Encarna Roca, la exmaragallista que ha decantado el recurso al estado de alarma a favor de Vox
El Tribunal Constitucional generó un terremoto la semana pasada al aceptar parte del recurso de Vox y declarar inconstitucionales los preceptos del primer estado de alarma que impusieron el confinamiento domiciliario para combatir la pandemia en marzo de 2020. Las réplicas se han vivido este lunes, con la publicación completa de la sentencia y los votos particulares de los magistrados críticos. Tras una discusión que partió en dos al tribunal, la magistrada que decantó la balanza para anular el estado de alarma fue su vicepresidenta, Encarna Roca.
Pionera y rompedora del techo de cristal para las mujeres en la academia y la judicatura, Roca, nacida en Barcelona en 1944, se ha convertido a su pesar en protagonista de la sonada decisión del tribunal. En algunos círculos políticos ha sorprendido su posicionamiento habida cuenta de que Roca llegó al Tribunal Supremo primero y al Tribunal Constitucional después como una magistrada considerada progresista, y con el visto bueno del PSC. No en vano Roca había sido miembro, a finales de los 90, de Catalunya Segle XXI, una fundación creada por iniciativa de Pasqual Maragall y que agrupó a personalidades de izquierdas cercanas al entonces exalcalde de Barcelona y futuro president.
Por entonces, Roca ya era una renombrada experta en Derecho Civil, en especial el de familia y el civil catalán, pero también en cuestiones de biotecnología y derecho. Fue la primera mujer de varias instituciones: la primera catedrática de Derecho Civil en la Universidad de Barcelona (UB) en 1978, la primera mujer miembro de la Acadèmia de Jurisprudència i Legislació de Catalunya en 1980, la primera magistrada en la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo en 2005, y la primera mujer que formó parte, desde la II República, de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España como Académica de Número en 2011. Su discurso se basó en el tema de “Libertad y familia”.
“No creí que fuera un mérito haber sido la primera mujer en obtener la plaza de profesor agregado en 1978, luego transformada en cátedra, pero hoy muchos consideran que sí lo fue”, expresó Roca tras ser galardonada con el premio Pelayo para juristas de reconocido prestigio en 2018, en un discurso en el que también dio cuenta de rasgos de su carácter: “Me molestan los elogios. Me educaron para que siempre tuviera presente que lo primero es cumplir con el deber. Nunca me he sentido como una Juana de Arco y quienes han tenido trato conmigo pueden dar fe de ello”.
Y de ello da fe el notario Alfons López Tena, vocal del CGPJ de la época por CiU y que fue quien propuso a Roca como magistrada de la Sala Civil del Supremo. Cuenta López Tena que tan solo había coincidido con Roca en unos pocos seminarios de Derecho Civil, pero que era su primera candidata por su prestigio, experiencia, y capacidad de trabajo.
“Su nombramiento para el Supremo no solo no tenía el aval de Artur Mas, Josep Antoni Duran i Lleida y Núria de Gispert, sino que la propuesta no les pareció nada bien porque la consideraban cercana a los socialistas. Hubo muchas llamadas porque me habían sugerido a otros candidatos”, rememora el notario, que subraya el papel de Roca en “desatascar” la Sala Civil del Alto Tribunal, que en aquella época acumulaba un retraso considerable en la resolución de los recursos.
Tras siete años en el Supremo, en 2012 Roca fue nombrada magistrada del Tribunal Constitucional. “Entonces los convergentes rectificaron y la intentaron presentar como su candidata al Constitucional”, destaca López Tena. Su nombre ya había sido propuesto para el tribunal de garantías cuatro años antes por el Parlament con los votos de CiU, PSC y PP, pero finalmente fueron los socialistas, bajo la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba, quienes vieron en Roca una buena candidata para sustituir a otro magistrado catalán y progresista, Eugeni Gay. Desde 2017 es la vicepresidenta del Constitucional, aunque a día de hoy es uno de sus cuatro togados con el mandato caducado.
La llegada de Roca al Constitucional coincidió con el aumento de protagonismo del tribunal en el proceso soberanista. Roca ha formado parte de la mayoría de magistrados que ha avalado la causa judicial del procés. No ha ocurrido lo mismo con otro magistrado barcelonés y progresista del tribunal, Juan Antonio Xiol, quien junto a la magistrada María Luisa Balaguer ha firmado los votos críticos con la sentencia del Supremo con los que los presos indultados confían en obtener una victoria en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo.
Sus posicionamientos jurídicos para frenar el procés han levantado ampollas en parte de la academia. En 2014, el claustro de la Universidad de Girona (UdG) votó a favor de mantener el título de doctora 'honoris causa' a Roca después de una propuesta para que se le retirase la distinción por la suspensión de la consulta del 9 de noviembre.
En cambio, esta magistrada sí estuvo junto a la minoría progresista en defensa de la libertad de expresión del sindicalista que llamó a quemar una bandera de España o de los jóvenes que quemaron una foto del rey en Girona. También formuló un voto particular contrario a la condena de los jóvenes que rodearon el Parlament de Catalunya en 2011 por vulneración de sus derechos fundamentales. Pero volvió a la mayoría conservadora, en contra de la opinión de sus colegas progresistas, para avalar la condena a unas activistas que irrumpieron en una iglesia para pedir “aborto libre y gratuito” y para dar la razón a la Universidad Católica de Valencia (UCV) en su intención de obtener una equiparación plena a los campus públicos en el acceso a las becas.
“El sol de la libertad no ha sido nunca cómodo, Sigfrido”, dijo Roca en 2018 tras recibir el premio Pelayo. Amante de la música clásica y de las óperas de Wagner, entre los liceístas barceloneses se recuerda a Roca como una de las juristas que aportó un dictamen sobre la compleja cesión del teatro de los antiguos propietarios, prohombres de Barcelona, al consorcio de administraciones públicas que lo gestiona desde su incendio de 1994. Casi treinta años después, la sentencia del estado de alarma ha provocado un incendio jurídico-político que en nada desmerece la wagneriana quema del Walhalla que cierra El ocaso de los dioses.
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