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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La crisis acaba también con la cohesión social en Barcelona

El concepto “cohesión social” tiene diferentes definiciones, pero todas parten de una clave: el consenso. Para que exista cohesión social es necesario que haya un amplio consenso entre quienes gobiernan y quienes son gobernados. Desde que comenzó la crisis económica y la posterior ofensiva contra el estado del bienestar, con sus escándalos de corrupción incluidos, muchos políticos y sociólogos han advertido del peligro en que se encontraba este concepto, la cohesión social, una facultad que parece que sólo se valora cuando se deja de tener. Cuando se rompe el consenso.

En Barcelona este consenso es cada vez más débil, y si se utilizan como termómetro social los diferentes espacios que destina la Administración a la participación ciudadana, no hay ninguna duda: la cohesión social se ha roto. Los plenos de distrito, los consejos de barrio y las audiencias públicas -el principal espacio que facilita el Ayuntamiento de Barcelona para la intervención de los vecinos- son cada vez más tensos y, algunos incluso, se han convertido en auténticas pesadillas para los políticos. Tanto es así que ya existen diferentes consejos de barrio a los que los concejales del distrito han dejado de asistir.

El cabreo de los vecinos es generalizado y se alimenta con cada escuela de barrio que cierra o cada familiar que se queda en paro. Muchas de las causas no son responsabilidades del Ayuntamiento, pero como gobierno local es el primero en dar fe de la mala leche creciente de los vecinos. El antropólogo Andrés Antevs, estudioso de los usos del Espacio Público, asegura que “la cohesión social ya hace tiempo que está rota” y que el aumento de las protestas es “la expresión” de esta realidad. Desde su punto de vista, con los datos en la mano, “la sorpresa es la calma con la que se está viviendo todo ello, en un contexto tanto opresivo y sin expectativas de mejora”.

Nou Barris encendido

Nou Barris encendidoEl caso más evidente se vive en Nou Barris, donde la concejala del distrito, Irma Rognoni, de Unió, ha tenido incluso que abandonar un pleno mientras los vecinos la abucheaban a gritos de “dimisión”. En este distrito, donde los niveles de paro superan la media de la ciudad, más de un centenar de entidades sociales muy activas constituyeron la plataforma unitaria Nou Barris Cabrejada Diu Prou, y aprovechan cualquier oportunidad para reivindicar todo lo que consideren necesario: desde la rehabilitación de edificios hasta soluciones para los estafaos por las preferentes. El hecho de que haya sido Nou Barris el primer distrito en alzar la voz no es casual: en este distrito hay tres de los cinco barrios de Barcelona con una renta más baja y las dificultades que tienen sus vecinos para llegar a fin de mes son titánicas.

Además de los problemas estructurales, como el paro o las dificultades para pagar la vivienda, cabe sumar el cabreo que provocan los recortes sociales, como el cierre de las urgencias del barrio de la Guineueta, los ajustes en el Hospital de la Vall Hebrón o la supresión de líneas en algunas escuelas. En este peligroso cóctel todavía hay que sumar la reducción general de la inversión en el territorio. La ley de barrios del gobierno tripartito, que suponía una inversión millonaria de la Generalitat en los lugares más desfavorecidos de los diferentes municipios catalanes, ha desaparecido y, además, la inversión que el propio Ayuntamiento de Barcelona destina los barrios también ha disminuido.

Y Nou Barris lo está notando mucho: se ha suspendido el plan de ascensores, así como la reforma de las fachadas del barrio de Canyelles. Tampoco avanza la rehabilitación de los pisos del Turó de la Peira y Torre Baró, que según prometió el alcalde Xavier Trias debía convertirse en “el Pedralbes del siglo XXI”, hace ocho semanas que los autobuses ni siquiera llegan y hay 400 pisos de protección que están vacíos porque no encuentran comprador. La plataforma, que de vez en cuando supera los límites de Nou Barris, prepara una concentración ante el Ayuntamiento a favor del trabajo digno para el próximo día 9 de mayo.

Una “olla a presión”

Una “olla a presión”Ningún otro distrito de la ciudad está sufriendo tanto como Nou Barris, “donde están pasando cosas muy graves”, según explica la presidenta del distrito, la socialista Carmen Andrés, quien reconoce la razón de los vecinos en sus reivindicaciones pero considera que la pierden “debido a las formas”. Los últimos plenos de otros distritos de la ciudad, al igual que las audiencias públicas, también han registrado una participación mucho más alta y un tono mucho más subido.

El concejal de Sants-Montjuïc y de Presidencia y Territorio, el convergente Jordi Martí, insiste en que “no se puede situar la problemática de Nou Barris en los otros distritos”, aunque asegura que se ha notado “un incremento de quejas y reivindicaciones a los órganos de participación más cercanos” en toda la ciudad. Desde su punto de vista, los conflictos que ha habido en los otros distritos, como Sant Martí, Sants o Horta-Guinardó han sido por conflictos “puntuales”, pero nada hace pensar que estén superados.

Martí reconoce que Barcelona empieza a ser una “olla a presión” y su pronóstico es que “irá a peor”. Este concejal asegura que el Ayuntamiento hace todo lo que puede, pero insiste en que las soluciones de la mayoría de los problemas que se están encontrando no son municipales sino competencia de la Generalitat, como el cierre de servicios en algunos ambulatorios o de diferentes líneas en centros de educación, la línea 9 de metro, centros cívicos que ya no se construyen... Martí defiende que los responsables de lo que está pasando son “el tripartito, que dejaron una herencia funesta y terrorífica”, así como “el ahogo” del Estado a las finanzas catalanas.

El responsable del Ayuntamiento de Barcelona en temas de territorio ya ha hablado con el resto de formaciones municipales sobre el aumento de la tensión para intentar que “haya un cierto solidaridad entre todos los grupos” y ya han comenzado a reunirse con los vecinos para calmar la situación.

En las próximas dos semanas se vuelven a celebrar los plenos de los distrito y las audiencias públicas y será el momento de comprobar si los órganos de participación previstos en el Ayuntamiento siguen subiendo de tono.