Este es un artículo publicado en el blog 'Adiós a las armas'
Los avances tecnológicos en el ámbito militar y el alto coste social y político de la muerte de personal militar más allá de las fronteras nacionales están dibujando un escenario en el que podemos prever que la guerra, si bien no se dejará de hacer, al menos ya no se hará como antes.
Las operaciones militares en el exterior de hoy en día son denominadas con una serie de eufemismos que muestran la dificultad existente en el marco de la gobernabilidad global para legitimar las guerras que promueven los espurios intereses de siempre. Ya nadie se cree que una guerra se haga por motivos humanitarios, y las intervenciones militares en el exterior son cada vez más cuestionadas por la opinión pública. En el reciente caso de Libia, una buena parte de la izquierda ha quedado en evidencia con su discurso de secundar una intervención militar que, supuestamente, debía mejorar las condiciones de vida del país.
Los ejércitos han comenzado un proceso de reducción de efectivos a la vez que están aumentando su componente tecnológico. La razón se debe, en parte, al cambio en las amenazas a la seguridad que pueden desestabilizar un país. Muchas de ellas se basan en la afectación de los sistemas informáticos, de protección de datos o de suministro energético, y se pueden realizar sin utilizar los medios militares tradicionales. Son nuevas formas de guerra que requieren un cambio en el paradigma de la militarización que puede dar, por tanto, nuevas respuestas tanto militares como de los cuerpos de seguridad.
La ciberguerra y la ciberseguridad se muestran como nuevos elementos que han llegado para quedarse. Los aviones no tripulados y los robots también. En este sentido, el marco jurídico internacional ahora existente puede resultar inútil o quedar obsoleto ante las nuevas formas de hacer la guerra. La flagrante impunidad de los evidentemente ilegales ataques militares con aviones no tripulados con los que se cometen asesinatos selectivos son un buen ejemplo. El caso de los robots militares con cada vez más capacidad de decisión autónoma para elegir cuándo y a quién disparar abren además un debate ético en el que quien se posiciona en contra del desarrollo de estas armas parece un retrógrado con aversión al progreso. La tecnología puede mejorar nuestras vidas en muchos aspectos incuestionables, pero cada paso adelante que se da en tecnología e I + D militar, la humanidad da dos atrás.
De todo ello hablaremos en las Jornadas del Centro Delàs de Estudios por la Paz del 17 y 18 de diciembre: “Nuevas formas de hacer la guerra!. La entrada es libre.