta a Barcelona, supone medidas todavía más restrictivas y que se añaden a las actuales como las limitaciones al riego, el llenado de piscinas o el cierre de fuentes. La emergencia conlleva una reducción del consumo medio en los hogares de 200 litros por metro cúbico, la supresión del riego agrícola o la reducción del 25% del consumo industrial.